Agroindustria azucarera cubana busca salvación en sus derivados

Un grupo de vehículos cargados de caña de azúcar aguarda en la zona de recepción, en el ingenio de Paquito Rosales, en el municipio de San Luis, en la provincia de Santiago de Cuba, en el este de la isla caribeña. El sector azucarero está sometido a una reconversión clave para la economía de Cuba, que incluye incrementar su aporte en bioelectricidad. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Un grupo de vehículos cargados de caña de azúcar aguarda en la zona de recepción, en el ingenio de Paquito Rosales, en el municipio de San Luis, en la provincia de Santiago de Cuba, en el este de la isla caribeña. El sector azucarero está sometido a una reconversión clave para la economía de Cuba, que incluye incrementar su aporte en bioelectricidad. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

El sector azucarero sigue siendo estratégico en la economía de Cuba, que busca inversiones extranjeras y créditos para modernizar sus capacidades instaladas, elevar la producción del dulce y potenciar sus derivados, especialmente el de la bioenergía.

La reconversión de la agroindustria azucarera en productora de electricidad resulta clave para diversificar la matriz energética y reducir la dependencia del petróleo, dada la inestabilidad de su principal abastecedor, Venezuela, que ya en 2016 redujo drásticamente el suministro anterior de unos 100.000 barriles de crudo a este país.

Para nosotros es un plan “priorizado”, precisó a IPS Lourdes Castellanos, directora de relaciones internacionales del estatal grupo Azcuba, que en 2011 sustituyó al otrora poderoso Ministerio del Azúcar.

Se prevé que la primera planta de bioelectricidad, construida en áreas aledañas al ingenio Ciro Redondo, en la provincia de Ciego de Ávila, en el centro de esta alargada isla caribeña, esté lista a fines de este año. La planta pertenece a Biopower, una empresa mixta conformada en 2012 por Zerus, filial de Azcuba, y la británica Havana Energy.

Castellanos dijo que en el proceso de apertura al financiamiento externo, Azcuba aspira a incluir el desarrollo de la caña, la industria y las bioelelectricidad.

“Si el central no muele no hay bagazo (residuo triturado de la caña) para producir energía”, es importante involucrar toda la cadena productiva, sintetizó a IPS el portavoz de la compañía, Liobel Pérez.

“En ese caso, el monto de las inversiones necesarias sobrepasa los 100 millones de dólares”, indicó. En los planes se priorizaron los centrales construidos después de 1959, cuando comenzó el proceso revolucionario que estableció la nacionalización de ingenios y otros bienes de compañías estadounidenses y de empresarios cubanos que emigraron.

“El Ciro Redondo es de antes. Es un riesgo, pero no podemos detener nuestros proyectos por el bloqueo y su recrudecimiento. Tenemos que seguir adelante”, dijo Castellanos sobre la posible aplicación del título III de la estadounidense ley Helms Burton, que permitiría a los antiguos dueños entablar demandas por devolución de sus bienes.

La biomasa para alimentar las usinas durante la cosecha de la caña, de diciembre a abril o mayo, se completaría con marabú (Dichrostachys cinérea). La funcionaria señaló que el Ministerio de Agricultura identifica en la actualidad las áreas cercanas a los ingenios infectadas con ese arbusto leñoso.

El plan fue concebido inicialmente con la meta de que las plantas bioeléctricas sean el principal soporte, con un 14 por ciento, de la energía renovable dentro de la matriz energética cubana prevista en el plan de desarrollo que se trabaja para 2030.

Combinación elaborada por IPS de dos fotografías, que muestra la planta de bioelectricidad en construcción en áreas aledañas al ingenio azucarero de Ciro Redondo, en la provincia de Ciego de Ávila, en el centro de Cuba. Crédito: Cortesía de Azcuba
Combinación elaborada por IPS de dos fotografías, que muestra la planta de bioelectricidad en construcción en áreas aledañas al ingenio azucarero de Ciro Redondo, en la provincia de Ciego de Ávila, en el centro de Cuba. Crédito: Cortesía de Azcuba

 

El resto, hasta llegar una meta renovable de 24 por ciento de la generación, se previó que lo aporten la energía eólica (seis por ciento), solar (tres por ciento) e hidráulica (uno por ciento).

