CAMERÚN: Falta de lluvias no amilana a agricultores

Olivier Forgha Koumbou lava en un pequeño arroyo las zanahorias que acaba de cosechar y las come con fruición. Su granja, que prospera en Santa, en la Región Noroccidental de Camerún, parece un milagro entre otras donde lechugas, papas y puerros se han marchitado.

El hijo de Olivier Forgha Koumbou irriga sus cultivos, que prosperan en Santa, en la Región Noroccidental de Camerún. Crédito: Ngala Killian Chimtom/IPS.
El hijo de Olivier Forgha Koumbou irriga sus cultivos, que prosperan en Santa, en la Región Noroccidental de Camerún. Crédito: Ngala Killian Chimtom/IPS.
Las escasas lluvias de comienzos de marzo no fueron suficientes para impedir que el sol matara los cultivos. Los métodos tradicionales de irrigación fracasaron precisamente por las bajas precipitaciones.

En la Región Noroccidental, el promedio anual de lluvias es de apenas 380 milímetros, pero deberían ser de entre 1.000 y 2.000. "Las granjas me fallaron este año", dice a IPS el agricultor Tembene Tangwan, de 43 años.

La falta de precipitaciones le impidió irrigar sus cultivos como de costumbre, explica.

"Solíamos bombear agua desde una altura mayor hacia nuestros establecimientos rurales, y usábamos aspersores para la irrigación. Pero ahora, las fuentes de agua se están secando, y la baja presión en el sistema no puede transportar el agua a través de las cañerías", dice.
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"Solo podemos rezar para que vuelvan las lluvias", agrega.

Pero su vecino, Koumbou, de 32 años, no se limita a orar. Mientras desmaleza su huerto de zanahorias, dice con orgullo: "Cuando enfrentamos un desafío adicional, desarrollamos nuevas estrategias".

"Descubrí que durante la noche aumenta el volumen de agua de la corriente cercana. Así que compré contenedores en los que almacenar el agua, y por la noche llevo a los trabajadores de mi establecimiento a recolectarla. El agua se usa durante el día para irrigar los cultivos", explica a IPS.

Koumbou ya está marcando una tendencia, y otros cultivadores ahora siguen sus métodos. "Es la única solución", dice Christopher Neba, quien también empezó a recolectar agua.

Desde hace 25 años, Koumbou cultiva zanahorias, papas, coles, lechugas y puerros. Su madre le enseñó a cultivar a una edad temprana, dice.

"Cuando cumplí siete años empecé a acompañar a mis padres a la granja, y desde entonces soy agricultor", relata.

Actualmente gana casi 5.000 dólares anuales. Pero cree que este año ganará aun más.

"El hecho de que muchos agricultores hayan perdido la esperanza y abandonado sus establecimientos significa que los precios aumentarán mucho este año, lo que a su vez significa más ganancias para mí. Me compadezco de mis vecinos, pero así es como están las cosas", dice.

Aunque no hay disponibles cifras concretas de cuántos agricultores dejaron su actividad, no es una buena noticia en un país que depende ampliamente de la importación de alimentos.

Camerún gasta un promedio de 122 millones de dólares al año en la importación de arroz, sorgo y mijo. El año pasado, la disminución de la producción arrocera obligó a importar 80.000 toneladas, a un costo de 240 millones de dólares.

Esto ocurre mientras la inseguridad alimentaria va en aumento en este país africano.

Según el Programa Mundial de Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas, se necesitan 40.000 toneladas de ayuda alimentaria para impedir que 400.000 personas en el norte de Camerún padezcan hambre.

Mientras, el delegado agrícola de la Región Noroccidental, Cletus Awah, culpa de la escasez de agua a las prácticas agrícolas insensatas.

"Les hemos dicho a los agricultores que limiten sus predios de cultivo a por lo menos 15 metros de distancia de las fuentes hídricas. Pero muy a menudo cultivan justo en los lechos de los ríos, destruyendo la vegetación que protege estas fuentes y, por lo tanto, los niveles del agua empiezan a menguar", dice a IPS.

Awah cree que la solución a los magros suministros de agua llegará cuando los agricultores empiecen a proteger las fuentes hídricas. "Los agricultores deben dejar inmediatamente de cultivar demasiado cerca de corrientes, arroyos o pantanos", sostiene.

Koumbou ha atendido este reclamo.

"Es nuestra culpa que las fuentes hídricas se estén secando. Descubrimos que las tierras pantanosas de aquí eran tan fértiles que las cultivamos sin pensar en las consecuencias. El agua se fue retirando gradualmente, y ahora estamos pagando el precio", dice.

"Este año no cultivé las tierras pantanosas de mi establecimiento, y es por eso que todavía tengo un poco de agua", agrega.

Mientras, el Departamento de Agricultura de la región también cree que la recolección de agua es una solución a corto plazo.

"Como cuestión urgente, planeamos construir instalaciones de almacenamiento de agua, a fin de que los agricultores puedan usar la poca que hay disponible para irrigar sus cultivos", dice Awah.

A largo plazo, la estrategia es plantar árboles que puedan ayudar a proteger las fuentes hídricas.

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