TRABAJO: Crisis potencia abusos a inmigrantes

La depresión mundial causa una fuerte sensación de inseguridad laboral entre millones de inmigrantes, debido a que son los más vulnerables ante los abusos empresariales, según defensores de los derechos del trabajador.

Entre las primeras medidas que adoptan las empresas frente a las crisis económicas están la reducción de las plantillas de trabajadores y dejar de contratar, como se verifica otra vez en distintas partes del mundo.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) pronostica que la crisis global, originada en Estados Unidos, tendrá como consecuencia la pérdida de unos 20 millones de puestos laborales, y que los trabajadores inmigrantes serán quienes con más probabilidad resultarán despedidos.

"Cuando uno tiene necesidades, hay más posibilidades de que se someta a abusos", dijo Savino L. Bernardi, director y capellán del Apostolado del Mar – Manila (AOS, por sus siglas en inglés), una organización religiosa que ayuda a los navegantes filipinos.

Ellene Sana, directora ejecutiva del Centro para la Defensa de los Migrantes en Filipinas, dijo que los derechos humanos de estos trabajadores pueden quedar comprometidos a causa de la crisis económica.
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"Los trabajadores inmigrantes estarán desesperados por trabajar y aceptarán cualquier cosa simplemente para mantener sus puestos. Cuando uno está desesperado pierde su sentido de la dignidad y acuerda por lo que sea que pueda obtener", señaló.

Sana dijo que ahora es probable que los inmigrantes acepten salarios más bajos y malas condiciones laborales solamente para conservar sus trabajos y mantener a sus familias.

En todo el mundo hay alrededor de 100 millones de trabajadores inmigrantes, la mayoría de los cuales cruzaron fronteras para escapar de la pobreza en sus países de origen.

Las remesas de dinero que envían, que el año pasado llegó en total a 250.000 millones de dólares, posibilitan que las familias que dejaron atrás tengan vidas mejores, y estimulan las economías de sus países natales.

Sin embargo, pese a sus enormes contribuciones, los trabajadores migrantes continúan sufriendo varios abusos, desde salarios impagos hasta acoso sexual.

Funcionarios del gobierno y miembros de la sociedad civil que participaron en el Segundo Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo realizado en octubre en Manila, coincidieron en la importancia de proteger los derechos de los migrantes.

Ya hay varias convenciones e instrumentos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la OIT que promueven y protegen los derechos de los inmigrantes.

Pero la existencia de acuerdos internacionales no garantiza que los abusos se eliminen. No todos los países ratificaron estos tratados de la ONU y la OIT.

El Foro es una instancia informal y el acuerdo firmado allí no es legalmente vinculante. No todos los casos de abusos pueden ser controlados, regulados y castigados.

Las mujeres, que constituyen la mitad de la población total de mano de obra migrante, son más vulnerables porque habitualmente se emplean como trabajadoras domésticas y artistas. El sector informal es notoriamente difícil de controlar y regular.

De hecho, informes presentados el año pasado por la organización Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York, revelaron que millones de trabajadoras domésticas empleadas en hogares de países de Medio Oriente sufrían varias clases de abusos.

HRW dijo que las trabajadoras domésticas que entrevistó fueron sometidas a numerosos abusos, como tener jornadas laborales de 18 horas sin días libres, confinamiento físico en el lugar de trabajo, negación de alimentos, falta de pago durante meses o años, abusos físicos y sexuales y, en algunos casos, trabajos forzados y tráfico.

La mayoría de estas domésticas eran de Indonesia, Sri Lanka, Filipinas y Etiopía, y los países de Medio Oriente involucrados eran Jordania, Líbano, Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Qatar.

"La escasez de opciones de trabajo decente es un factor que contribuye a la explotación", dijo Nisha Varia, subdirectora de la división de derechos femeninos en HRW, en una entrevista por correo electrónico que mantuvo con IPS.

"Muchas inmigrantes con las que he hablado preferirían quedarse en sus países de origen si pudieran hallar un buen trabajo, con buena paga. Muchas de ellas temen a los abusos y explotación que pueden enfrentar en el exterior. Pero se arriesgan porque no hay otras opciones", explicó Varia.

Con la crisis mundial limitando aún más las opciones laborales para todos, Varia cree que los trabajadores migrantes se volverán más vulnerables. "La gente (que vive) en la pobreza tendrá aún menos opciones", destacó.

Varia propuso que tanto los gobiernos que exportan como los que reciben mano de obra establezcan, controlen e implementen estándares mínimos en términos de condiciones laborales para impedir la explotación.

HRW también urge a todos los gobiernos a ratificar la Convención de la ONU para los Trabajadores Migrantes, que garantiza los derechos humanos de los migrantes y promete una protección estatal contra los abusos cometidos por empleadores, agentes y funcionarios públicos.

Sana dijo que es importante que los países que exportan mano de obra, como Filipinas, negocien y garanticen mejores condiciones laborales para sus trabajadores. Pero ésta es una solución a corto plazo y los gobiernos deberían elaborar políticas que proporcionen más puestos laborales a sus propios trabajadores, a fin de que la emigración se convierta en una opción y no en una necesidad.

Se estima que 11 millones de filipinos trabajan actualmente en el exterior, ya sea documentados o de modo irregular, lo que vuelve a su país en el mayor exportador de mano de obra del mundo.

Cada año emigran más de un millón de filipinos, la mayoría de ellos para hallar trabajo como ayudantes domésticos o como obreros.

Pero muchos de los principales destinos están cerrando sus puertas a los trabajadores migrantes. Esta semana Malasia prohibió la contratación de trabajadores extranjeros en fábricas, almacenes y restaurantes para protegerse contra la posibilidad de desempleo masivo, mientras sus industrias orientadas a la exportación se ven perjudicadas.

Malasia, que actualmente emplea a 2,1 millones de trabajadores extranjeros legales, los despedirá primero a ellos si se ve obligada a reducir la fuerza laboral. En los últimos tres meses, unos 10.000 malasios y 3.000 extranjeros han perdido sus trabajos.

De modo similar, hubo reducciones de las plantillas en Medio Oriente. Importantes empleadores en países como Arabia Saudita cancelaron sus operaciones, y los negocios inmobiliarios y de la construcción en Emiratos Árabes Unidos se vieron afectados por la crisis económica.

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