CUBA: Cambio climático agudiza escasez de agua

Manuel Roque añora los tiempos en que nunca le faltaba agua en su vivienda de la Aurora, en la periferia de la capital de Cuba, mientras que la santiaguera Danny Dip Leyva valora que puede usar su ducha tras décadas de cargar este vital recurso hasta su hogar.

Separadas por más de 860 kilómetros, La Habana y la oriental Santiago de Cuba son la primera y segunda ciudad con mayor población de este país caribeño, cuyos recursos hídricos dependen principalmente de las lluvias, vulnerables por demás al cambio climático.

Ambas urbes resumen la envergadura de la escasez de agua y los esfuerzos oficiales por solucionarla.

Expertos indican que los mayores desastres naturales registrados en Cuba están asociados a los eventos hidrometeorológicos, y la sequía es uno de ellos, junto a los recurrentes ciclones tropicales. Los dos están incluidos entre los fenómenos de posible persistencia y recrudecimiento debido al cambio climático.

La peor sequía de los últimos años, ocurrida entre 2004 y 2005, comenzó por la región oriental de la isla y luego impactó a la porción occidental. Las pérdidas que causó fueron estimadas oficialmente en 3.000 millones de dólares.
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En Cuba, el periodo poco lluvioso va de noviembre a abril, mientras que en el resto de los meses se registra 80 por ciento de las precipitaciones anuales. Hasta febrero, los 240 embalses del país almacenaban casi 5,6 millones de metros cúbicos de agua, que equivalían a 56,5 por ciento de su capacidad utilizable.

Si bien la situación actual no es tan crítica como en 2005, los expertos hacen notar con preocupación que 82 presas tenían reservas menores a 50 por ciento, 39 de las cuales estaban por debajo del 25 de llenado y otras 10 se encontraban directamente secas. Entre las ciudades de peor situación figuraba La Habana, con solo 19,3 por ciento del total de agua que se puede usar para el consumo.

De configuración alargada y estrecha, esta isla caribeña no dispone de grandes recursos hídricos naturales, lo cual deja a las lluvias como su principal fuente renovable. Los embalses son parte de la estrategia gubernamental trazada desde los años 60 para disponer de reservas durante los períodos secos.

Informes del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) destacan que esa creación de capacidades elevó de 48 millones de metros cúbicos en las 13 presas que había en 1959 hasta casi 9.000 millones de metros cúbicos en el presente. A esas reservas superficiales hay que añadir más de 3.000 millones de metros cúbicos de aguas subterráneas.

El gobierno cubano reanudó en los últimos tiempos planes que había suspendido en los años 90, cuando arreció la crisis económica, con la confianza de solucionar a largo plazo la escasez de agua mediante obras de ingeniería en el oriente y centro del país, para trasvasar el recurso desde zonas montañosas con buen régimen de lluvias hacia áreas con menos disponibilidad.

La estrategia incluye la construcción de presas, canales, conductoras y otros objetos de obra, así como más de 80 kilómetros de túneles en las montañas, para lograr una eficiente conexión del sistema. Una vez concluido, el programa beneficiará al menos nueve provincias, en especial de la región oriental que sufre un marcado déficit de aguas subterráneas.

"Eso es adaptación de envergadura y alto costo económico. También es necesario que la sociedad interiorice que la sequía es un hecho y debe prepararse, buscar soluciones, como disponer de recipientes para reservar agua o, si posee ganado, guardar forraje e identificar hacia dónde puede trasladar sus animales", comentó a IPS el investigador Carlos Rodríguez.

Este especialista en ordenamiento territorial y ambiente considera que Santiago de Cuba y otras ciudades del área oriental del país están entre las más vulnerables a la sequía, sin obviar que también impacta a provincias occidentales como La Habana y parte de Pinar del Río.

Santiago de Cuba, con alrededor de medio millón de habitantes, dispone de seis embalses, pero el abastecimiento de agua fue deficitario por décadas, al punto de que generaciones enteras crecieron "cargando" agua hasta sus hogares. "Los ciclos de distribución eran de entre seis y 30 días", reconoció a periodistas Gerardo Linares, funcionario del INRH.

La población aumentó y las fuentes de abastecimiento resultaron insuficientes, además de que las redes de distribución envejecidas y deterioradas impedían que el vital líquido, ya escaso, llegara hasta sus viviendas. Pero este año, los santiagueros estrenan nuevo acueducto y planta potabilizadora, como parte de un sistema modernizado.

"Nuestra calidad de vida dio un salto enorme. Ahora tenemos agua prácticamente a diario entrando por las tuberías. Aquí los ciclos (de entrada del líquido) podían ser de 15 y hasta de 20 días y ducharse era una fiesta, no una necesidad", contó IPS la vecina Dip Leiva, del distrito santiaguero José Martí, construido en los años 60.

En la Habana, la suerte no es pareja, con barrios en los que nunca falta agua y otros, como el de Roque, donde la reciben en días alternos y siempre de madrugada. "Las cisternas de nuestra casa no siempre alcanzan a llenarse, además de que veces nos quedamos esperando", contó este capitalino a IPS.

Según los datos oficiales, el acceso al agua potable abarca a 10,7 millones de los 11,2 millones de habitantes del país. La cobertura a domicilio llega a 8,4 millones de personas, en tanto 1,7 millones disponen de agua a menos de 200 metros de sus hogares y unas 600.000 la reciben de camiones cisternas (pipas).

"Tenemos 2.411 asentamientos poblacionales, a los que llegamos con 22.326 kilómetros de tuberías, aproximadamente 14 veces el recorrido de la isla de Cuba", explicó Caridad Díaz, funcionaria del Instituto de Recursos Hidráulicos durante un programa televisivo de fines del pasado año.

Pero la sequía y el mal estado del sistema de abasto en La Habana, con 2,2 millones de habitantes, conspiran contra una distribución estable. Autoridades del sector han reconocido que alrededor de la mitad del agua bombeada en todo en el país no llega a su destino debido a roturas en las redes de distribución.

El plan oficial de actualización de la economía incluye priorizar y ampliar el programa de rehabilitación de redes, acueductos y alcantarillados hasta las viviendas, incluida la venta de herrajes y accesorios a la población. También se aspira a regular de manera obligatoria la medición del gasto y su cobro según el consumo al sector estatal y privado.

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