COMERCIO: EEUU quiere inundar de transgénicos el Sur

La protesta de Estados Unidos ante la OMC contra los obstáculos impuestos por la Unión Europea (UE) al ingreso de transgénicos tiene entre sus objetivos obligar a los países en desarrollo a abrir sus puertas a estos cultivos, según activistas.

El gobierno del presidente George W. Bush, luego de cinco años de negociaciones infructuosas para que la UE permitiera el acceso de productos genéticamente modificados, anunció el martes que llevará el caso a la OMC (Organización Mundial del Comercio).

Organizaciones ambientalistas internacionales señalaron que la decisión de Washington contradice el deseo de los consumidores europeos y tiene como uno de sus objetivos el de abrir los mercados del mundo en desarrollo, cuya resistencia a los transgénicos dependió siempre del respaldo de la UE.

Estados Unidos, junto con otros 12 países exportadores de productos agrícolas, entre ellos Argentina, Canadá y Egipto, quieren que la UE deje sin efecto la moratoria de hecho que rige desde 1998 al ingreso de transgénicos. De lo contrario, deberá afrontar sanciones.

Washington argumentó que los obstáculos impuestos por la UE al ingreso de transgénicos constituyen barreras no arancelarias contrarias a las normas de la OMC.

El representante de Comercio estadounidense Robert Zoellick afirmó que la ”persistente negativa de la UE” a los transgénicos impide ”el uso mundial de tecnología que podría ser de beneficio para los agricultores y consumidores de todo el planeta”.

Los transgénicos son variedades vegetales o animales obtenidas en laboratorio mediante la introducción de genes de otras especies con el fin de mejorar sus características, hacerlos resistentes a plagas, o a condiciones climáticas severas.

La UE señaló que necesita tiempo para desarrollar sistemas efectivos de trazabilidad y etiquetado de productos genéticamente modificados.

El gobierno de Bush, grandes corporaciones y expertos sostienen que los transgénicos son seguros para la salud humana y pueden aliviar el hambre en los países más pobres del planeta.

”En los países en desarrollo, la biotecnología puede hacer la diferencia entre la muerte y la vida, entre la salud y la enfermedad para cientos de millones de personas”, sostuvo Ronald Bailey, coautor de un estudio sobre transgénicos del conservador Cato Institute, con sede en Washington.

Los insuficientes cultivos y la costosa tecnología para la producción son, para muchos, las principales razones de que haya en el mundo unos 1.000 millones de hambrientos.

El uso de ingeniería genética en muchos de los países pobres podría ayudar, según sus defensores, pero los gobiernos se niegan sobre todo por la postura europea.

El año pasado, Mozambique, Zambia y Zimbabwe, naciones muy afectadas por el hambre, rechazaron barcos con ayuda alimentaria procedentes de Estados Unidos porque contenían transgénicos, pese a la insistencia de Washington.

Pero, sobre todo, los países africanos temían perder sus mercados en la UE si sus cosechas se contaminaban con las donaciones de transgénicos.

Organizaciones de defensa de los consumidores y de fomento al desarrollo acusan a Estados Unidos de ocultar sus propios intereses financieros con el argumento de ”beneficiar al mundo”.

”El gobierno de Bush se preocupa por los intereses de las principales corporaciones más que por la salud humana”, afirmó el presidente de la organización ambientalista internacional Amigos de la Tierra, Brent Blacwelder.

Gigantescas empresas de insumos agrícolas como Monsanto y Aventis y grandes organizaciones de agricultores de Estados Unidos como la Asociación Nacional de Productores de Maíz presionaron a Washington para que presentara la protesta ante la OMC.

Estados Unidos, el mayor productor de transgénicos del mundo, pierde unos 300 millones de dólares al año en exportaciones a la UE, pero el potencial de ventas de transgénicos a las naciones en desarrollo, como India, es mucho mayor.

Casi 45 por ciento de la producción mundial de soja, 20 por ciento de la de algodón y 11 por ciento de la de maíz es genéticamente modificada.

”La industria alimenticia europea simplemente se negará a aceptar esos productos”, señaló el director de la Asociación de Consumidores Orgánicos, Ronnie Cummins.

El activista sostuvo que el verdadero objetivo de Estados Unidos es asustar a los países en desarrollo para que abran sus mercados a los controvertidos productos.

”Está claro que los europeos no retrocederán. Estados Unidos intenta asustar a los países más pequeños”, añadió.

Estados Unidos ha utilizado en el pasado la ayuda alimentaria a países en desarrollo para introducir productos transgénicos, lo que despertó la protesta de la comunidad mundial, indicó Cummins.

Washington también promueve los transgénicos en los países en desarrollo a través de cursos de capacitación organizados en el exterior por el Departamento de Agricultura. En esos cursos, se instruye a funcionarios gubernamentales sobre los beneficios de los productos modificados genéticamente.

Las corporaciones estadounidenses también reciben ”asistencia técnica” de Washington para financiar iniciativas que promuevan ”leyes transparentes y con base científica sobre la ingeniería genética” en China, con el propósito de evitar que Beijing adopte leyes similares a las de la UE.

La industria estadounidense se alarmó en marzo de 2002 cuando China introdujo una serie de normas severas para el etiquetado de productos transgénicos, que afectaron a la producción de soja del occidente de Estados Unidos. (

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe