Los bancos multilaterales de desarrollo se encuentran atrapados en una dinámica complicada: responder a las presiones de los principales accionistas -en particular Estados Unidos- para que se relajen las restricciones a la financiación de los combustibles fósiles, al tiempo que se trabaja para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero que afectan negativamente al desarrollo. Imagen: IPS
