AMBIENTE-AMÉRICA LATINA: Entre la crisis y el cambio climático

Si no atacamos el problema del cambio climático, «la vida cotidiana va a cambiar muchísimo», con desastres naturales cada vez más asiduos e intensos, alertó el economista John Nash, al presentar este jueves en Uruguay el inquietante informe del Banco Mundial sobre la situación en América Latina.

John Nash. Crédito: Banco Mundial
John Nash. Crédito: Banco Mundial
El llamado de atención de Nash, economista líder de América Latina y el Caribe del Banco Mundial y coautor del estudio, cobra mayor urgencia ante la severa crisis económico-financiera internacional que, como señala el propio experto, "va a distraer la atención de los gobiernos sobre los planes de mitigación de los efectos del cambio climático" ante la "sequía" de inversiones.

"El Banco tratará de implementar el programa de préstamos para apoyar los problemas inmediatos causados por la crisis, pero, al mismo tiempo, instará a que no se reduzcan las inversiones a largo plazo", indicó ante la consulta de IPS.

"La solución no es sencilla, aunque los mercados siguen funcionando. No cabe duda de que las transacciones de ‘bonos verdes’ (créditos de carbono) van a sentir el impacto en el corto plazo", advirtió, aunque se manifestó optimista en cuanto a los planes de largo alcance.

El Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), previsto en el Protocolo de Kyoto firmado en 1997 y que entró en vigor en 2005, permite a gobiernos y empresas de naciones industrializadas obtener créditos invirtiendo en proyectos de energía limpia en el Sur para cumplir en parte con su obligación de abatir sus emisiones de gases invernadero.
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En la presentación del estudio "Desarrollo con menos carbono: Respuestas latinoamericanas al desafío del cambio climático" no faltaron algunos comentarios de tono crítico de parte de algún panelista respecto de la recomendación de que América Latina tiene que contribuir a la solución del problema pese a su escasa responsabilidad en el desastre.

Como indicó Luis Santos, coordinador de los Programas de Cambio Climático y Ozono en el Ministerio de Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente de Uruguay, no hay que olvidar que el MDL es un mecanismo innovador que tiene aspectos muy positivos pero algunos negativos, como cargar sobre las espaldas de los países en desarrollo un problema cuya responsabilidad principal es del mundo rico.

Precisamente, Nash admitió a IPS que la duda más importante que le han planteado algunos funcionarios de gobierno de la región se refiere al mensaje del informe de que los países en desarrollo deben participar en los esfuerzos para reducir las emisiones de gases invernadero.

"Hay una constante en las negociaciones internacionales que es: éste es un problema que crearon los países ricos y, entonces, que ellos lo arreglen", indicó.

"Pero en respuesta a esa postura —porque entendemos bien esa crítica y coincidimos en que el mundo rico es el que tiene mayor responsabilidad y más capacidad para resolver el problema—es que enfatizamos en que hay muchas medidas que pueden tomar los países en desarrollo para reducir las emisiones y que no son incompatibles con sus planes de crecimiento y de reducción de la pobreza", apuntó.

En el marco de su recorrida por América Latina para presentar el informe del Banco Mundial, del que también son autores Augusto de la Torre y Pablo Fajinzylber, el economista estadounidense señaló que los gobiernos han "respondido de modo muy favorable".

Los objetivos son ayudar a los países a entender mejor el contexto mundial y las negociaciones en curso, así como poner la perspectiva de la región en esos ámbitos, y "creo que los gobiernos, según he podido apreciar en los encuentros, valoran y atienden el informe", aseguró.

En el foro realizado en una sala del Congreso legislativo uruguayo participaron, junto a Nash y Santos, el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Enrique Rubio, la directora Nacional de Medio Ambiente, Alicia Torres, el representante del Banco Mundial en Uruguay, David Yuravlivker, el presidente de la Cámara de Diputados, Roque Arregui, y el economista Pedro Barrenechea, consultor en asuntos de Cambio Climático.

