DESARROLLO: Diversidad cultural, condición para erradicar pobreza

La comunidad internacional tiene que trabajar para construir sociedades inclusivas y diversas culturalmente si quiere erradicar la pobreza, lograr igualdad de género, derrotar al sida y reducir la mortalidad infantil, dice el Informe de Desarrollo Humano 2004.

El desarrollo humano se relaciona con las llamadas Metas del Milenio de la ONU, pero también con lograr ”el derecho a ser lo que eres donde quiera que estés”, dijo a IPS Sakiko Fukuda-Parr, directora del informe elaborado cada año por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El trabajo, divulgado este jueves en Bruselas, incluyó un estudio titulado ”La libertad cultural en el mundo diverso de hoy”, que subraya la necesidad de que la identidad cultural sea reconocida como uno más de los derechos humanos básicos.

El PNUD sostiene que ”todo individuo tiene derecho a mantener su identidad étnica, lingüística, y religiosa”, y que la puesta en práctica de ”políticas que a la vez reconozcan y protejan esas identidades es la única manera posible de conseguir el desarrollo” anhelado por la ONU (Organización de las Naciones Unidas).

Las Metas acordadas por jefes de Estado y de gobierno y aprobadas unánimemente en la sesión especial de la Asamblea General de la ONU de septiembre de 2000 incluyen garantizar para 2015 la educación universal de niños y niñas, y reducir a la mitad, respecto de 1990, la población de pobres, de hambrientos y sin acceso a agua potable.

Otros objetivos establecidos por los 189 países entonces integrantes de la ONU son promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), la malaria y otras enfermedades y garantizar la sustentabilidad ambiental.

”La cultura es un asunto central en la vida de las personas. Si el derecho a ser uno mismo no es apoyado por toda la sociedad, tenemos un gran problema”, dijo Fukuda-Parr.

”Parece rutinario hablar sobre respetar las culturas, pero el problema es que las políticas públicas no han hecho nada. Las culturas dominantes arrasan a las otras. Se intentan construir estados sobre la base de una única identidad y acabar con las minorías culturales”, añadió.

La directora del informe sostuvo que el mensaje que muchos inmigrantes reciben es que ”su herencia cultural no merece ningún respeto” y advirtió que ”la humillación cultural está profundamente arraigada” en muchos países.

Una de cada siete personas, esto es, casi 900 millones de habitantes del planeta ”pertenecen a grupos étnicos que sufren discriminados”, indicó Fukuda-Parr.

El PNUD utilizó para sus conclusiones datos de un conocido estudio de la Universidad de Maryland, Estados Unidos.

Adjuntar el estudio ”Libertad cultural…” al Informe de Desarrollo Humano fue un proceso fascinante, dijo la directora del trabajo.

”Este no es un informe académico. Es mucho más dinámico y conectado con el mundo. Nos concentramos en lo que más preocupa a las diferentes sociedades”, explicó.

La elaboración del estudio contó con la participación del premio Nobel de Economía indio Amartya Sen, del premio Nobel de la Paz y ex presidente sudafricano Nelson Mandela (1994-1999), y del presidente de Afganistán, Hamid Karzai, entre otros.

El estudio expresa particular preocupación por la situación en Afganistán e Iraq, y se plantea cómo ”tratar con movimientos extremadamente coercitivos que dominan en nombre de la cultura”.

”Nos detuvimos en tres asuntos principales. El primero fue inmigración.. Ahora, cada vez más personas mantienen fuertes vínculos con sus países de origen. Nos parece que las identidades múltiples están bien y que la sociedad debe reconocerlas. Necesitamos pasar de la asimilación a la aceptación de la pluralidad cultural”, explicó Fukuda-Parr.

En segundo lugar, el estudio del PNUD alerta sobre la situación de los indígenas, y sobretodo sobre la ”continua confrontación entre estos pueblos y las corporaciones multinacionales”.

Finalmente, hace mención a la comercialización de la cultura como resultado de la globalización, citando como ejemplo la dominación de Estados Unidos en la música y en el cine internacional, y expresando temor de que las ”identidades locales sean arrasadas por esta fuerza”.

Desde el punto de vista metodológico, el informe del PNUD es ”una combinación de evaluación empírica y de análisis cualitativo de las políticas que han funcionado”, y cuenta con contribuciones de ”eminentes académicos que trabajan en la ciencia política y que estudian el desarrollo de las libertades humanas”, explicó Fukuda-Parr.

Noruega encabeza este año la lista de países con mejor índice de desarrollo humano hecha por el PNUD, que mide los logros en términos de esperanza de vida, educación e ingresos reales. Le siguen Suecia, Australia, Canadá y Holanda.

Estados Unidos se ubica en el puesto ocho, mientras que Gran Bretaña se sitúa en el 12.

En los últimos cuatro lugares de la lista se ubican Malí, Burkina Faso, Níger y Sierra Leona.

En su estudio sobre libertades culturales, el PNUD constató que la mayor discriminación se produce en términos de religión e idioma.

Algunas culturas son objeto de prejuicio porque se las considera incapaces de adaptarse a la democracia, a la igualdad de género y al progreso económico, señala.

La cultura más afectada en este sentido es la islámica, pero ”no hay evidencia empírica para sostener esto. La mayoría de los musulmanes viven en democracias que funcionan, como India, Indonesia, Senegal y Mali”, apuntó Fukuda-Parr.

El estudio señala que ”las naciones más pobres tienden a ser menos democráticas, pero entre éstas, los países con mayoría musulmana tienen un proceso de democratización más rápido”.

El informe hace una reseña de los principales conflictos culturales en todo el mundo, desde un país en desarrollo como India hasta otro industrializado como Gran Bretaña.

”Pero el hecho de que haya varios conflictos no siempre es algo negativo. En una democracia, las personas pueden quejarse. Es bajo los regímenes autoritarios que no hay controversia”, dijo Fukuda-Parr.

”Las poblaciones indígenas han sido oprimidas por siglos, pero ahora están comenzando a hablar. Hay una tendencia a demandar con más firmeza la libertad cultural”, añadió.

Por otro lado, el estudio analiza ”el uso de la identidad cultural para la movilización política”. ”La etnicidad es una herramienta común para los políticos y los líderes de las comunidades que quieren mantener el control”, señala.

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