LÍBANO: Morir y vivir en un campamento palestino

La vida está muy cerca de la muerte en el campamento de refugiados palestinos de Ain el-Helweh, en el sur de Líbano.

Camino a Ain el-Helweh, a las afueras de la meridional ciudad de Sidon, IPS pudo ver un gran vehículo militar israelí estacionado en una rotonda, a modo de recordatorio para los 70.000 residentes del campamento de sus 60 años de enfrentamientos con el vecino Estado judío.

El mercado de verduras, protegido del sol por grandes pedazos de tela, bullía de actividad a unos pocos metros de la entrada del campamento, un callejón oscuro. Los residentes hacían presurosas compras para la cena de Iftar, con la que se rompe el ayuno diurno en el mes sagrado musulmán de Ramadán.

Pero la aparente calma duró poco.

A las 2:30 de la tarde de aquel martes, 23 de septiembre, una gran explosión sacudió el vecindario. El estallido ocurrió en la zona del campamento conocida como Tawarek, dónde tienen su sede el movimiento Mujaidín Islámico y otras facciones.
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La detonación resonó en la blanca y descuidada edificación de la mezquita de Nour, donde IPS esperaba para entrevistar al jeque Jamal el-Khattab, líder del Mujaidín Islámico, quien predica allí a diario.

Una luz intensa brilló un momento y se apagó, seguida de la estruendosa rotura de vidrios y un intenso griterío.

Combatientes uniformados de camisetas negras y con el rostro cubierto aparecieron de la nada como por arte de magia. Salieron de sus escondites, habitaciones oscuras a los costados de las escaleras que conectan la mezquita con los pisos altos, donde se ubican las oficinas del jeque Jamal.

Rápidamente se apostaron alrededor de la mezquita.

La gente se concentró en la zona para ver cómo se desarrollaban los acontecimientos.

Un hombre ensangrentado ayudó a una persona herida en una galería de la mezquita vecina.

"Esto no está bien, no está bien", gritaba. "¿Por qué tenemos que morir a manos de nuestros hermanos?"

La bomba mató a una persona y dejó cinco más heridas.

IPS había recorrido el campamento pocas horas antes de la explosión.

"Hay cierto equilibrio de fuerzas en el campamento. El poder está dividido entre varias facciones islámicas y Fatah", el secular partido que controla Cisjordania y la Autoridad Nacional Palestina, indicó Hassan, vendedor de frutas, minutos antes de la explosión.

Entonces intervino una clienta que lucía velo marrón.

"Equilibrio de fuerzas, o no, nada parece poner fin a la violencia en el campamento", señaló. La mujer se refería al asesinato de Issam Bikai, integrante de la facción Jund al-Sham, financiada por el libanés Partido de Dios (Hezbolá) y supuestamente disuelta el año pasado por otros movimientos palestinos.

El asesinato fue seguido de enfrentamientos violentos con ametralladoras y granadas.

Jund al-Sham se estuvo reagrupando en los últimos tiempos a causa del asesinato de Bikai, supuestamente a manos de un integrante de Fatah, según Hajj Maher Oueid, jefe de Ansar Alá (Partidarios de Dios),

El líder de Fatah en el campamento, Mounir Maqdah, negó que el asesinato del integrante de Jund al-Sham haya sido por motivos políticos.

"Problemas personales toman una dimensión política", señaló en alusión desacuerdos entre las familias de Bikai y Saadi. El hijo de Mohammad Saadi habría estado involucrado en el tiroteo y fue asesinado al otro día.

"Con tanta gente sin empleo hacinada en un kilómetro cuadrado ¿qué esperaban?", añadió.

Una fuente subrayó que no había más de 40 combatientes de Jund al-Sham en Ain el-Helweh, pero que otras facciones islámicas radicales, en especial Ansar Alá, Osbat el-Ansar, Hamás y el Mujaidín Islámico, tenían entre 100 y 200 cada uno.

Sin embargo, IPS no pudo confirmar la cantidad total.

Con tanta gente armada, la vida en el campamento es una lucha por la sobrevivencia.

"Tratamos de mantenernos unidos y quedarnos adentro cuando hay combates", indicó Oum Mohammad señalando a la mezquita de Safsaf, donde se esconde Osbat el-Ansar.

La fachada de la mezquita con inscripciones del Corán, libro sagrado del Islam, y una pancarta con el rostro de Bin Laden, están llena de agujeros de bala, un testimonio de que nada queda a salvo de la violencia aquí.

Se prevén más enfrentamientos. Fuentes militares entrevistadas por IPS tras el estallido de la bomba responsabilizaron del ataque a una de las facciones de Fatah.

Las fuentes dijeron a IPS que el ataque, al igual que muchos contra Jund al-Sham, eran el resultado de la lucha de poder entre los líderes de Fatah, que no se ponen de acuerdo acerca de cómo lidiar con los combatientes islámicos.

Mientras, los civiles son víctimas frecuentes de las luchas internas.

"Mi tío vive en el callejón, me dijeron que quedó gravemente herido", dijo con tranquilidad una mujer con los ojos inexpresivos. "Estamos destinados a morir pronto, después de todo, somos palestinos."

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