En espera de poder derrotar a invasor venenoso en las tierras secas de Kenia

La cabra muerta de Hannah Sakamo, una pastora de la aldea Eldepe, en el oeste de Kenia, está rodeada de arbustos de Prosopis juliflora, conocidos como mezquite o cují. La especie invasora es una amenaza para los medios de vida rurales del país. Foto: Joyce Chimbi / IPS

NAIROBI /MARIGAT – Hannah Sakamo está preocupada, porque está a punto de perder una segunda cabra en menos de un mes. Esta pastora de la aldea de Eldepe, en el occidente de Kenia, ve peligrar la vida de su familia si pierde más animales.

La cabra tiene los días contados en esta aldea del subcondado de Marigat, en el condado de Baringo, en la región del valle del Rif, porque ingirió vainas o frutos de la especie invasora Prosopis juliflora.

Botánicamente, se trata de una variedad del algarrobo, conocida localmente como mathenge, y que en la zona tropical de América, de donde es nativa, recibe los nombres de mezquite o cují, entre otros.

El mathenge es un árbol pequeño y prolífico, de crecimiento rápido, resistente a la sequía y de hoja perenne, que produce vainas que contienen pequeñas semillas lisas y duras. Se considera, con mucho, una de las peores especies de plantas invasoras del mundo.

“Se puede saber si una cabra está moribunda con solo mirar su boca. La cabra es incapaz de cerrar la boca, comer o beber agua porque la boca tiembla y se desliza de un lado a otro cuando intenta alimentarse. Al menos siete cabras mueren cada día en seis aldeas de los alrededores a causa de la ingesta de estas vainas”, explica Sakamo a IPS.

Esta especie invasora se ha expandido cada vez más en los ecosistemas semiáridos y áridos de Kenia, afectando significativamente a la diversidad biológica y a los medios de vida rurales.

El problema ha adquirido tal gravedad, que el gobierno de Kenia, donde es considerada una maleza nociva, se apresta a aplicar un plan a nivel nacional para contener y gestionar a la especie invasora, según anunciaron las autoridades nacionales.

Fredrick Chege, investigador independiente de especies silvestres invasoras, explica a IPS  en Nairobi que del el ganado, tanto el caprino como el vacuno son los más vulnerables. Añade que el consumo de las vainas puede causar daños neurotóxicos en el sistema nervioso central de los animales, en especial las cabras y las vacas.

“Cuando la cabra afectada intenta masticar, rumiar y seguir el proceso digestivo de los herbívoros, se ve que vomita un líquido verde y su boca tiembla sin control. Por tanto, la digestión no puede completarse”, detalla.

Una vez que estos síntomas se hacen visibles, la cabra morirá de inanición en cuestión de días. Los pastores no consumen carne de un animal con este mal ni siquiera durante la sequía, porque se le considera un tabú, así que es una perdida completa.

Los peces del condado de Baringo, dice, tampoco se salvan. Los pescadores del lago Baringo y Bogoria, en el valle del Rif, se han acostumbrado a capturar peces deformes. En algunos casos capturan peces sin ojos porque las espinas de la especie Prosopis julliflora han invadido los lagos clavándoles los ojos.

Según una investigación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura  (FAO), esta Prosopis es solo una de las muchas especies invasoras en este país de África oriental con unos 48 millones de habitantes.

La investigación muestra que hay al menos 34 especies; 11 artrópodos, 10 microorganismos, cuatro vertebrados y nueve especies de plantas, aunque la julliflora es la que más daño está causando en la actualidad.

“El mathenge es extremadamente difícil de controlar porque prospera en la mayoría de los suelos, como los rocosos, arenosos, pobres y salinos. Tiene raíces muy profundas que pueden llegar a las aguas subsuperficiales. Es imposible que coexista con otra vegetación porque absorbe cantidades importantes de agua”, expone Chege.

Incluso cuando se cortan los árboles de mezquite en la superficie, se regeneran muy rápidamente, formando matorrales espinosos que son casi imposibles de penetrar, especialmente a lo largo de los cursos de agua, los bordes de las carreteras, las llanuras de inundación y, en general, en las zonas no habitadas o en las tierras inactivas.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

El mezquite se introdujo originalmente en las zonas áridas de Kenia como solución a la deforestación y para proporcionar leña. La solución no tardó en convertirse en un problema que se salió de las manos, desplazando a las plantas autóctonas y poniendo en peligro las economías pastoriles.

Una vez que la especie ha echado raíces, Chege afirma que es muy difícil, laborioso y costoso eliminarla con éxito debido a la regeneración del banco de semillas del suelo y de los propios árboles una vez cortados sus tallos.

Las semillas de Prosopis también pasan fácilmente por el intestino del ganado y se depositan en el suelo, desde donde prosperan en un corto periodo de tiempo. Asimismo, los niños disfrutan comiendo vainas porque son azucaradas y dulces y escupen las semillas en la tierra.

Los datos gubernamentales muestran que el Prosopis juliflora se propaga a un ritmo de entre 4 % y 15 % al año. El coste medio de la limpieza de un matorral de Prosopis de tres o cuatro años en una porción de 10×10, indica Sakamo, oscila entre 10 y 30 dólares. Un costo muy alto para los pastores y campesinos, más porque la especie invasora puede empezar a brotar de nuevo en unas cuatro semanas.

Las investigaciones demuestran que la especie es tan prolífica que, desde que en 1977 se recogió el primer espécimen de herbario -una colección de especímenes de plantas conservadas con fines científicos-  en la región costera de Kenia, la Prosopis juliflora ha invadido en diferentes grados siete de las ocho regiones de esta nación africana.

La Prosopis juliflora fue declarada maleza nociva en Kenia en 2008 en virtud de la Ley de Supresión de Malezas Nocivas (CAP 325), lo que significa que se considera perjudicial para el ambiente y la ganadería.

En virtud de esta ley, dice Chege, el Ministro de Agricultura puede obligar a los propietarios de tierras a eliminar de sus predios cualquier especie declarada como maleza nociva, incluida la Prosopis juliflora.

Elvis Kipkoech, un comerciante de carbón vegetal, dice que el gobierno permitió el uso de Prosopis juliflora para la producción de carbón vegetal como un medio para controlar la especia mediante su utilización.

Este método, dice a IPS, no ha funcionado porque productores de carbón vegetal sin escrúpulos mezclaron el mezquite con otras especies de árboles, lo que llevó al gobierno a prohibir totalmente la producción de carbón vegetal con la juliflora en Kenia.

Con el telón de fondo de los desafíos para controlar a este enemigo invasor, se vislumbra ahora una solución en forma de Estrategia Nacional y Plan de Acción para la Gestión de la Prosopis Juliflora en Kenia.

La estrategia pretende gestionar eficazmente la especie invasora mediante una combinación de métodos biológicos, químicos, de mecanización y de utilización.

El plan parte del hecho de que la Prosopis puede utilizarse tanto para fabricar y quemar carbón vegetal como para producir postes para la fabricación de vallas y muebles.

Mientras tanto, Sakamo , en su terreno en Eldepe, observa impotente cómo los efectos negativos del mathenge succionan la vida de su segunda cabra, insta al gobierno a que acelere el acceso a estas soluciones y tiene la esperanza de que esta sea la última pérdida de su rebaño.

T: MF / ED: EG

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