COLOMBIA-ECUADOR: Pánico en la frontera

«Los casquillos y balas caían como granizo» en el fronterizo caserío ecuatoriano de Barranca Bermeja durante una incursión de la fuerza aérea de Colombia, dijeron aterrorizados habitantes del lugar. Para Quito, «el ataque fue premeditado».

El gobierno de Ecuador entregó a Bogotá la tercera nota de protesta desde noviembre por incidentes relacionados con la guerra civil colombiana, y activó desde el lunes su defensa antiaérea.

Mientras, el gobierno colombiano de Álvaro Uribe espera el informe de una comisión militar binacional para responder a la queja.

Según fuentes directas en la zona, en el ataque del sábado pasado al poblado, con 70 por ciento de sus habitantes de origen colombiano, participó una flotilla de tres helicópteros Black Hawk, dos aviones de guerra y una aeronave radar.

Estos equipos forman parte del contrainsurgente Plan Colombia y su fase militar, el Plan Patriota, ambas operaciones financiadas por Estados Unidos.

En la zona se combate contra las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con casi 42 años en armas.

Ecuador se ha declarado neutral ante la guerra interna colombiana y sus autoridades militares aseguran que no han dado autorización a las fuerzas armadas del país vecino de traspasar la frontera cuando hay enfrentamientos, lo que en términos bélicos se conoce como "persecución en caliente".

Desde la flotilla, un helicóptero y un avión ametrallaron en varias ocasiones una lancha que surcaba las aguas del limítrofe río San Miguel, a la altura de la desembocadura del río Bermeja.

En la embarcación viajaban civiles integrantes del Comité Binacional de los Pueblos de la Frontera del Ecuador y Colombia, que representa a 250 organizaciones de base de la provincia ecuatoriana de Sucumbíos y 240 "veredas" (vecindarios rurales) de la zona limítrofe de los departamentos colombianos de Putumayo y Nariño.

Directivos del Comité estaban en la zona para verificar una denuncia previa acerca de violación del espacio aéreo ecuatoriano por parte de militares de Colombia.

Las naves militares colombianas "comenzaron a dar vueltas sobre la embarcación" y los disparos "impactaron en las aguas a pocos centímetros de ambos lados" de la lancha, se lee en un comunicado del Comité distribuido por la agencia ecuatoriana Altercom.

"Al ver y escuchar el estruendo del ametrallamiento, los niños que viajaban hasta una finca cercana comenzaron a llorar desesperadamente, lo que nos obligó a orillarnos a lado colombiano, porque del lado ecuatoriano había bastante ametrallamiento", prosigue el relato.

"En ese momento salía una señora con una niña en brazos, gritaba desesperada y al escuchar el arribo del bote, nos pidió que la lleváramos", pues la costa colombiana también estaba siendo ametrallada.

Al emprender el regreso a Ecuador, la lancha sufrió un desperfecto mecánico "quedándonos varados un buen rato, soportando el fuego de ametralladora", se indica.

"Ante el miedo y el pánico decidimos sacarnos las camisas y prendas blancas, para agitarlas en señal de paz, a fin de demostrar que éramos población civil, lo cual no fue suficiente y más bien continuaron atacando", se añade en el texto.

"Apoyados en la fuerza de la corriente del río y continuando con la agitación de las prendas blancas, seguimos río abajo, pero el asedio de las naves aéreas continuó hasta llegar a Barranca Bermeja", según narran los miembros del Comité.

"Cuando regresamos a Barranca, comprobamos que la población había salido despavorida a Santa Rosa, un poblado más al centro del país", dijo a IPS el abogado Ernesto García, miembro del Comité Binacional y que también viajaba en la lancha.

Por el ametrallamiento, "los impactos dañaron el techo de la casa del señor Ciro Tapieiro, donde funciona un humilde negocio de comedor y tienda de abarrotes", dice el Comité.

"No había irregulares colombianos, al menos entre las 10 de la mañana y las dos de la tarde, cuando nosotros estábamos ahí", agregó García. Tampoco los pobladores registraron combates en Colombia antes de esa hora del sábado.

Según un comunicado de La Comuna, organización social en Quito, entre las 9 y las 11 hora local el ejército colombiano habrían desembarcado además entre 220 y 360 unidades aerotransportadas en territorio ecuatoriano mediante 11 helicópteros Black Hawk, para efectuar una "operación rastrillo", supuestamente contra las FARC.

"Eso es lo que comentan los habitantes de Barranca. A mí no me consta", señaló García.

"Barranca fue bombardeada unos cinco kilómetros a la redonda. Como prueba de eso tenemos unos 50 casquillos" de ametralladora Punto 50, agregó, cuyos proyectiles son casi tan largos como una mano humana.

Los hechos ocurrieron entre un sector aguas arriba de los ríos Bocachica y Bermeja, y en la desembocadura de este último sobre el limítrofe río San Miguel, donde se sitúa el caserío Barranca Bermeja.

El río San Miguel tiene, a esta altura, 80 metros de ancho. "Lo cual nos hace presumir que con absoluto criterio, conocimiento, voluntad y premeditación se planificó en este sentido un ataque aéreo", dijo el canciller de Ecuador, Francisco Carrión..

"Una ilegalidad (la guerrilla) no se puede combatir con otra", dijo el ministro de defensa de Ecuador, Oswaldo Jarrín, a la emisora colombiana La W.

El ejército ecuatoriano llegó a las cuatro de la tarde a Barranca", siete horas después de iniciados los hostigamientos contra civiles el sábado, señaló el abogado García al desmentir a las autoridades de su país que afirmaron que el ejército acudió de inmediato al lugar.

El Comité Binacional de los Pueblos se creó en octubre en Sucumbíos, en un foro de habitantes de frontera reunido "para luchar contra la violación de la soberanía, el tratado de libre comercio (que ambos gobiernos negocian con Estados Unidos) y las políticas petroleras", agregó. (

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