Burundesas aún lejos de tomar las riendas de su país

Las mujeres constituyen apenas 2,9 por ciento de la Policía Nacional de Burundi. Pese a que en el parlamento rige una cuota femenina de 30 por ciento, todavía hay un largo trecho que recorrer para superar la brecha en las instituciones del gobierno, donde las mujeres son, en promedio, solo 20,15 por ciento. Crédito: Cortesía de Bernard Bankukira.

Las mujeres de Burundi sienten que todavía están lejos de asumir puestos de poder en este país del sudeste de África, que en 2015 celebrará elecciones generales y en el que, sin embargo, rige una cuota de 30 por ciento de representación parlamentaria femenina.

Todavía hoy, la cultura tradicional de la nación considera que las mujeres deben ser trabajadoras en sus hogares, por lo que desde pequeñas las educan para desempeñar ese rol, explicó a IPS la activista Bernardine Sindakira, presidenta de Sinergia de Asociados para la Promoción de los Derechos de las Mujeres (SPPDF, en francés), una coalición de organizaciones dedicadas a promover los derechos femeninos.

“Una gallina no cacarea en presencia del gallo”, dice un proverbio burundés. “Esto relega a la mujer desde hace tiempo a la posición de no poder (asegurarse) su empoderamiento ni el lugar que se merece en el manejo del país”, señaló Sindakira.

Burundi todavía no se recupera de los 12 años de una guerra civil de raíces étnicas que padeció tras el asesinato, en 1993, de su primer presidente democráticamente electo, Melchior Ndadaye.

Los enfrentamientos entre hutus y tutsis dejaron 300.000 muertos, y el conflicto “tuvo un impacto muy negativo sobre mujeres y niñas, que padecieron violaciones y otras formas de violencia sexual”, según un informe de 2011 de la Red Mundial de Mujeres Creadoras de Paz.

De acuerdo con la Unión Interparlamentaria, luego de las elecciones de 2010 las burundesas ocuparon 32,1 por ciento de los escaños de la cámara baja, además de protagonizar “un ascenso significativo en la cámara alta, a 46,3 por ciento, debido en buena medida a su sistema de cuotas”.

[pullquote]3[/pullquote]Sin embargo, según la Red Mundial, “la ley no especifica la cuota femenina en otros organismos de toma de decisiones. De ahí que en las tres oficinas de mayor jerarquía, es decir la del presidente, el vicepresidente y el segundo vicepresidente, no haya mujeres”.

Cifras de SPPDF muestran que, aunque en los puestos electivos de entidades como el parlamento y las administraciones locales se respeta casi plenamente la cuota de 30 por ciento, todavía queda un largo trecho que recorrer para superar la brecha en otras instituciones del gobierno, donde las mujeres representan apenas un promedio de 20,15 por ciento.

En los servicios de seguridad, la representación femenina es la más baja. Por ejemplo, los registros oficiales de la Fuerza Nacional de Defensa de Burundi correspondientes a 2012 muestran que las mujeres constituyen apenas 0,5 por ciento de ese cuerpo. Y son apenas 2,9 por ciento de la Policía Nacional.

La legisladora Marceline Bararufise, integrante de la subcomisión parlamentaria de Educación y presidenta de la Asociación de Mujeres Parlamentarias de Burundi, dijo a IPS que hay pruebas de que ellas pueden brindar un mejor servicio público que los hombres.

Según un estudio nacional realizado entre 2012 y 2013 para evaluar el cumplimiento del servicio público en los distritos en que se dividen sus 17 provincias, el que obtuvo el primer lugar fue un distrito del norte del país presidido por una mujer. Muchos otros distritos liderados por mujeres figuraron entre los más exitosos, dijo Bararufise.

SPPDF lanzó una campaña para aumentar la representación femenina en los puestos de poder de todo el país, y Sindakira lamentó que la propia ley todavía discrimine a las mujeres.

Por ejemplo, las burundesas no tienen derecho a recibir herencias, por lo que las propiedades pasan del padre a su heredero masculino.

“Venimos luchando para que el parlamento revise la ley matrimonial, a fin de permitir que las mujeres se beneficien (de las herencias), pero la situación actual es que incluso nos prohíben plantear el asunto. Esto obstaculiza los esfuerzos de las mujeres por reclamar sus derechos”, dijo Sindakira.

Muchas mujeres consideran aún que rever esa norma equivaldría a violar su cultura, añadió.

[related_articles]“Tener mujeres educadas implica que la cultura también cambió, y por lo tanto no hay motivos para las oscuras prácticas tradicionales de mantener rezagadas a las burundesas”, planteó.

Sin embargo, Bararufise, quien antes de ser parlamentaria se desempeñó como gobernadora, destacó que las mujeres de su país han logrado avances significativos en el camino hacia su empoderamiento.

“Actualmente, aparte de estos puestos políticos consagrados en la Constitución, tenemos muchas más mujeres ingenieras en obras de la construcción, médicas, presidentas de organizaciones, empresarias, integrantes de cuerpos de seguridad y tantos otros. Esto muestra que las mujeres de ahora son totalmente diferentes a las de hace 20 años”, dijo a IPS.

Bararufise planteó que, aunque la cultura burundesa es uno de varios factores que obstaculizan la emancipación femenina, es importante observar que el empoderamiento de las mujeres no significa ir completamente en contra de esa cultura, ya que en la misma también hay aspectos positivos que es necesario preservar.

En cualquier caso, “tanto hombres como mujeres deben comprender que la sostenibilidad de su familia es responsabilidad de ambos”, y que esta debe asumirse de modo equitativo, dijo.

La legisladora lamentó que, en algunos casos, las burundesas que ocupan puestos de liderazgo no cuenten con el respeto de sus pares masculinos.

También reconoció que todavía falta mucho por hacer para evolucionar y lograr cambiar estas actitudes. “Queremos que los hombres entiendan que las mujeres son capaces y tienen derecho a competir por puestos de más jerarquía, en vez de quedarse en casa”, señaló.

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