ECONOMIA-BRASIL: Inversiones extranjeras en retirada

Las inversiones extranjeras directas en Brasil cayeron de modo drástico este año, acentuando una tendencia que ya llevó a la renacionalización de muchas firmas y que amenaza revertir algunas privatizaciones.

En el primer semestre del año ingresaron a Brasil sólo 3.490 millones de dólares, 63 por ciento menos que en igual lapso de 2002.

Con base en ese dato, la Sociedad Brasileña de Estudios de Empresas Transnacionales y Globalización Económica (Sobeet) calcula que la inversión extranjera directa en 2003 no superará los 8.000 millones de dólares.

Las inversiones directas llegadas del exterior el año pasado sumaron 16.600 millones de dólares, una cifra también mucho menor a las registradas en 1999 y 2000, cuando las privatizaciones ayudaron a Brasil a recibir más de 30.000 millones de dólares cada año.

Las principales causas de esa retracción son la indefinición de reglas para la ampliación de la infraestructura del país, en especial en el área de energía eléctrica, y la frustración de las expectativas de rentabilidad en algunos sectores, explicó a IPS el economista Fernando Ribeiro, de la Sobeet.
[related_articles]
Esa reducción del que muchos consideran el buen capital extranjero, por no ser especulativo como las aplicaciones financieras, se reflejó también en las adquisiciones y fusiones de empresas, que se multiplicaron en todo el mundo en los años 90 y que en Brasil tuvieron un carácter neto de desnacionalización.

Pero el reflujo del interés de muchos grupos transnacionales de los últimos tres años y medio llevó a que el capital nacional recuperara el control de 37 empresas, según una investigación de PriceWaterhouseCoopers (PWC), la firma de consultoría y auditoría que actúa en 150 países.

La tendencia se acentuó este año, en cuyo primer semestre ocho compañías volvieron a ser adquiridas por brasileños.

La mayor operación de este tipo fue la compra de la filial en el país del Banco Bilbao Vizcaya (BBV) por Bradesco, la mayor entidad financiera privada brasileña.

En consecuencia ese banco español dejó de operar en Brasil, donde se había instalado en 1998 adquiriendo una institución local en quiebra, el Excel Económico, cuya recuperación exigió inversiones estimadas en unos 1.800 millones de dólares.

El área bancaria es un buen indicador del cambio de ciclos. En la década pasada la adquisición de grandes y pequeños bancos por extranjeros fueron la puerta de entrada para el también español banco Santander, el holandés ABN Amro y el británico HSBC, además del BBV.

La participación extranjera en el sector financiero creció de 8,9 por ciento en 1995 a 27,4 por ciento al final de 2001, según la empresa de consultoría especializada Austin Asis.

Antes de la retirada del BBV esa participación ya había caído cinco puntos porcentuales, por la reventa de algunos pequeños bancos y la reducción de inversiones.

Ese proceso de renacionalización se debe no sólo a las varias crisis económicas de Brasil en los últimos años sino también al estancamiento mundial y a las dificultades internas y nuevas estrategias de las empresas transnacionales, evaluó para IPS el director de Fusiones y Adquisiciones de PWC, Fabio Niccheri.

La devaluación de la moneda brasileña decidida a comienzos de 1999 jugó su papel, ya que en poco tiempo las utilidades perdieron la mitad o más de su valor en dólares, observó el experto.

Por otro lado, los escándalos financieros en algunos grupos, especialmente los de origen estadounidense, y el estancamiento económico de los países ricos, devaluando sus acciones, forzaron a las firmas transnacionales a "buscar alternativas para refinanciarse y reducir su endeudamiento", añadió.

Niccheri comentó que la venta de filiales en países como Brasil es una salida para esa situación, porque esas grandes empresas "prefieren quedarse en Estados Unidos y Europa, dejando mercados periféricos" y de menor escala.

Pero ese movimiento no significa "falta de interés" del capital extranjero en Brasil, aclaró el experto, para indicar luego que muchas ventas de firmas obedecen a una reestructuración de los conglomerados, que en sus nuevas estrategias decidieron concentrar sus negocios en menor cantidad de productos y marcas.

Un ejemplo de ello es la movida de la empresa láctea italiana Parmalat, que se deshizo de su subsidiaria del sur brasileño Chocolates Neugebauer debido a que decidió dedicarse principalmente a productos lácteos y bizcochos.

También la firma estadounidense Philip Morris Kraft Foods tomó una decisión parecida al vender en 2001 Pilar, una subsidiaria suya de bizcochos, aunque inauguró el 14 de este mes un complejo industrial de tres plantas para producción de alimentos en Curitiba, la capital del meridional estado de Paraná.

Así, la fuerte caída de las inversiones extranjeras directas en Brasil se debe en gran parte a la interrupción del proceso de venta de empresas públicas, que atrajeron muchos capitales principalmente en los años 90, matizó Niccheri.

Ahora algunas grandes empresas brasileñas privatizadas en la década pasada y adquiridas por grupos transnacionales enfrentan dificultades para pagar sus deudas y, por eso, pueden volver al control de capitales nacionales.

La crisis afecta especialmente el sector eléctrico, que además de los problemas económicos del país como el estancamiento y la devaluación cambiaria, sufre los efectos de la severa crisis energética que llevó al racionamiento entre junio de 2001 y febrero de 2002.

El consumo de electricidad en Brasil se mantiene bajo desde entonces.

El mayor problema al respecto lo presenta la empresa Eletropaulo, que distribuye energía eléctrica en el meridional estado de Sao Paulo y fue adquirida por la estadounidense AES, con préstamo del brasileño Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES).

AES aduce que, debido a las pérdidas acumuladas, no puede pagar su deuda a este banco estatal de fomento nacional, que asciende a 1.200 millones de dólares y venció en febrero.

Esta empresa, afectada por escándalos en su país de origen, también compró una participación en Centrales Eléctricas de Minas Gerais (CEMIG), otra de las privatizadas, asumiendo asimismo deudas por 700 millones de dólares con el BNDES.

Esas fueron, como varias otras, "extrañas privatizaciones, financiadas con dinero del mismo gobierno", que ahora no logra recibir, señaló a IPS el presidente del BNDES, Carlos Lessa.

Como puede recuperar acciones de tales empresas como garantía, el banco podría adueñarse de ellas y promover más tarde su reprivatización, ofreciendo las acciones a fondos de pensión y de inversiones, según Lessa.

Otro motivo de preocupación son las empresas de telefonía, casi todas adquiridas por extranjeros en la privatización iniciada en 1998, cuya deuda de casi 5.000 millones de dólares al BNDES vence en su mayor parte el año próximo.

* Quinta nota de una serie dedicada a revisar las privatizaciones en América Latina.

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe