ECONOMÍA-BRASIL: Una isla rodeada de aguas turbulentas

Brasil no pretende ser inmune a la crisis en medio de un mundo que se derrumba, pero todo indica que quedará lejos de la recesión que ya sufren los países ricos y proyecta un crecimiento razonable si el desastre económico-financiero global no se agrava ni se prolonga más de lo esperado.

La desaceleración se reflejará en la expansión del producto bruto interno en sólo 2,4 por ciento, según analistas más conservadores del mercado financiero, o 3,2 por ciento de acuerdo a la proyección del Banco Central, que discrepa con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien espera cuatro por ciento.

Es una meta, no un pronóstico, matizó el mandatario.

La caída será fuerte respecto de 2008, en que el crecimiento seguramente superará el 5,5 por ciento, a saber por la mayoría de las estimaciones. En los tres primeros trimestres del año pasado se registró una expansión de 6,4 por ciento, pero los indicadores de los tres últimos meses señalan que la crisis finalmente se hizo presente en el país.

La producción de vehículos automotores, por ejemplo, cayó en noviembre 34,4 por ciento en comparación con el mes anterior y 28,6 por ciento respecto del mismo mes de 2007. Los bienes durables de alto valor fueron los más afectados por la crisis, porque sus ventas dependen casi totalmente del crédito, que se hizo escaso repentinamente.
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El gobierno trató de estimular las ventas decretando el 11 de diciembre la liberación de créditos y reducción de impuestos para las compras de vehículos de menor potencia, medida que extendió la crisis al comercio de automóviles usados en un primer momento. Nuevas medidas, incluyendo otros sectores como construcción y agricultura, serán adoptadas el 20 de este mes, prometió Lula.

En noviembre, el país perdió 40.800 empleos formales, según datos del Ministerio del Trabajo. Fue el primer resultado negativo para ese mes en los seis años de gobierno de Lula. En ese mes usualmente se generan más puestos laborales ante el gran consumo para las festividades de fin de año.

Los cálculos de analistas indican que el desempleo aumentará en 2009 si la economía no crece por encima del tres por ciento. Ese es un elemento que puede afectar la altísima popularidad de Lula, que alcanzó a 80 por ciento de los consultados a mediados de diciembre pese a la crisis.

La flexibilización de las leyes laborales volvió a ponerse sobre el tapete, por presión de empresarios que la proponen como forma de evitar mayores despidos. El rápido rechazo sindical podrá ablandarse si se agrava la perspectiva de desempleo masivo.

El gobierno, con el presidente y muchas autoridades con pasado de sindicalistas, favorecen las negociaciones.

La crisis importada destaca otras diferencias que casi componen una excepción brasileña.

Mientras los bancos centrales de casi todo el mundo bajaron sus tasas de interés de referencia, para llegar prácticamente a cero en muchos países industrializados, la entidad emisora brasileña mantuvo la suya en 13,75 por ciento, considerada la más elevada del mundo en términos reales.

El temor es que la devaluación del real, la moneda nacional, de más de 30 por ciento desde agosto, se transfiera a los precios, aumentando la inflación que al hacer el balance de 2008 se presumen que quedará en seis por ciento.

Los críticos del Banco Central arguyen que ese factor será anulado por la fuerte caída de los alimentos, el petróleo y otras materias primas en los mercados internacionales.

La autoridad monetaria brasileña, conocida por su persistente conservadurismo, sufre críticas crecientes también por la extremada volatilidad del tipo de cambio desde septiembre, que afecta la organización de la economía.

De los 1,56 reales por cada dólar que se negociaba a comienzos de agosto, se pasó a 2,30 reales, aunque llegó a 2,52 en oscilaciones bruscas y diarias.

La depreciación del real, sin embargo, corrige una exagerada sobrevaluación acumulada en los últimos años, que afectaba las exportaciones, especialmente de productos industrializados. La disminución de las exportaciones a causa de la crisis será parcialmente compensada por el mayor retorno en reales, por lo menos para las empresas.

Con las exportaciones diversificadas en términos de mercados de destino, Brasil deberá sufrir menos la merma del comercio internacional, incluso porque exporta muchos alimentos, en general menos afectados por la reducción de importaciones.

A pesar de las malas perspectivas para 2009, los brasileños celebraron el final de un excelente año económico, excepcional en las tres últimas décadas. Además del crecimiento económico y la generación de casi dos millones de nuevos empleos formales, surgió una garantía de prosperidad a largo plazo.

En mayo el país tomó conocimiento de que posee enormes reservas de petróleo bajo aguas profundas y una capa de sal en su zona económica exclusiva, a cerca de 250 kilómetros de la costa sudeste del océano Atlántico, que convierten Brasil en nueva potencia en hidrocarburos.

Su extracción tendrá alto costo y la caída de los precios petroleros tiende a postergar los planes de producción, pero poco preocupa, ya que se trata de una riqueza para el futuro, que sólo podrá convertirse en realidad dentro de algunos años, un tiempo necesario para que los brasileños discutan mejor el destino de sus utilidades.

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