EEUU: Adolescentes, homosexuales y sin hogar

Vivir en la calle no es fácil para nadie, y menos aun para adolescentes homosexuales. Muchos son rechazados por sus familias, expulsados de sus hogares, discriminados en los colegios e incluso víctimas de abusos.

Eljen, residente de un hogar del Centro Oasis. Crédito: Cortesía de Centro Oasis
Eljen, residente de un hogar del Centro Oasis. Crédito: Cortesía de Centro Oasis

El Centro Oasis, en la sudoriental ciudad estadounidense de Nashville, trabaja para combatir los prejuicios y proveer espacios más seguros para los jóvenes de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT).

Durante semanas, una joven adolescente que residía en esta ciudad con su abuela luchaba con la decisión de vivir abiertamente su condición de lesbiana. Ella creía que su abuela podía rechazar su opción sexual, pero pensaba que al menos seguiría dándole apoyo material.

Sin embargo, su abuela no sólo repudió su sexualidad sino que la expulsó de la casa, y la joven terminó viviendo en las calles de Nashville.

Este tipo de problemas no son inusuales entre los jóvenes LGBT. La Alianza Nacional para Poner Fin a la Falta de Hogar informó que, mientras entre cinco y 10 por ciento de la población joven estadounidense se reconocía homosexual o transgénero, más de 20 por ciento de los jóvenes sin hogar se identificaban así.
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En algunas localidades, al menos 40 por ciento de las personas sin hogar pertenecen a la comunidad LGBT.

«Nuestras estadísticas sobre jóvenes homosexuales, bisexuales y transgénero los ubican en alrededor de 30 por ciento», dijo Pam Sheffer, voluntaria de tiempo completo en el Centro Oasis. «Los jóvenes homosexuales y transgénero tienen una gran necesidad de programas gratuitos que los aconsejen», añadió.

Lamentablemente, hasta el verano boreal pasado, Nashville no contaba con muchos recursos específicos para ayudar a los adolescentes LGBT. Si bien el Centro Oasis tenía más de 40 años de experiencia atendiendo a jóvenes en problemas, sólo hasta hace poco desarrolló programas específicos para este sector.

Sheffer, empleada en la industria de seguros hasta el año pasado, ayudó a crear programas de apoyo para los LGBT. Para ello pospuso su carrera y se convirtió en voluntaria de tiempo completo.

«Siempre sentí pasión por trabajar con jóvenes LGBT», dijo. «Identificarse como homosexual o transgénero puede ser algo muy delicado, y me sentí inclinada a ayudar a los jóvenes a afrontarlo. Me enamoré de lo que el Centro Oasis tenía para ofrecer y quise ser parte de eso también».

Sheffer le pregunta a los jóvenes LGBT qué es lo que necesitan y de qué tipo de programas les gustaría participar. Hasta ahora, su estrategia funciona: unos cuatro jóvenes asistieron al primer encuentro organizado por el Centro Oasis. Para el tercero, se sumaron más de 20.

«Ahora organizamos programas consistentes, con fechas y calendarios», señaló Sheffer. «Eso le da a los jóvenes la oportunidad terapéutica de contar su verdad a una audiencia».

El programa llamado «Simplemente nosotros» educa sobre la historia de la comunidad LGBT, con información sobre líderes homosexuales y transgénero que hicieron una diferencia en el mundo.

Sheffer también analiza con los jóvenes leyes que afectan a este sector de la población y brinda pautas para encontrar trabajo y vivienda.

«No se trata de deprimirlos o abrumarlos, sino de darles la esperanza de que pueden ser ciudadanos exitosos en una comunidad», señaló.

Sheffer también organiza encuentros especiales como «El armario: ya no es para la ropa», que se concentra en las complejidades emocionales del proceso para identificarse como homosexual o transgénero.

El otoño boreal pasado celebró una reunión de cinco horas en los que jóvenes LGBT completaron una encuesta anónima sobre sus deseos y aspiraciones. En base a sus respuestas, el personal del Centro Oasis diseñó nuevos programas.

«A través de esas encuestas nos enteramos que esos jóvenes de hecho no quieren ser etiquetados», dijo Sheffer. «Sienten que poner etiquetas simplemente abre la puerta a una mayor discriminación. Saber este tipo de cosas nos ayuda a crear una programación más efectiva».

De hecho, el Centro Oasis pudo identificar las cuatro principales necesidades de los adolescentes homosexuales. La mayoría quieren mentores adultos que los ayuden durante el proceso para definir su identidad. Además, añoran tener una familia que los acepte, iguales oportunidades en la sociedad y un ambiente escolar seguro.

Un estudio del Departamento de Sociología de la Universidad de Nebraska-Lincoln concluyó que 33 por ciento de los jóvenes heterosexuales sin techo han sido atacados sexualmente, contra 58 por ciento de los LGTB.

Cuarenta y cuatro por ciento de los adolescentes homosexuales y transgénero han sido abusados sexualmente por sus cuidadores adultos, contra 22 por ciento entre los heterosexuales.

Mientras, un estudio elaborado por el Proyecto de Aceptación Familiar mostró los problemas que afrontan los adolescentes LGBT repudiados por sus parientes.

Los jóvenes que sufren rechazo tienen 8,4 veces más probabilidades de inclinarse al suicidio, 5,9 veces más de experimentar depresión, 3,4 veces más de consumir drogas y 3,4 veces más de tener sexo sin protección.

«Este estudio claramente muestra el tremendo daño que causa el rechazo familiar, aun si los padres creen estar bien intencionados, siguen profundas creencias o piensan que los están protegiendo», señaló Sten Vermund, de la Universidad de Vanderbilt.

«En el hostil clima actual para los jóvenes LGBT, es especialmente importante notar que los problemas de salud mental, como la depresión y el suicidio, y los comportamientos de riesgo ante el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) se incrementan en gran medida por el rechazo», indicó.

Armados con estas estadísticas, el personal del Centro Oasis sale a las calles.

«Intentamos dedicarnos a casos específicos, así podemos evaluar a esos jóvenes en su hogar, en la escuela y en la iglesia, y entonces identificar dónde podemos ayudarlos a sortear sus problemas», señaló Sheffer.

«Si identificamos que se está produciendo un abuso, entonces podemos intervenir. Si alguien simplemente necesita reunirse con sus pares, podemos ofrecérselo. Si lo que buscan es consejo, lo tenemos. Al final de cuentas, lo que queremos evitar es que queden desesperados», dijo.

* Publicado en acuerdo con Street News Service.

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