Inicialmente, este programa de reconversión aspiraba a la instalación de 25 plantas cercanas a los centrales azucarero. Pero se decidió reactualizarlo porque no se dispone de toda la bioamasa necesaria y se requieres de altas inversiones.

“Ya sabemos que no pueden ser 24 (por ciento), pero el número exacto no lo tenemos aún”, afirmó Castellanos.

De acuerdo a sus datos, se espera obtener créditos chinos para instalar generadoras bioeléctricas aledañas al ingenio Jesús Rabí, en la occidental provincia de Matanzas, y al Héctor Rodríguez, en la central provincia de Villa Clara. También se aspira a un crédito de India, para el central 30 de Noviembre, en Artemisa, una provincia colindante con La Habana.

Otra negociación apunta a lograr un crédito con el Banco de Desarrollo de Francia para financiar otra planta bioeléctrica en el central 5 de Septiembre,  en Cienfuegos, en el centrosur cubano, que hasta 2017 estuvo bajo administración de la compañía de Obras e Infraestructura (COI), subsidiaria del conglomerado brasileño Odebrecht, envuelto en un continental caso de corrupción.

A través de Zerus, Azcuba busca además inversión para ampliar la producción y comercialización de sus rones como Mulata y Vigía entre otros, que se exportan a varios países. Su cartera de oportunidades incluye la asociación con capital foráneo para ampliar y modernizar sus 11 destilerías.

El alcohol cubano es para uso farmacéutico, cosmético y la industria del ron.

Una plantación de caña de azúcar crece en áreas vecinas al central Heriberto Duquesne, en la provincia de Villa Clara, en Cuba. Crédito: Cortesía de Azcuba
Una plantación de caña de azúcar crece en áreas vecinas al central Heriberto Duquesne, en la provincia de Villa Clara, en Cuba. Crédito: Cortesía de Azcuba

En este caso busca socio para una empresa mixta en el central Brasil, en Camagüey, en el centro oriental del país, para tener acceso a tecnología y financiamiento, así como para incrementar la producción alcoholera. Pronto comenzará a producir alcohol fino la empresa mixta cubano española Alficsa Plus, en Cienfuegos.

El programa de desarrollo de derivados abarca el Fitomas, un estimulante para la producción cañera y agrícola, que este año se exporta a República Dominicana, y en 2018, a El Salvador, México y Costa Rica. “Se trabaja en la certificación y registros sanitarios de este producto para aumentar las ventas externas”, dijo Pérez.

También hacen falta inversiones o créditos en buenas condiciones para transformar y modernizar la industria de tableros de bagazo, agregó el portavoz, quien incluyó entre los derivados el sorbitol, para la producción de pasta dental en Cuba.

“Además, todos los ingenios del país fabrican alimento para animales destinado al mercado interno, con lo cual se sustituyen importaciones”, añadió.

Castillo y Pérez evitaron hacer vaticinios sobre el resultado de la zafra azucarera que debe terminar en abril, pese a que medios oficiales adelantaron la cifra de 1,7 millones de toneladas. En esta cosecha participan 54 de los 56 centrales activos. “Hay dos que no están en zafra pero refinan y el objetivo es que también produzcan”, afirmó.[related_articles]

En 2018, la producción fue de apenas un millón de toneladas del dulce. Pérez adujo entre las causas la alternancia de períodos de sequía y lluvias a destiempo, a lo que se sumó el negativo impacto del huracán Irma que en septiembre de 2017 arrasó  380.000 hectáreas de caña y dañó seriamente a 24 centrales.

Adicionalmente, influye la antigüedad de la mayoría de los centrales. “Nuestra industria es vieja, cada año necesita más reparaciones”, admitió Pérez.

La situación decepcionó a muchos, pero no a Ricardo Ramírez, director de la Fábrica de Producciones Mecánicas, del sector azucarero, de Palma Soriano.

“Con lo que está haciendo el país en estos momentos, creo que debe darse el vuelco. Confío será una buena zafra”, dijo en declaraciones a IPS en esa ciudad del sureste de la oriental provincia de Santiago de Cuba.

“El clima no nos ha ayudado. Pero también nos golpeó la obsolescencia tecnológica de las fábricas al igual que un cierto proceso de desplazamiento de la fuerza de trabajo calificada hacia otros sectores”, comentó, a su vez, Bernardino Prieto, director provincial de Economía y Planificación del Poder Popular en Santiago de Cuba.

Edición: Estrella Gutiérrez

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