COP26: El mapa que traza el camino hacia una cumbre histórica (o decepcionante)

Este artículo integra la cobertura de IPS hacia la COP26 sobre cambio climático, que se desarrollará entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre en Glasgow.

El complejo Hero, que será la sede principal de la COP26 en Glasgow. Hay expectativas altas sobre los resultados de la conferencia, pero la babel de debates y reuniones durante dos semanas, debe sortear una carrera de obstáculos para concretar resultados cónsonos con la emergencia climática. Foto: CMNUCC

MÉXICO – La cumbre climática de la ciudad de Glasgow, en el norte de Reino Unido, la más importante desde 2015, puede pasar a la historia como un hito o como otra frustración, según resuelva o no los espinosos temas pendientes para contener el recalentamiento planetario.

En el primer caso, puede situarse a la altura de las citas de Cancún de 2010, que rescató el proceso negociador luego del fracaso del año previo en Copenhague, y de París, donde se gestó el acuerdo del mismo nombre que definió reducción voluntaria de emisiones y límite al calentamiento planetario.

Si incumple, quedará al lado de Copenhague (COP15), la conferencia de 2009, y de Madrid (COP25), la cumbre de 2019, cuyos avances fueron considerados más que insuficientes por organizaciones ambientalistas y académicos.

Para el exnegociador climático mexicano Roberto Dondisch, es difícil adelantar un éxito o un fracaso en la 26 Conferencia de las Partes (COP26) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), que se desarrollará en la ciudad escocesa entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre.

“Esta vez no se busca un acuerdo, sino resolver temas que no se han solventado. En París pasaba lo mismo, pero se creó un espacio para solucionarlo. Los reportes no son muy halagüeños de cómo estamos y lo que debemos hacer. Las condiciones son muy complicadas, la voluntad está ahí, pero no los resultados”, dijo a IPS el socio emérito del no gubernamental Stimson Center, asentado Washington.

La gobernanza climática ha recorrido un largo camino hasta llegar a la COP26.

Antecedentes

En 1992, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, escenificada en Río de Janeiro por el 20 aniversario de la primera Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano en Estocolmo, en 1972, convocó a líderes políticos, científicos, representantes de organismos internacionales y a la sociedad civil organizada para abordar el impacto de las actividades humanas sobre el ambiente.

Entre los resultados de la llamada Cumbre de la Tierra figura la creación de la CMNUCC, en un momento en que ya existía evidencia del recalentamiento planetario causado por la actividad humana.

De hecho, ya en 1990, apareció el primer reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), creado por la Asamblea General de la ONU en 1988 e integrado por científicos de todo el mundo, con la responsabilidad de evaluar el conocimiento científico existente relacionado con los fenómenos climáticos.

Informe tras informe, el IPCC se ha ido transformando en una pieza clave del entramado climático global para entender y atender la crisis del incremento de las temperaturas y sus impactos.

Siete años después, en 1997, los Estados miembros de la CMNUCC negociaron el Protocolo de Kioto (PK), rubricado en esa ciudad japonesa durante la COP3 y que estableció metas de reducción de emisiones forzosas para 36 países industrializados y la Unión Europea como bloque, listados en el Anexo II del acuerdo.

Allí las naciones del Sur en desarrollo se libraron de esa obligatoriedad, en el Anexo I del pacto.

Tras un primer periodo de cumplimiento (2008-2012), las partes acordaron otro lapso para 2013-2020, que en la práctica nunca entró en vigor, hasta que el protocolo fue sustituido por el Acuerdo de París.

El PK, que cobró vigencia en 2005 –sin la participación de países determinantes como Estados Unidos y Rusia–, también tiene su propia junta de las partes (CMP), que vela por su aplicación y resuelve para promover su eficacia.

La cumbre climática de Madrid en 2019, la COP25, dejó importantes asuntos pendientes que la conferencia en Glasgow, que comienza el domingo 31, debe resolver. Foto: Emilio Godoy / IPS

La anodina COP19 de Varsovia en 2013 sirvió para testificar el nacimiento del Mecanismo Internacional de Varsovia para Pérdidas y Daños asociados con los Impactos del Cambio Climático (WIM, en inglés), cuyas reglas de operación y financiamiento serán centrales en los debates de Glasgow.

