CHAD: Desenterrando hormigueros en busca de alimentos

«Solo Dios sabe qué nos ocurrirá a mí y a mis cuatro hijos. Hace dos meses que no tenemos nada para comer. Vivimos como mendigos», dijo a IPS la chadiana Henriette Sanglar.

Esta familia vive en el barrio Moursal de la capital de Chad.

"La hambruna está ganando terreno incluso aquí, en N'Djamena", dijo Diane Nelmall Koïdéré, enfermera de un centro de salud en Ardepdjoumal, en la misma ciudad.

"De los 14 niños que vi hoy, muy pocos tienen el peso normal para su edad. Se puede ver que no han comido en las últimas dos semanas. Los más pequeños padecen la desnutrición de manera cruel", relató.

Una señal de la severidad de la hambruna es que está afectando incluso a regiones agrícolas habitualmente productivas, en el sur del país.
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Blandine Karébey vivía en la pequeña aldea de Bépala pero se mudó a la capital para quedarse con su hermano menor, Joseph Ngarmadji.

Ella no quiere regresar a la aldea con sus dos hijos –de dos y cinco años-, ni siquiera cuando vuelvan las lluvias, porque los residentes han agotado completamente sus reservas de alimentos y se han visto obligados a recolectar frutos silvestres y a extraer raíces que en tiempos mejores no se comen.

Los efectos del hambre se sienten particularmente en el área que rodea a la capital, considerada el granero del país. Pero el impacto es aún peor en la región del Sahel, que generalmente recibe menos de 300 milímetros de precipitaciones al año durante la breve temporada lluviosa de tres meses.

Como ocurrió en 2011, cuando las lluvias tampoco llegaron, el hambre ha golpeado muy duramente al oriente del país, devastando comunidades en las regiones semidesérticas de Kanem, Guéra y Salamat.

Las escasas lluvias condujeron a malas cosechas. En muchos casos, tres meses después de la recolección, los pobladores de esas zonas ya se habían comido todo, consumiendo, desesperados, hasta las semillas cuya siembra estaba prevista para la temporada siguiente.

Para sobrevivir, o bien recurrieron a la asistencia de organizaciones humanitarias o bien se dirigieron a ciudades y otros centros poblados donde pudieran hallar trabajos a destajo como lavanderos, mucamos o jardineros.

Al hacer una escala en la capital, Stephen Cockburn, coordinador regional de campañas y políticas de Oxfam Internacional para África occidental, describió las medidas desesperadas que vio en las áreas rurales.

En Tassino, una aldea en el distrito de Mangalmé, en la parte central de Guéra, las mujeres desentierran hormigueros en busca de granos almacenados allí por las hormigas, relató.

"Mujeres, niñas y niños son los más vulnerables de la sociedad. Una situación como esta, donde la escasez de alimentos hace que los precios aumenten entre 100 y 200 por ciento, tiene efectos devastadores y un impacto negativo sobre los más débiles", dijo Marcel Ouattara, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Chad.

"La crisis afecta a familias que tienen un acceso limitado a servicios básicos de salud, y que enfrentan una desnutrición crónica", señaló.

A comienzos de enero, las autoridades reconocieron el peligro inminente, y anunciaron la disponibilidad de granos a precios subsidiados, mientras que simultáneamente emitieron un pedido de ayuda a la comunidad internacional.

El gobierno acumuló reservas de 4.000 toneladas de granos en la estatal Oficina Nacional para la Seguridad Alimentaria (Onasa).

Cuando a comienzos de este año se declaró formalmente la hambruna, el precio de un saco de 100 kilogramos de granos (maíz, mijo o sorgo) rondaba los 80 dólares, pero Onasa ahora vende los mismos cereales a un precio subsidiado: 20 dólares por saco.

Sin embargo, las personas azotadas por el hambre ven apenas beneficios limitados de esta ayuda del gobierno. Esto tiene dos motivos. Por un lado, muchos simplemente no cuentan con dinero para comprar alimentos, ni siquiera a un precio tan reducido. Y por otro, los comerciantes mayoristas aprovechan la oportunidad para abastecerse de grandes cantidades de estos alimentos, que pueden revender al precio del mercado, triplicando sus ganancias.

El gobierno implementa mecanismos para el control de precios, pero no ha actuado contra los comerciantes que sacan ventaja del sistema, y los ministros parecen conformarse con emitir comunicados de advertencia. Los analistas critican que el gobierno no tome medidas, diciendo que así fomenta la corrupción.

El 19 de este mes, el ministro de Agricultura e Irrigación, Adoum Djimet, intentó tranquilizar al público ante "la imagen muy negativa que dan los medios internacionales sobre la hambruna que afecta partes del país".

"El gobierno está tomando medidas para rescatar a nuestros compatriotas amenazados por la hambruna", insistió.

Pero ante la continua ausencia de la asistencia adicional anunciada por el gobierno –que ni brindó detalles de lo que se va a hacer ni explicó las demoras- y con agencias humanitarias que actúan con lentitud, la población no puede hacer más que desesperarse.

Un agente del Programa Mundial de Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas que pidió mantener el anonimato dijo a IPS que los suministros estaban en camino a N'Djamena, pero fueron retenidos en el puerto de Douala, en Camerún.

Varias organizaciones no gubernamentales expresaron su preocupación por la inminencia de la temporada de lluvias, advirtiendo que si la distribución de la ayuda no empieza pronto, las zonas más afectadas quedarán inaccesibles, dado que las carreteras se volverán intransitables.

"La desnutrición seguirá siendo rampante mientras el gobierno y las agencias humanitarias no den una respuesta enérgica", dijo Codjo Edoux, jefe de la misión de Médicos Sin Fronteras en Chad.

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