SALUD-AMÉRICA: Antibióticos y plaguicidas se cuelan en la dieta

El jugo de naranja y un trozo de carne forman parte de un suculento menú diario en México y otros países de América, pero los restos de antibióticos y fungicidas que pueden contener suponen riesgos para la salud humana. Por eso autoridades de la región tratan de erradicar esta práctica en la agropecuaria.

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos anunció en enero la prohibición del uso de las cefalosporinas en vacas, gallinas, cerdos y pavos a partir de abril próximo, aunque no es la droga animal más recetada en ese país.

Ante la nueva situación, México se verá obligado a eliminar progresivamente esas sustancias si quiere que sus productos entren a mercados como el de Estados Unidos, cuyo Congreso legislativo aprobó en diciembre de 2010 la "Ley de modernización de la inocuidad de los alimentos", promulgada en enero de 2011 por el presidente Barack Obama.

Esa legislación creó el Programa de Verificación de Abastecedores Extranjeros, que obliga a los importadores a verificar que sus productos cumplan con estándares de sanidad específicos y garantizar que los alimentos no están adulterados o mal etiquetados.

"La ley es un gran avance al volver más segura la cadena alimentaria estadounidense, pero la gente estará innecesariamente en riesgo si su aplicación no está completamente financiada", advirtió a IPS el director de Programas de Alimentación del estadounidense The Pew Health Group, Erik Olson.
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El ganado vacuno de México, cuyo hato asciende hoy a unos 25 millones de cabezas según la Secretaría (ministerio) de Agricultura (Sagarpa), recibe aún una buena dosis de antibióticos como penicilina, tetraciclina, cefalosporinas y otros, para la prevención de enfermedades bacterianas.

Datos de la FDA indican que en 2010 se aplicaron unos 13 millones de kilogramos de medicamentos en animales en Estados Unidos, apenas uno por ciento menos en comparación con 2009. De ellos, el grupo de las tetraciclinas fue el más utilizado. Las cefalosporinas totalizaron unos 24.000 kilogramos.

La Sagarpa tiene vigente el Manual de Buenas Prácticas Pecuarias en el Sistema de Producción de Ganado Bovino Productor de Carne en Confinamiento, el cual recomienda usar solamente medicamentos registrados, no utilizar combinaciones de ellos no aprobadas y consumir antibióticos de larga acción y específicos contra la enfermedad a tratar.

Además, está pendiente la aprobación de una regulación del Sistema Nacional de Identificación Animal, que abarca las especies bovina, ovina, caprina, equina, porcina y abejas, y que incluye mecanismos de rastreo completo de sus productos. En México actúan al menos 61 normas relativas a la salud animal.

Varios estudios científicos han constatado la contaminación de productos animales con restos de drogas. El estudio "Evaluación de la presencia de residuos de antibióticos y quimioterapéuticos en leche de Jalisco, México", publicado en 2009 en la Revista de Salud Animal, lo comprobó en ese occidental estado, el mayor productor de leche del país.

"Se puede concluir que existe un problema de contaminación con antimicrobianos en la leche consumida en Jalisco", violatorio de la regulación, señaló el trabajo, a cargo de cinco investigadores del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias, de la Universidad de Guadalajara.

De las 264 muestras analizadas, 26 mostraron presencia de antimicrobianos. Setenta y siete por ciento de las tomas positivas contenían al menos una sulfonamida, un antimicrobiano compuesto por azufre, oxígeno y nitrógeno.

Los autores recolectaron muestras de leche de 10 centros de acopio y de 12 marcas de leche pasteurizada entera comercializadas en la zona metropolitana de Guadalajara, la capital jalisciense, y en tres municipios del mismo estado entre junio de 2007 y mayo de 2008.

México produce más de 10.000 millones de litros de leche entera al año, según cifras de Sagarpa.

Mientras, las autoridades estadounidenses pusieron este año a la naranja en su mira en prevención de la presencia del fungicida carbendazim en jugos provenientes de países como Brasil. Su fumigación en cítricos está vetada en la potencia del Norte desde 2009, pero tolerado en pinturas, textiles, adhesivos y plantas ornamentales.

En México, donde se cosechan unos cuatro millones de toneladas de naranja, es frecuente su uso para combatir hongos, al igual que agrotóxicos como el paration metílico, el malathion, el ethion y el diazinon, clasificados entre los organofosforados.

"En la medida en que México siga apostando al control químico, va a enfrentar constantemente estos problemas", alerto IPS Fernando Bejarano, director del Centro de Análisis y Acción sobre Tóxicos y Sus Alternativas.

"México debe apostar a una política de controles no químicos", dijo a IPS. Pero advirtió que el país "sufre esta política neoliberal y ha dejado que el mercado imponga sus productos y las alternativas agroecológicas han sido marginadas".

El Programa Internacional sobre la Seguridad de los Químicos, que reúne a organizaciones intragubernamentales, afirma que el fungicida puede permanecer en el suelo hasta por tres años, mientras que la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas en América Latina lo cataloga de "posible cancerígeno en los seres humanos".

La Unión Europea reglamentó límites de residuos de carbendazim en cítricos entre 100 y 700 partes por billón (una ppb equivale a un nanogramo por microlitro).

En una carta enviada en enero a la estadounidense Asociación de Productores de Jugo, la FDA urgió a la industria a asegurarse de que los proveedores extranjeros se abstengan de recurrir al carbendazim en las naranjas para evitar la violación de la prohibición en ese país.

Sin embargo, estos temas no aparecen en la Estrategia Nacional de Producción y Consumo Sustentable, que el gobierno mexicano diseña.

"No hemos tenido retroalimentación de parte de la Sagarpa o la industria", aseguró a IPS el subdirector de Producción Sustentable de la Secretaría de Medio Ambiente, Eduardo Garza.

Olson, a su vez, expresó su esperanza de que "los gobiernos de Estados Unidos y de México trabajen estrechamente para aplicar esto y otras provisiones sobre la importación".

"Creo que el programa, si es aplicado completamente, ayudará a dar a los consumidores estadounidenses mayor confianza en la inocuidad de la comida importada", sostuvo.

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