AMBIENTE: Duras críticas al acuerdo entre UICN y Shell

El antiguo proverbio latino Pecunia non olet (El dinero no huele mal) se ha utilizado a través de los tiempos para justificar todo tipo de negocios. Sin embargo, cuando la misión de una organización es proteger el ambiente, debe estudiar con cuidado de dónde provienen sus fondos.

Este parece ser el mensaje que persigue a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la red ambientalista más grande y antigua del mundo, que celebra su congreso mundial entre el 5 y el 14 de este mes en Barcelona, España.

En octubre de 2007, la UICN firmó un acuerdo con Royal Dutch Shell con el fin de mejorar el desempeño de esta gigantesca empresa petrolera en materia de conservación de la biodiversidad y, al mismo tiempo, fortalecer la capacidad de la red de influir en grandes corporaciones para que asuman mayores compromisos ambientales.

La cuestión es muy delicada. No por casualidad la relación entre la UICN y empresas multinacionales fue el tema de la primera pregunta que se les formuló a los tres candidatos presidenciales de la organización en su primer debate, el jueves 10.

El acuerdo con Shell, por el cual la UICN recibe de la empresa al menos 1,2 millones de dólares de libre disponibilidad para costear sus gastos operativos institucionales, es ahora duramente cuestionado. Varias organizaciones internacionales integrantes de la red ambientalista exigen que el contrato sea cancelado y presentaron una moción para ello.
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La moción 107, presentada por los grupos Amigos de la Tierra Internacional, Pro Natura, el Centro de Derechos Humanos y Ambiente (Cedha), de Argentina, y la Sociedad Holandesa para la Naturaleza y el Ambiente, insta a la directora general de la UICN, Julia Marton-Lefèvre, a poner fin al acuerdo con Shell.

«Las operaciones pasadas, presentes y futuras de Shell tienen un efecto social y ambiental enormemente negativo» y además la compañía petrolera «tiene muy mala reputación en lo referente a su trato a las comunidades» afectadas por la explotación de petróleo, dice la moción.

De hecho, pese a los esfuerzos de los últimos años por «pintar de verde» su identidad corporativa, la reputación de Shell en materia ambiental no ha mejorado mucho. Por ejemplo, Shell sigue quemando gas en Nigeria, en especial en el delta del Níger, pese a la promesa de eliminar gradualmente esa práctica.

Además, los detractores del acuerdo recordaron que la firma anglo-holandesa no solo rechazó el plan de la Unión Europea de reducir las emisiones de dióxido de carbono de empresas del bloque regional, sino que también invierte cada vez más en la explotación altamente contaminante de arena bituminosa en Canadá y proyecta realizar prospecciones petroleras en la zona del Ártico.

En respuesta a las acusaciones, la secretaría de la UICN argumentó que terminar el contrato tendría un alto costo para la organización, en lugar de defender su hipotética influencia sobre la conducta de Shell.

«Los fondos para gastos operativos (de cerca de 1,2 millones de dólares) se perderían», dice un documento interno de la red ambientalista. Además, si Shell iniciara acciones legales, «las consecuencias financieras (para la UICN) serían imprevisibles».

Dennis Hosack, oficial de programa de empresas y biodiversidad de la UICN, admitió que Shell «tiene importantes antecedentes (de daños) ambientales y que trabaja en lugares muy difíciles de manejar, como el delta del Níger».

«No defendemos a Shell, pero la UICN considera que puede ayudar a la empresa a reducir el daño ambiental y a elevar las normas ambientales para toda la industria petrolera», declaró Hosack.

Jeroen van der Veer, director general de Shell, declaró esta semana a IPS que su empresa está comprometida a trabajar junto con la sociedad civil para «hacer bien las cosas» y a tener organizaciones no gubernamentales como testigos, si bien cierta alteración del ambiente es inevitable, y acusó a la prensa de alimentar prejuicios contra la compañía petrolera.

Además de Shell, IUCN tiene un acuerdo igualmente controvertido con Holcim, el principal proveedor mundial de cemento. Otro asociado es Total, la gigantesca petrolera francesa, y próximamente lo será Río Tinto, el mayor extractor de carbón del mundo.

«El comité holandés discutió la moción para poner fin al contrato con Shell, pero no tenemos una posición como grupo», dijo a IPS un miembro del comité nacional de Holanda de la UICN, directamente involucrado en el debate.

«Si no me identifican, les diré que el intercambio es extremadamente peligroso para todos los ambientalistas», agregó un delegado latinoamericano en el Congreso Mundial de la Naturaleza.

Christiane Ehringhaus, una estudiosa alemana que trabaja en la oficina latinoamericana del Centro de Investigaciones Forestales Internacionales, consideró «muy ingenuo creer que grupos ambientalistas pueden realmente influir en la conducta de empresas tan poderosas como Shell».

Por otro lado, Anna Kalinowska, miembro de la Fundación Nacional de Polonia para la Protección Ambiental, opinó que «si se condena a todas las grandes empresas, no habrá ninguna posibilidad de inducir cambios en su conducta ecológica».

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