El agua se desperdicia porque no se reconoce su valor

Una niña lava su cara en una instalación de agua potable recién abierta en Camboya. La Unesco destaca que en todo el mundo es un recurso infravalorado y, por esa razón, mal utilizado y desperdiciado. Foto: Fani Llaurado/Unicef
Una niña lava su cara en una instalación de agua potable recién abierta en Camboya. La Unesco destaca que en todo el mundo es un recurso infravalorado y, por esa razón, mal utilizado y desperdiciado. Foto: Fani Llaurado/Unicef

La falta de reconocimiento del valor del agua es la principal causa de su mal uso y desperdicio, afirmó un informe de la Unesco divulgado este lunes 23 con motivo del día internacionalmente dedicado a ese recurso, al que no pueden acceder 2200 de los 7800 millones de habitantes del planeta.

Sobre el agua “generalmente se piensa solo en términos de costo, sin percibir el inmenso valor que tiene y que ningún precio puede reflejar”, destacó la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Su informe señaló que “reconocer, medir  y expresar el valor del agua e incorporarlo en la toma de decisiones son fundamentales para lograr una gestión sostenible y equitativa de los recursos hídricos”.

La Unesco enfatiza la diferencia entre el precio, el costo y el valor del agua, y sostiene que no es una materia prima que pueda tratarse como un producto de consumo y negociarse en el mercado de valores.

En Wall Street, en el mercado neoyorquino de futuros, comenzó a cotizarse el agua en diciembre de 2020, un giro “peligrosísimo” para el acceso de los más pobres al recurso según el relator especial de las Naciones Unidas sobre el derecho al agua y al saneamiento, Pedro Arrojo.

El informe advierte que la tendencia del mundo moderno ha sido reducir el agua a su aspecto económico, y señala que si bien no puede negar que tenga esa dimensión, el agua va mucho más allá.

Se trata de un recurso necesario para aliviar la sed, para la salud, la producción de alimentos, la generación de electricidad y diversos usos industriales, entre muchos otros usos humanos. Su valoración en términos de dinero infravalora o ignora aspectos difíciles de traducir en una cantidad monetaria.

Como ejemplo, citó los 443 millones de días escolares que se pierden cada año por enfermedades relacionadas con el agua. En plena pandemia covid-19, hay reportes de que 3000 millones de personas y dos de cada cinco centros sanitarios carecen de acceso adecuado a instalaciones para lavarse las manos.

Se ha calculado que proporcionar un acceso universal al agua potable y al saneamiento en 140 países de rentas bajas y medias, según los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, costaría 1,7 billones (millones de millones) de dólares en 15 años, o 114 000 millones anuales.

“El reto consiste en asignar un valor justo a un recurso cuya importancia varía según los ámbitos de la actividad económica y los periodos, y que tiene en cuenta su dimensión social, medioambiental y cultural”, insistió el informe.

Además, refiere el rechazo de algunas sociedades o comunidades al cariz económico de un líquido que es parte de la naturaleza, y que sostiene la vida o es parte intrínseca de concepciones culturales o religiosas, como algunos ríos o lagos sagrados.

“Esta falta de conciencia sobre su papel clave para la existencia misma es la principal causa de su mal uso y desperdicio. Reconocer, medir y expresar el valor del agua e incorporarlo en la toma de decisiones son fundamentales para lograr una gestión sostenible y equitativa de los recursos hídricos”, expuso el informe.

Por ejemplo África posee nueve por ciento de las reservas de agua dulce del mundo. Pero 54 por ciento de ella se concentra en seis países, mientras otros 27 apenas reúnen siete por ciento, y los recursos se agotan por el crecimiento demográfico, la mala gobernanza, la contaminación, la degradación ambiental o la deforestación.

En América Latina y el Caribe se padece estrés hídrico en zonas donde la agricultura, la energía hidroeléctrica, la minería e incluso el agua potable y el saneamiento, compiten por los escasos recursos, en medio de legislaciones insuficientes.

Los costos del uso del agua o de su mantenimiento suelen ser nulos o insignificantes para las centrales hidroeléctricas, las empresas mineras e incluso para los agricultores, que tienen un subsidio implícito que no refleja su valor estratégico en los múltiples procesos de producción y en el contexto del cambio climático.

El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, acompañó el lanzamiento del informe de la Unesco afirmando que “la falta crónica de inversión en agua y saneamiento perjudica a una cantidad ingente de personas. Es inaceptable”.

Para Guterres “un ciclo del agua bien gestionado, que englobe el agua potable, el saneamiento, la higiene, las aguas residuales, la gobernanza transfronteriza, el ambiente y otros aspectos, significa una defensa contra la enfermedad y la indignidad”.

A-E/HM

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