Corea del Sur tiene algo que enseñar para lograr los ODS

Juan Reyes en su finca de Cotorro. Crédito: Patricia Grogg/IPS
Juan Reyes en su finca de Cotorro. Crédito: Patricia Grogg/IPS

Las más de 3.300 millones de personas que viven en el campo hacen que el desarrollo rural se vuelva fundamental si quiere que la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, “un plan de acción para las personas, el planeta y la prosperidad”, se haga realidad.

Al otro día de la unánime adopción de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el 27 de septiembre, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de Nueva York, hubo un foro de debate sobre diversas formas de lograr los ODS en los países en desarrollo.

El encuentro fue organizado por el Centro para el Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Ministerio de Relaciones Exteriores de Corea del Sur y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El eje del panel fue el Nuevo Paradigma de Desarrollo Rural y el Modelo de Nuevas Comunidades Inclusivas y Sostenibles, inspiradas en la exitosa iniciativa Saemaul Undong, de Corea de Sur.

“Los gobernantes se comprometieron a crear una vida digna para todas las personas. Prometimos no dejar a nadie rezagado, incluidas las familias rurales. No habrán avances en el movimiento global sin desarrollo local”, recordó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien fuera canciller surcoreano (2004-2006).

“El campo surcoreano pasó de la pobreza a la prosperidad”, subrayó Ban. Los Saemaul Undong comparten el fin último de los ODS. Sobre la base de los principios de educación, diligencia, cooperación mutual y autoayuda, es una estrategia que puede constituirse en el nuevo paradigma de desarrollo rural para una prosperidad sostenible, subrayó el secretario general.

Por su parte, la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, explicó: “Los Saemaul Undong mejoraron a Corea y transformaron nuestra sociedad. Estábamos entre los países más pobres del mundo. Ahora estamos entre las 50 mayores economías y entre los principales donantes de la asistencia internacional”.

Si bien suelen atribuirse los logros surcoreanos al auge de la industria nacional, el representante permanente ante la ONU, Choonghee hahn, cree que los Saemaul Undong fueron el factor clave que llevó al éxito del país en los años 70 y que ahora son una inspiración para un futuro desarrollo ambientalmente sostenible en una época de rápida urbanización e industrialización.

Hahn dijo a IPS que los principales aspectos de la estrategia surcoreana se incorporaron, o están en proceso de hacerlo, a proyectos de desarrollo en 30 países, entre ellos Etiopía, Uganda, Ruanda, Tanzania, Afganistán, Myanmar, Laos y Camboya.

Las iniciativas incluyen estrategias como inculcar un espíritu de que “se puede”, una percepción reveladora sobre la igualdad de género y los derechos humanos.

Park Chung-hee, el padre de la actual presidenta, inició el movimiento de los Saemaul Undong en 1970 distribuyendo cemento y acero en las aldeas y calificándolas en función del uso que hiciera cada una de los recursos.

El Estado entregó a las que quedaron en mejor lugar más recursos, con lo que creó un incentivo y un sentido de unidad para trabajar duro y competir con otras aldeas.

El programa propició herramientas de motivación como banderas himnos y testimonios espirituales, que elevaron el entusiasmo de la gente.

La fuerte creencia en la autonomía, mediante agencias locales, la idea de hacer al país menos dependiente de la asistencia extranjera y, por último, del gobierno, fueron estrategias de crecimiento clave, según Hahn.

También se crearon proyectos más sostenibles, que para principios de los años 80, se financiaban con recursos comunitarios y otras alternativas, y no con fondos del Estado.

El gobierno creó centros de capacitación que vinculaban a las autoridades centrales con las locales y a los participantes de los proyectos, los que incluían capacitación en liderazgo para las mujeres en institutos provinciales y centrales.

De cada aldea, había unos 12 delegados, y el gobierno hizo obligatoria la presencia de por lo menos una mujer, lo que promovió el empoderamiento femenino.

Según el director del Centro para el Desarrollo de la OCDE, Mario Pezzini, la iniciativa surcoreana perfectamente se puede replicar en otros lugares.

Alrededor de 92 por ciento de los 3.300 millones de habitantes rurales viven en los países en desarrollo, y se estima que seguirán aumentando hasta 2028. De ahí que es indispensable usar el “lente rural” para implementar y lograr los ODS, subrayó Pezzini en entrevista con IPS.

La mayoría de los pobres se concentran en áreas rurales, luchan contra las crecientes desigualdades y están limitados por la incapacidad de las ciudades para acogerlos.

“Debemos tener presente que el desarrollo rural no es sinónimo de agricultura ni de declive”, remarcó Pezzini.

La agricultura representa una parte crucial de las economías rurales. Un incremento de la productividad de la agricultura producirá el cese de sectores de población rural, a los que no necesariamente empleará la propia agricultura, añadió el director del Centro de Desarrollo de la OCDE desde Italia.

Cuando se habla del desarrollo rural es importante referirse una economía que sea local, que incluye a la agricultura, pero va más allá y abarca empleos no agrícolas, insistió. Por ello, el desarrollo rural no necesariamente coincide con el desarrollo agrícola ni coincidirá solo con el desarrollo industrial.

Lo que debe implicar el nuevo paradigma rural, basado en el movimiento Saemaul Undong, es un nuevo “tipo de desarrollo regional y local, un desarrollo multisectorial, multiagente y multidimensional, que debe tomar en cuenta diferentes actividades”, explicó Pezzini.

Las nuevas agendas de los gobiernos deben concentrarse en diversos valores de las zonas rurales, los que requieren distintos tipos de intervenciones. Cuando los gobiernos centrales actúan según programas generales e implementan políticas sin tomar en cuenta a la población rural y sin tomar en cuenta sus conocmientos, a menudo fracasan, añadió.

“Un solo actor no puede lograrlo solo. Pero si el sector público quiere ser eficaz debe incluir al sector privado, a los sindicatos y a las y los ciudadanos. El punto crucial aquí es cómo valorar recursos que no han sido usados”, apuntó.

Traducido por Verónica Firme

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