EEUU-EUROPA: La brecha es permanente

Los desesperados esfuerzos del primer ministro británico Tony Blair por salvar la brecha que separa a su aliado Estados Unidos de Europa están condenados a fracasar, afirmó un antiguo funcionario del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense.

Blair, quien visita a Bush en Washington para ”hacer que Estados Unidos y Europa vuelvan a trabajar como socios y no como rivales”, puede lograr cierto progreso a corto plazo, pero fuerzas geopolíticas y nacionales obran contra él, advirtió Charles Kupchan, ahora un influyente experto en política exterior.

Kupchan siente cierta satisfacción por el deterioro en los últimos meses de las relaciones entre Washington y aliados tradicionales de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en especial con Francia y Alemania, que se opusieron a la guerra contra Iraq en forma tajante.

”The End of the American Era” (El fin de la era estadounidense), un libro de Kupchan que enojó a los halcones de Washington tras su publicación a fines del año pasado, predijo esa división transatlántica.

El libro advirtió que el triunfalismo mostrado por Bush, el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y los ideólogos neoconservadores que los rodean era fundamentalmente engañoso.

”Lo que me sorprende es la velocidad de los cambios”, dijo Kupchan a IPS en su oficina en el Consejo de Relaciones Exteriores, un grupo de planificación estratégica con sede en Washington. ”Siento que Bush ha acelerado la historia”, agregó.

”Al mandar el libro a la imprenta hace un año, nunca pensé que para marzo de 2003 ya se habría producido esta división irreparable con Europa, y que Estados Unidos habría dicho al mundo 'no nos importa la opinión del Consejo de Seguridad'” de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), declaró el autor.

Kupchan creía que la división se produciría en una década o quizá más tiempo.

Según el autor, el unilateralismo que floreció bajo el gobierno de Bush comenzó a gestarse bajo la administración de su antecesor, Bill Clinton.

La secretaria de Estado de Clinton, Madeleine Albright, se jactaba de que Estados Unidos se había vuelto ”el país indispensable” por su capacidad de construir ”coaliciones de los dispuestos” para intervenir en otros países, aun sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU.

Pero así como el ahora gobernante Partido Republicano se burlaba del ”humanitarismo liberal” de Clinton al calificarlo de ”obra social internacional”, el unilateralismo demostrado por Bush, en especial luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, oculta un arraigado impulso aislacionista.

Este punto clave de que el aislacionismo y el unilateralismo son dos lados de la misma moneda no es comprendido por políticos nacionales y extranjeros, quienes suponen que la ”guerra contra el terrorismo” lanzada por Bush hará que Washington amplíe sus compromisos internacionales.

Aunque ese razonamiento pueda parecer lógico -¿de qué otra forma se puede combatir el terrorismo internacional sino a través de la cooperación internacional?-, pasa por alto las peculiaridades de la psicología estadounidense, en particular, como señala Kupchan, en el sur y en el occidente del país, en comparación con el resto del mundo.

Según Kupchan, el aislacionismo y el unilateralismo ”tienen el origen ideológico común del miedo a cualquier compromiso que limite la libertad y soberanía nacionales”.

Precisamente porque ambas doctrinas están ”tan arraigadas en la cultura política del país, representan una doble amenaza para el internacionalismo liberal, e inducen a Estados Unidos a retirarse del escenario mundial mientras intenta recrear al mundo a su imagen”, escribió el autor.

Además, agregó, los nuevos imperialistas que rodean a Bush subestiman la velocidad con que el público estadounidense se cansará de que su gobierno sea la ”policía del mundo” y del gran plan adoptado por Washington, incluso en la guerra contra el terrorismo.

”En general se cree que, si somos golpeados (por el terrorismo) otra vez, se fortalecerá nuestro enojo y nuestra determinación de llevar nuestra guerra a todos los rincones del mundo”, pero ”yo no creo que el terrorismo funcione de esa manera”, señaló Kupchan.

”Si el costo de la intervención mundial de Estados Unidos es más terrorismo en este país – – o contra turistas estadounidenses aquí o allá – – , creo que habrá más aislacionismo, y no más apoyo político para gobernar el mundo”, concluyó el experto.

Que la principal división sea con respecto a Europa no sorprende, porque el tradicional aislacionismo estadounidense significaba precisamente, hasta que Adolf Hitler declaró la guerra a Estados Unidos en diciembre de 1941, la no alineación con potencias europeas.

Antes de esa fecha, Estados Unidos consideraba a Europa un continente moralmente corrupto, cínico y decadente, todas características de la ”vieja Europa”, término que utilizó Rumsfeld en los últimos tiempos para referirse despectivamente a Francia y Alemania.

Sin embargo, las mismas fuerzas neoconservadoras que desprecian a Europa subestiman el grado en que ese continente, cada vez más unificado, ofrece una alternativa al ”mundo unipolar” concebido por Washington, advirtió Kupchan.

Sin embargo, como dirían Blair y los presidentes de España, Italia y otros miembros de la ”nueva Europa” que apoyaron a Washington en la guerra contra Iraq, Europa no es todavía un contrapeso para Washington.

Kupchan no imaginó que la crisis en Iraq dividiría tanto al continente europeo como a la alianza transatlántica de la OTAN.

”La Europa unitaria que concebí en mi libro no existe hoy”, dijo el autor, pero agregó que la actual crisis ”fortalecerá a Europa, porque dañó tanto la relación transatlántica que aun aquellos como Blair, que buscan estrechos vínculos con Estados Unidos, descubrirán que eso no es posible”.

Por lo tanto, esos líderes ”finalmente respaldarán la formación de una Europa más fuerte e independiente”, concluyó.

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