Rogerio Henrique Lourenço, de 26 años, trabajó cinco años en la construcción del Complejo Petroquímico del Estado de Río de Janeiro (Comperj), en Brasil, como empleado de varias empresas. Ahora sobrevive en la ciudad de Itaboraí, asiento del truncado megaproyecto, con solo trabajos pequeños y eventuales para mantener a su familia de tres hijos. Crédito: Mario Osava/IPS

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