Las políticas climáticas serán el foco de la COP26, copresidida por  Reino Unido e Italia, y que tuvo que postergarse un año, por las restricciones impuestas por la pandemia de covid-19.

La COP26 abordará las reglas de los mercados de carbono, el financiamiento climático por al menos 100 000 millones de dólares anuales, las brechas entre las metas de reducción de emisiones y las disminuciones necesarias, las estrategias para neutralidad del carbono en 2050, planes de adaptación y el programa de trabajo sobre comunidades locales y pueblos indígenas.

Pero en la agenda de las dos semanas de debates no estará la meta de los cientos de miles de millones de billetes verdes anuales, que ha quedado postergada para 2023, síntoma de que el financiamiento para mitigación y adaptación al fenómeno climático es la papa caliente para las partes.

Arquitectura compleja

La CMNUCC entró en vigor en 1994 y ya ha sido ratificada por 196 Partes, en que además de los 193 Estados que integran la ONU participan la UE como bloque, las Islas Cook y Niue, países insulares del Pacífico sur.

Las Partes del vinculante tratado suscriben una convención universal que reconoce la existencia de un cambio climático causado por las actividades humanas y arroga a los países desarrollados la responsabilidad mayor para combatir el fenómeno.

Las COP, en que participan todos los Estados parte, rigen la Convención y se reúnen anualmente en conferencias mundiales en las que toman decisiones para lograr los objetivos de la lucha climática, adoptadas por unanimidad o por consenso, especialmente luego de que el PK no alcanzó las metas negociadas.

En París, en la COP21, los países miembros acordaron metas voluntarias de contracción de la contaminación, para mantener el aumento de temperatura por debajo de 1,5 grados C, considerado el límite ideal para contener desastres como sequías y tormentas destructivas, con altos costos humanos y materiales.

Esas metas quedan plasmadas en las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, en inglés), en las cuales los países plasman sus objetivos a 2030 y 2050. Solo 13 naciones han presentado una segunda versión de sus medidas, desde que en 2016 empezaron a enviar sus acciones a la Secretaria de la CMNUCC, con sede en la ciudad alemana de Bonn.

El Acuerdo de París, vigente desde 2020 y hasta ahora ratificado por 192 Estados Partes, consta de su propia reunión de las Partes (CMA), que supervisa su cumplimiento y solventa sobre el fomento a ese acatamiento.

Cada COP también concita la presencia de miles de delegados empresariales, organizaciones no gubernamentales, organismos internacionales, científicos y periodistas.

De hecho, en paralelo a la COP26 de los delegados oficiales, se realizará la Cumbre Alternativa, que como en ediciones anteriores reúne a movimientos sociales de todo el mundo, y que propugnan por el abandono próximo de los fósiles y el rechazo a las llamadas “falsas soluciones”, como mercados de carbono; una transición energética justa y reparaciones de daños y redistribución de fondos a comunidades indígenas y países del Sur global.

Sandra Guzmán, directora del Programa de Financiamiento Climático de la no gubernamental Iniciativa de Política Climática –con oficinas en cinco países-, avizora una cumbre compleja, especialmente en cuestiones de financiamiento.

“Nadie sabe a ciencia cierta cómo se van a cubrir las pérdidas y daños. Los países desarrollados no quieren hablar de más fondos. El escenario para el acuerdo político es siempre difícil. La expectativa es que la COP avance y establezca un paquete de progreso y tender un buen puente para la próxima reunión”, indicó a IPS desde Londres.

Por 30 años, las Partes de la CMNUCC han hecho lo mismo, sin lograr la ansiada rebaja de las emisiones ni el control del recalentamiento. Si la COP26 sigue la mecánica repetida, los resultados difícilmente van a variar, cuando concluyan las dos semanas de debates y de actividades, en que participarán más de 25 000 personas.

ED: EG

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe