La caña en su apogeo en el sur de Brasil

Las carreteras son excepcionalmente buenas y numerosas, en contraste con otras partes de Brasil, pero la monotonía del paisaje no invita al turismo. Los cañaverales dominan el horizonte, los colores y los olores, en un ancho eje de 400 kilómetros hacia el norte de São Paulo.

El paisaje infinito de cañaverales de la zona de Ribeirão Preto Crédito: Mario Osava /IPS
El paisaje infinito de cañaverales de la zona de Ribeirão Preto Crédito: Mario Osava /IPS
En el centro de esa zona con un singular desarrollo económico y social, como mayor productora de azúcar y etanol del país, está Ribeirão Preto, una de las ciudades más ricas Brasil, con 605.000 habitantes y un ingreso por persona que dobla el promedio nacional.

La caña promueve el progreso local porque su cultivo obliga a la industrialización. Empieza a perder potencial productivo 48 horas después cosechada y eso obliga a su procesamiento local e impide su exportación en crudo para ser transformada lejos.

Al contrario de otros grandes cultivos, como el café y la soja, su corta cadena productiva ciñe su procesamiento al mismo lugar, sin intermediaciones y eso permite bajos precios, para beneficio del consumidor, señaló el ingeniero Cícero Junqueira Franco, uno de los líderes históricos del sector, que a sus 79 años es aún un influyente socio de varias empresas.

Pero fue con el Programa Nacional del Alcohol (Proalcohol), creado en 1975 para sustituir parcialmente el consumo de gasolina y reducir las importaciones del petróleo, el que impulsó la prosperidad actual de la región de Ribeirão Preto, convertida en un inmenso cañaveral. Se trata del etanol, que en Brasil se conoce más como alcohol.
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La producción de etanol a gran escala "cambió la estructura del sector y cambió Brasil", evaluó a IPS Junqueira, uno de los "padres" del Proalcohol, que con otros empresarios propuso al gobierno establecer esa política en 1974, cuando el petróleo cuadriplicó su valor por su primera gran crisis de precios.

Brasil importaba entonces 85 por ciento del petróleo consumido y su súbito incremento frenó su crecimiento económico. El etanol resultó para superar la crisis, en una coyuntura que coincidió con un exceso de caña en el mercado nacional, debido a estímulos gubernamentales a la producción.

Así que el Proalcohol nació para solucionar dos problemas, observó Roberto Rodrigues, exministro de Agricultura (2003-2006) y ahora profesor universitario y presidente del Consejo de Agronegocios de la Federación de las Industrias de São Paulo.

En los 35 años del programa, la producción brasileña de etanol saltó de 611 millones de litros a los 27.700 millones de 2010, mientras la de azúcar más que se quintuplicó, al alcanzar los 38,7 millones de toneladas.

Para atender a esas dos demandas, se cuadruplicó el área cultivada, lo que permitió multiplicar por siete la caña cosechada. En 2010 la extensión cultivada fue de 8,1 millones de hectáreas y la producción de 625 millones de toneladas.

Ello fue solo posible porque la productividad aumentó cerca de tres por ciento al año, un aumento "brutal" en términos agronómicos, explicó Junqueira en su residencia rural, un oasis de árboles y el agua de un arroyo, cercado de cañaverales por todos lados en el municipio de Orlandia, 55 kilómetros al norte de Ribeirão Preto.

Esa acelerada expansión rompió el control que ejercía el gobierno sobre el sector cañicultor, mediante cuotas de producción y el monopolio de las exportaciones, y transformó el interior del estado de São Paulo, especialmente su noreste, donde se concentró el cultivo.

Antes, pocas instalaciones procesadoras contaban con un ingeniero y hoy en día "difícilmente tienen menos de tres", comparó Junqueira. Y si se suma la producción de azúcar y de alcohol, en las plantas laboran 31 distintos profesionales universitarios, añadió.

El Proalcohol "oxigenó un sistema esclerotizado", lo modernizó y atrajo a nuevos empresarios, "abriendo mentes", sostuvo Maurilio Biagi Filho, otro líder del sector, con experiencia en la industria de equipos y de bebidas. También dirigió varias plantas transformadoras, tras vivir su infancia en una de ellas, fundada por su padre.

Electricidad, plásticos y otros productos químicos, fertilizantes y enzimas entraron en los planes del sector cañero. Las investigaciones científicas y tecnológicas ganaron un fuerte empuje en la zona, lo que promovió la instalación de universidades y centros creados por la misma industria azucarera-alcoholera.

La expansión favoreció el desarrollo de una diversificada industria de máquinas para el cultivo cañero y su transformación en azúcar, alcohol y energía. Sertãozinho, a 20 kilómetros de Ribeirão Preto, concentra 550 empresas, que en su mayoría proveen también equipos para otros sectores, como el petrolero y el hidroeléctrico, dentro y fuera de Brasil.

La cosecha está mecanizada en 70 por ciento y deberá estarlo totalmente en 2014, lo que amplió el mercado industrial, al aumentar la demanda de cosechadoras y vehículos de recolección. La exigencia es ambiental y busca eliminar los incendios producidos para facilitar la cosecha manual de la caña.

Los hoteles repletos en todas las ciudades de la región reflejan ese dinamismo económico impulsado por la cadena productiva cañera.

Pero falta una "política más clara", reclamó Biagi a IPS. El etanol sigue el ciclo de la caña. Sin cosecha en el primer trimestre y sin existencias reguladoras, acumuladas y controladas por el gobierno para estabilizar el mercado, el etanol escasea porque se destinó mas cultivo a producir azúcar, por sus precios superiores desde 2010.

Los vehículos de consumo flexible, impulsados por gasolina, etanol o su mezcla en cualquier proporción, se producen desde 2003 en Brasil, lo que permite abastecerlos con el combustible más barato. Pero esta vez la demanda de etanol no cayó en la proporción esperada.

El aparente progreso generado por la economía cañera tiene sus críticos.

La mecanización comenzó al final de los años 80 para contener el movimiento de los cortadores de caña en defensa de sus derechos, "no por razones ambientales", dijo a IPS Helio Neves, presidente de la Federación de los Empleados Rurales del Estado de São Paulo.

Además dejará sin empleo a miles de trabajadores y su capacitación para nuevas ocupaciones es menor a la demanda, acotó.

La caña es "una planta maravillosa", pero su monocultivo concentra el poder en las empresas "en desmedro de la democracia", imponiendo una "dictadura de lo económico sobre el social", lamentó Neves, un respetado sindicalista, protagonista de la violenta huelga de de 1984 de los cortadores en Guariba, a 65 kilómetros de Ribeirão Preto.

Además, la prosperidad de la caña se distribuye desigualmente. Ribeirão Preto, por concentrar los servicios mejor remunerados, y Sertãozinho son las poblaciones privilegiadas.

En tanto, la pobreza relativa y la falta de empleo fuerzan a miles de mujeres de Guariba, Barrinha y otros municipios con mucha caña pero sin industrias, a emplearse como servicio doméstico en Ribeirão.

Es el caso de Maria Alcántara Silva, de "más de 30 años". Hace seis años que recorre dos veces al día los 35 kilómetros que separan su población, Pradópolis, de Ribeirão, donde el mejor pago compensa el gasto de autobús. Por lo menos le permite mantener a su hijo estudiando química en la universidad, aseguró.

En Guariba hay 620 mujeres registradas como empleadas domésticas en Ribeirão Preto y la alcaldía les paga 40 por ciento del transporte, informó José Roberto de Abreu, secretario municipal del Empleo y Relaciones de Trabajo

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