En ese marco, el visitante destacó como muy importante el programa anunciado por el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, que crea un fondo para atender los efectos del cambio climático, en el marco de un trabajo en conjunto con los gobiernos de los 19 distritos en que se divide el país.

"Focalizado más en la adaptación al cambio del clima que en la mitigación, creo que a nivel de descentralización, con los municipios, es el criterio más apropiado para responder a estos desafíos", puntualizó.

También valoró positivamente el rol que cumplen las entidades de investigación uruguayas, "claves para responder al cambio climático". Algunos de esos programas de estudio y desarrollo sustentable cuentan ya con el apoyo del Banco Mundial, tal el caso de un plan piloto relacionado con el sector costero, como explicó Santos.

Otro punto de atención en este país es el sector agropecuario. Al respecto, Santos comentó con tono crítico que estos informes no atienden como debieran los "eventos severos" a nivel local por la variabilidad climática, como el caso de la sequía de varios meses que acaba de padecer Uruguay, la mayor de las últimas décadas, con los consecuentes y abultados perjuicios económicos.

Sin embargo, Nash indicó que entre los mayores efectos negativos del cambio climático está el impacto sobre la producción agroalimentaria, al cambiar el régimen de lluvias y extenderse las sequías. Por eso entiende que el comercio del sector debe permanecer liberalizado en el mundo para así equilibrar la oferta entre los países que temporalmente aumenten la oferta y los que pierdan o dejen de producir.

El informe del Banco Mundial alerta que la agricultura podría colapsar en la región, con una reducción de entre 12 por ciento y 50 por ciento en América del Sur para 2100. En el caso de Uruguay, llegaría la pérdida a 34 por ciento en ese lapso, mientras que en México desaparecerían entre 30 y 85 por ciento de las haciendas agropecuarias. La investigación señala que la temperatura promedio en América Latina y el Caribe aumentó un grado en el siglo XX, y sólo en la década pasada ese incremento fue de 0,1 grado. Para 2050 puede crecer hasta 1,7 grados y para 2100 hasta cuatro. Mientras, el nivel del mar se elevó de dos a tres milímetros anuales desde los años 80.

El cambio climático lleva además a la pérdida de los glaciares de la cordillera de los Andes, que podrían desaparecer en los próximos 20 años debido al aumento de la temperatura que puede situarse en 0,6 grados por década.

La frecuencia de las tempestades y sequías aumentan, se expanden las enfermedades tropicales, la destrucción de la biodiversidad y de los ecosistemas, entre ellos los mantos de coral en el Caribe, y crece la devastación de la infraestructura costera de la región, en particular en el golfo de México, según el estudio del Banco Mundial.

Otro capítulo inquietante es la deforestación, puesto que los bosques tropicales en el Amazonas podrían desaparecer entre 20 y 80 por ciento de su actual extensión. Las áreas de mayor riesgo de inundaciones están en Argentina, Brasil, Perú y Uruguay.

Para defenderse de esas nefastas predicciones, el Banco Mundial insta a los países de la región a tomar medidas para compatibilizar el desarrollo económico y la preservación del ambiente.

Así detalla la necesidad de aumentar la eficiencia energética, reducir la deforestación evitable, mejorar los sistemas de transporte público y el manejo de los residuos sólidos, desarrollar las fuentes de energía renovable, especialmente la hidroeléctrica, y la producción de biocombustibles sustentables en los países con ventajas comparativas.

A pesar de los malos augurios, el ente multilateral es optimista respecto de la capacidad de la región para producir respuestas globales constructivas.

Los antecedentes en cuanto a políticas adecuadas para mitigar el cambio climático así lo demuestran, como es el caso, entre otros, de México y su plan de reducir la emisión de gases invernadero en el sector energético, el desarrollo de fuentes alternativas para producir energía en Brasil, Argentina y Uruguay. Esto y mucho más será necesario para que la vida siga siendo posible en la región.

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