PORTUGAL: El ocaso de Sócrates

Once días después de haber cumplido seis años como primer ministro de Portugal, el líder socialista José Sócrates conoció este miércoles el sabor de la derrota en el parlamento y presentó su dimisión al presidente Aníbal Cavaco Silva.

El mandatario aún a aceptó la renuncia debido a que decidió reunirse primero con los partidos con representación parlamentaria para escuchar sus posturas respecto al futuro.

Es que para llamar a elecciones anticipadas, Cavaco Silva tiene que hacerlo al menos 55 días antes de la fecha fijada para el acto comicial, según la ley vigente.

Así, si las consultas con los partidos se realizan con rapidez, los comicios podrán celebrarse el último fin de semana de mayo o el domingo 5 de junio.

En un discurso al país la noche de este miércoles, Sócrates explicó que el cuarto programa de Estabilidad y Crecimiento (PEC IV), que fue rechazado por el parlamento, estaba destinado a "impedir que Portugal entrase en una situación (de debilidad económica y financiera) similar a la de Grecia e Irlanda".
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Sin embargo, la oposición de izquierda y de derecha no lo entendió así y decidió "echar por tierra" un posible acuerdo, debido a "una impaciencia por el poder", acusó.

"Cuando el Estado portugués necesita tener una voz fuerte" ante la Unión Europea (UE) para la inminente cumbre de este jueves y viernes (donde la economía del país será examinada otra vez por el bloque), la oposición decide hacer oídos sordos y "no compartir las responsabilidades del gobierno", advirtió.

"No se trató de obstruir la acción del gobierno, sino de bloquear al país", enfatizó. "Lo que pasó hoy (miércoles) no tiene que ver conmigo ni con el gobierno, tiene que ver con el país", que se convirtió "en rehén de intereses políticos inmediatos", concluyó Sócrates.

La dimisión ya había sido anunciada hace una semana, en caso de que el parlamento unicameral de São Bento votase contra el PEC IV, que incluye las medidas adicionales de austeridad debatidas el 11 de este mes en una cumbre extraordinaria de la UE. Así ocurrió: la oposición junta, pero por razones diferentes, votó contra el documento.

A favor solo votaron los 96 diputados del Partido Socialista (PS). En contra lo hicieron los restantes 230 legisladores, pertenecientes al Partido Socialdemócrata (PSD, conservador pese a su nombre), el nacionalista de derecha Centro Democrático Social (CDS), el Partido Comunista, el Partido Ecologista Verde y el ex trotskista Bloque de Izquierda.

Las drásticas políticas de contención de gasto para reducir el déficit fiscal impulsadas por el gobierno afectarían muy en especial a la clase media y a las capas más pobres de la población, que según el estándar de la UE en Portugal constituyen 10 por ciento de los 10,6 millones de habitantes del país.

El cobro desmedido de impuestos y la injusticia de su aplicación terminaron por cavar la tumba del llamado "socialismo moderno" defendido por Sócrates. Hasta los jubilados con modestas pensiones de 227 euros (320 dólares), una cifra muy pequeña para los precios europeos, deben descontar para el fisco.

Esta escuela de pensamiento, también conocida como la "tercera vía", propugnada por el ex primer ministro británico Tony Blair durante sus gobiernos de 1997 a 2007, fue la seguida por Sócrates, que desde que asumió sus funciones en 2005 se reconoció admirador del político británico.

A pesar de sus opciones de izquierda en lo referente a la igualdad de género, derechos de los homosexuales y lesbianas, permitiéndose el matrimonio de personas del mismo sexo, en el campo económico el gobierno socialista de Sócrates fue un estricto observante del llamado neoliberalismo.

Entre 2005 y este año, la desigualdad social se disparó hasta límites nunca antes registrados desde que Portugal accedió a la democracia en 1974.

Al asumir Sócrates, las diferencias salariales en una misma institución eran de 27 a uno, mientras que ahora al dejar el gobierno éstas crecieron hasta 34 a uno. En cambio, el sueldo más alto en el resto de la UE es 14 veces el más bajo.

También la desocupación oficial llega hasta 11,8 por ciento de la población activa portuguesa, aunque las mediciones publicadas por el sindicalismo aseguran que es dos puntos porcentuales más.

Sócrates empezó este miércoles a pagar la factura de un rosario de promesas incumplidas. El PEC I aseguraba que no serían necesarios más sacrificios. Poco después se explicó a los portugueses que los mercados no se calmaban por lo cual sería necesario un PEC II.

Luego deploró que el plan no fue considerado suficiente por la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE, que los ataques especulativos continuaban y que no había otro remedio que implantar un PEC III, que finalmente fue aprobado gracias al apoyo de Pedro Passos Coelho, el líder del conservador PSD que ordenó la abstención a sus diputados.

Por fin Sócrates, sin consultar antes al parlamento y al mismo presidente Cavaco Silva, viajó a comienzos de mes a Alemania para discutir el PEC IV con la canciller (jefa de gobierno) de ese país, Ángela Merkel, y también a Bruselas, anunciándolo más tarde en Portugal como un hecho consumado.

Las sucesivas promesas incumplidas y la búsqueda de dinero en los bolsillos más vulnerables de la población fueron poco a poco desgastando al líder socialista, mientras este mes se sucedieron protestas multitudinarias en las calles. Se llegó al extremo de que los partidos de derecha lanzaran dardos, que más parecían de izquierda, sobre la falta de sensibilidad social del gobierno.

Al votar unánime contra Sócrates, la oposición rechazó un nuevo PEC que había sido garantizado por el gobernante a la UE tras la luz verde de Merkel.

Pero lo que ha costado el cargo a Sócrates ha sido más que nada prometer la aplicación del PEC IV sin antes definir sus parámetros con Passos Coelho.

La reunión con Merkel y su periplo europeo informando sobre el PEC IV sin antes hacerlo en Portugal motivaron que se levantaron voces tan sonoras en su propia tienda partidaria como la de Mario Soares, el patriarca del PS, una suerte de "padre de la nación" democrática.

A mediados de este mes, poco después del viaje a Berlín y a Bruselas, Soares reconoció a IPS que Sócrates cometió "errores graves", tales como no "haber informado pedagógicamente a los portugueses sobre las medidas tomadas y la situación real del país".

El haber negociado el PEC IV sin informar al presidente Cavaco Silva y al parlamento "fueron olvidos imperdonables, actos inútiles que le van a costar muy caro", vaticinó Soares en una suerte de preanuncio de la derrota sufrida este miércoles por el primer ministro.

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