Primavera Árabe no da frutos democráticos

La policía controla una protesta callejera en Argel, el 19 de febrero de 2011, en el marco de la Primavera Árabe. Crédito:
La policía controla una protesta callejera en Argel, el 19 de febrero de 2011, en el marco de la Primavera Árabe. Crédito:

Casi dos años después de la ola de levantamientos populares en Medio Oriente y el norte de África conocida como Primavera Árabe, activistas por los derechos humanos advierten un retroceso en varios países de esas regiones y más allá.

"Hay señales prometedoras de progresos democráticos en las regiones históricamente dominadas por regímenes brutales y autoritarios. Pero ¿refleja este cambio drástico una tendencia más amplia hacia la democracia y la buena gobernanza en todo el mundo?", pregunta un nuevo informe del grupo de derechos humanos Freedom House.

"Los hallazgos… sugieren que no", añade el estudio, titulado "Countries at the Crossroads 2012" (Países en la encrucijada 2012).

El informe anual se concentra en 35 países (de 70 en total) a cuyos gobiernos considera de desempeño "bajo y medio", evaluándolos desde el año pasado en una serie de indicadores.

"Los retrocesos exceden por lejos los avances… tanto en número como en escala", señala el estudio de Freedom House, subrayando "grandes caídas" en materia de responsabilidad gubernamental y en el imperio de la ley.
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Según esos indicadores, la situación de la democracia en Egipto parece estar hoy a un nivel similar o peor que antes de la caída del régimen de Hosni Mubarak (1981-2011), en tanto que se deteriora en Bahrein, Sri Lanka y Vietnam.

Mientras, Túnez es elogiado por haber llevado a cabo importantes reformas.

"El deterioro general es causa de alarma entre los defensores de la democracia", señala Freedom House.

Los investigadores señalaron particularmente la debilidad de las instituciones de gobierno. La mayoría de esos países al menos tienen elecciones regulares, el único indicador que creció en los últimos años, según la organización.

Los proyectos internacionales para el desarrollo de esos países solo se concentraron en fomentar elecciones, prestando mucho menos atención a otros esfuerzos adicionales para mejorar la gobernanza, particularmente el fortalecimiento de las instituciones.

"La agitación que sacudió a Medio Oriente en los últimos dos años, incluso hasta la semana pasada, demuestra la absoluta necesidad de una completa revisión de las instituciones que influyen la gobernanza democrática", dijo el presidente de Freedom House, David J. Kramer, al presentar el informe el lunes 17.

"La importancia de la gobernanza democrática para una exitosa ayuda al desarrollo no puede ser ignorada", subrayó.

"La Primavera Árabe nos recuerda que, mientras los gobiernos minimizan la necesidad de instituciones democráticas plenas, y se enfocan en asegurar que la ayuda estimule el crecimiento económico, los habitantes de esos países entienden el valor de una gobernanza justa y abierta", añadió.

Gobernanza es la clave

Por décadas, los donantes bilaterales y multilaterales han sido, y lo siguen siendo en gran medida, renuentes a participar de actividades vinculadas con la política.

Sin embargo, hoy existe una creciente compresión de que la mayoría de las metas de desarrollo no pueden alcanzarse sin una mayor financiación y planificación de temas relacionados con la gobernanza.

La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), fue el primer importante donante en introducirse en la esfera política, y eso ocurrió hace apenas dos décadas.

Esta opción fue menospreciada por otros donantes y vista con escepticismo por aquellos que la interpretaron como un simple intento de Washington de influenciar la política de otros países.

Sin embargo, hoy los temas de transparencia y gobernanza son discutidos en los círculos de ayuda al desarrollo en todo el mundo. "Es un momento de responsabilidad democrática, un momento increíble", dijo David Yang, de USAID.

"Muchas organizaciones de desarrollo llegaron a la conclusión de que no pueden promover el desarrollo social y económico en forma exitosa y sostenible sin derechos humanos y sin una gobernanza democrática", añadió.

No obstante, aun hoy, de los alrededor de 130.000 millones de dólares que los donantes vuelcan a la ayuda internacional, apenas 9,5 por ciento va a programas de gobernanza.

"Cuando a los profesionales se les pregunta cuál es el principal factor de retraso de los programas de desarrollo, habitualmente dicen que es la mala gobernanza", indicó Brian Atwood, presidente del Comité de Asistencia al Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

De ese 9,5 por ciento, indicó Atwood, citando sus propias investigaciones, apenas uno por ciento es usado en planes de apoyo a las legislaturas, y otro uno por ciento en temas de transparencia y lucha contra la corrupción.

"Uno debe preguntarse si estos porcentajes responden a una necesidad o, más bien, a lo que es más cómodo para los donantes", indicó. "Debemos cuestionarnos si esta distribución de la ayuda apoya la agenda de gobernanza democrática".

"Siempre que hablamos de programar dinero, estamos hablando de política en una sociedad, influenciando las relaciones de poder", dijo por su parte Joseph Siegle, director de investigaciones en el Africa Center for Strategic Studies, con sede en Washington.

"Por tanto, tenemos que darnos cuenta de que, al fin de cuentas, el desarrollo es siempre un proceso político", añadió.

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