Crecientes crisis humanitarias dejan a millones de niños sin educación

Filippo Grandi, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Yasmine Sherif, directora ejecutiva del fondo “La educación no puede esperar”, Gordon Brown, enviado especial de las Naciones Unidas para la Educación Mundial, y Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef. Crédito: Kent Page/ECW
Filippo Grandi, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Yasmine Sherif, directora ejecutiva del fondo “La educación no puede esperar”, Gordon Brown, enviado especial de las Naciones Unidas para la Educación Mundial, y Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef. Crédito: Kent Page/ECW

Durante las protestas que se diseminaron por el mundo durante septiembre, contra la falta de respuesta de los líderes mundiales a la emergencia climática, millones de niños, niñas y adolescentes abandonaron sus escuelas para manifestarse en las calles.

Gordon Brown, ex primer ministro británico y actual enviado especial de las Naciones Unidas para la Educación Mundial, señaló con acierto una dura y contrastante realidad: también hay millones de niños que, irónicamente, no tienen escuelas que abandonar.

Las cifras son más que asombrosas: hay 260 millones de personas que no van a la escuela, principalmente porque no hay ninguna a la que poder hacerlo, mientras que la educación de unos 75 millones de niños y niñas se ha visto afectada por las crisis humanitarias.

Uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, el ODS 4, tiene como meta garantizar que todos, «sin importar quiénes sean o dónde vivan», puedan acceder a una educación de calidad para 2030, la fecha convenida en por los gobiernos de todo el mundo en el marco de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El mecanismo “La educación no puede esperar” (ECW, en inglés), lanzado en 2016 por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) busca revertir esa situación, al convertirse en el primer fondo mundial y multilateral destinado a atender la educación en emergencias.

En los dos primeros dos años, el fondo, constituido durante la Cumbre Humanitaria Mundial, brindó oportunidades educativas a 1,4 millones de niños atrapados en las crisis humanitarias.

La iniciativa ha invertido en 27 países, incluidos Afganistán, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Líbano, Nigeria, Palestina, Somalia, Siria, Uganda, Yemen y Zimbabwe, proporcionando escuelas y educación de calidad en situaciones de crisis.

Pero tiene un muy largo camino por recorrer porque, al ritmo actual de progreso, alrededor de 225 millones de niños y adolescentes carecerán todavía de escuela para 2030.

En una reunión de alto nivel de la ONU en septiembre, ECW recibió un gran impulso, cuando los líderes mundiales prometieron contribuir con un récord de 216 millones de dólares para la educación infantil en contextos humanitarios críticos.

La directora ejecutiva de ECW, Yasmine Sherif, se mostró confiada en que se pueda cumplir con el ODS 4, aunque la propia ONU esté escéptica de poder cumplir con otros de los más vitales de los 17 ODS, como la erradicación del hambre y de la pobreza extrema para dentro de apenas 11 años.

“Espero que podamos reducir la brecha para el Objetivo 4 y la educación no puede esperar, todos estamos muy motivados para contribuir”, dijo Sherif en una entrevista exclusiva con IPS.

Pero sí subrayó que para reducir esa brecha se requerirán mayores inversiones financieras y medidas audaces para los 75 millones de niños y jóvenes que se han quedado atrás en países agobiados por conflictos, desastres y desplazamientos forzosos.

ECW ha implementado un modelo de negocio que en un corto tiempo demostró que funciona y acelera las metas del ODS 4, dijo Sherif, una abogada sueca de derechos humanos con 30 años de experiencia en asuntos internacionales y que trabaja desde 1988 en la ONU.

Su modelo de gestión traduce la agenda de reformas de la ONU y nuevas formas de trabajar en conjunto las agencias del organismo mundial, los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales (ONG).

«La voluntad política está ahí, los socios de la organización están comprometidos a trabajar juntos, y las inversiones de ECW son sensibles a la crisis y rápidas, a la vez que se centran en la calidad. Junto con nuestros socios, nos movemos con rapidez humanitaria para lograr un desarrollo profundo. El factor determinante será la financiación», aseguró Sherif.

Señaló que la calidad, la educación inclusiva cuesta dinero y esos costos son significativamente más altos en situaciones de conflictos armados, desplazamiento forzado y desastres naturales.

En esas situaciones, el sector educativo a menudo se destruye parcial o totalmente, tanto en sus infraestructuras como en sus dotaciones y personal. En consecuencia, el acceso a los estudios es un desafío, porque la inseguridad, la constante amenaza de violencia y un entorno cambiante obligan a precauciones y medidas extraordinarias.

«Es por eso que estos niños y jóvenes se quedan más atrás en primer lugar, y tenemos la intención de llegar a ellos. Pero depende en gran medida del aumento urgente de la financiación”, explicó la responsable del fondo especial.

Detalló que “ECW está pidiendo a los líderes mundiales, el sector privado y las organizaciones filantrópicas que movilicen 1 800 millones de dólares para 2021, a fin de llegar a los niños y jóvenes atrapados en emergencias y crisis prolongadas con la educación».

Una investigación del Instituto de Desarrollo de Ultramar (ODI) de 2016 estimó que hasta 2030, se necesitarán 8 500 millones de dólares anuales de la asistencia internacional para proporcionar educación básica para los aproximadamente 75 millones de niños afectados por las crisis.

Eso significa113 dólares por niño, cuantificó Sherif, quien ha servido en Nueva York, Ginebra y en países afectados por crisis en África, Asia, los Balcanes y Oriente Medio.

La lideresa de ECW planteó que la solución es, por supuesto, la paz, pero los socios que participan en el fondo, mientras esa paz llega, tienen que atender el derecho educativo de la población infantil y adolescente cuando más expuesta se encuentra y la seguridad, las privaciones y las injusticias la envuelve.

A la hora de hablar de los países sumergidos en crisis humanitarios, Sherif consideró Yemen como “el desafío más hercúleo” por una variedad de razones, “entre ellas la inseguridad y el acceso”.

“Aun así, hemos podido brindar apoyo parcial a 1,3 millones de niños y jóvenes que, como resultado, pudieron ser examinados al final del ciclo educativo y recibir raciones alimenticias”, afirmó.

T: MF

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