RD CONGO: Amor y odio a los rebeldes

Rebeldes del M23 cerca de Sake, en el este de la RDC. El grupo rebelde se retiró de Goma el sábado 1 de diciembre. Crédito: William Lloyd-George/IPS
Rebeldes del M23 cerca de Sake, en el este de la RDC. El grupo rebelde se retiró de Goma el sábado 1 de diciembre. Crédito: William Lloyd-George/IPS

En una calle de tierra que lleva a las montañas que rodean la pequeña localidad de Sake, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), cientos de jóvenes soldados rebeldes aguardan sentados bajo el sol.

Cuando algún aldeano pasa casualmente por el lugar, los insurgentes, desconfiados, sujetan fuertemente sus armas. Algunos llevan metralletas, otros lanzagranadas y algunos pocos espadas, que ostentan como símbolo de su calidad de guerreros.

Sus rostros revelan la fatiga de más de siete meses de combate contra el ejército congoleño.

El sonido distante de automóviles pone inmediatamente de pie a todos los soldados. Rápidamente llega un convoy con cuatro vehículos llenos de rebeldes fuertemente armados. Entre ellos se destaca el general Sultani Makenga, líder del insurgente Movimiento 23 de Marzo (M23).

"Vamos a retirarnos en las próximas 48 horas", anuncia a todos. "Nos iremos de Goma a las 10:00 del sábado".
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Esa ciudad, a 25 kilómetros de distancia, es la segunda más grande de la RDC, y desde el 20 de noviembre estuvo bajo control de los rebeldes.

Justo antes de las 11:00 del sábado 1, camiones llenos de soldados del M23 salieron de Goma, transportando armas a su baluarte en Runshura, al norte.

El viernes 30 de noviembre, el M23 permitió a cientos de policías regresar a la ciudad para brindar seguridad a los ciudadanos de Goma durante el periodo de transición.

El M23, cuyo nombre hace referencia a la fecha en que fue firmado el acuerdo de paz de 2009 entre el gobierno de la RDC y el otrora grupo rebelde Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), inició su resistencia armada en abril de este año.

Los insurgentes arguyen que el gobierno no cumplió con el pacto, y afirman luchar contra la corrupción y la mala gobernanza.

Pero los argumentos del M23 son vistos con escepticismo por muchos congoleños. Residentes de Goma con los que dialogó IPS opinan que el principal motor de la rebelión es Ruanda.

Lo mismo sostiene la Organización de las Naciones Unidas. Un informe del foro mundial señala que Kigali apoya a los rebeldes con armas, fondos y logística. Incluso hubo denuncias no confirmadas de que las Fuerzas de Defensa Ruandesas colaboraban en el terreno con el M23.

Ruanda está desde hace mucho tiempo interesada en la fronteriza región de Kivu, rica en recursos, sobre todo de oro y coltán, mineral usado en la fabricación de productos electrónicos.

Muchos residentes de Goma afirman que se sentían más tranquilos con la presencia del M23 en la ciudad.

"Aunque era una zona de guerra al comienzo, definitivamente me sentía más seguro" con los rebeldes, admite Robert Minuni, de 32 años. "Nadie sabe lo que el M23 habría comenzado a hacer, pero por unos días no hubo secuestros ni saqueos ni asesinatos", dice a IPS.

Antes de que el M23 tomara control de la ciudad, los rebeldes y el ejército congoleño libraban también una guerra sucia por la imagen.

Una bomba en un mercado, una granada lanzada contra una peluquería y el secuestro de un célebre músico fueron algunos de los horrores que vio la ciudad mientras las dos partes procuraban granjearse el apoyo del público y se desacreditaban mutuamente.

Como resultado, muchos habitantes de Goma tienen miedo por el repliegue del M23.

En una montaña de Karuba, cerca de la primera línea de batalla, aldeanos confiesan a IPS que no desean el repliegue de los rebeldes.

"No estoy seguro de qué grupo es mejor, pero puedo decir una cosa: por primera vez en mucho tiempo, no nos han robado nada", destaca Nelson, quien prefiere no dar su apellido. "Realmente no queremos que se vaya el M23".

Los demás aldeanos asienten. "No queremos a las Fuerzas Armadas de la RDC aquí. Solo causan problemas y le roban a la gente", dice otro residente que prefiere permanecer en el anonimato.

Pero no todos simpatizan tanto con el M23. Incluso algunos miembros de sus propias filas tienen dudas. "Todos los grupos armados son iguales en Congo", dice a IPS un joven soldado rebelde. "Solo se trata de dinero. Me uniré al grupo que gane".

Organizaciones defensoras de los derechos humanos acusan al M23 de realizar ejecuciones extrajudiciales, cometer violaciones y acosar a cualquiera que sea visto como potencial enemigo.

La posibilidad de un vacío de poder en Goma incrementa los temores, y la situación se agrava con el desplazamiento de cientos de miles de personas.

"No queremos a los rebeldes. Solo nos causan más problemas y dolor", dice un joven que comparte un pequeño refugio hecho de paja con sus cinco hijos y su esposa. "Como todos aquí, queremos paz", señala.

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