MALÍ: El algodón no se come pero da de comer

Agricultores de Malí realizan un boicot contra el algodón, plantando cereales en su lugar. Sin embargo, analistas alertan que el cambio podría debilitar la seguridad alimentaria de este país africano.

Algodón procesado en una fábrica la Compañía Textil de Malí. Crédito: Olivier Epron/Wikicommons
Algodón procesado en una fábrica la Compañía Textil de Malí. Crédito: Olivier Epron/Wikicommons
Desalentados por los cada vez más bajos precios del producto y la mala administración de la estatal Compañía Textil de Malí (conocida por su acrónimo en francés CDMT), muchos campesinos malienses reducen las áreas destinadas al algodón en sus tierras, o abandonando por completo su cultivo.

En la aldea de Sanakoroba, a 30 kilómetros de la capital maliense, Bamako, el presidente de la asociación local de agricultores, Abdoulaye Sériba Traoré, es uno de los pocos que aún cultivan algodón.

"Boicotean el algodón porque no reciben su dinero a tiempo. Yo sólo recibí el pago por mi cosecha de 2009 a fines de 2010. Me desilusioné mucho, al punto de que no quería plantar mi campo", dijo a IPS.

La CDMT compra gran parte el algodón sin refinar a los campesinos, pero sistemáticamente demora en pagarles.
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No obstante, Traoré, sigue adelante. "Por supuesto, debido a las dificultades para la venta tuve que reducir el espacio que le dedicaba", reconoció.

El algodón es un importante producto para los agricultores en la zona de 130.000 kilómetros cuadrados que se extiende desde el sur del río Níger hasta el oeste del país.

Alrededor de un cuarto de la población maliense vive en esa región. Los campesinos plantan algodón junto a maíz, mijo, sorgo y arroz, así como maní y frijoles negros, conocidos localmente como "niébé".

Agricultores señalan que plantar algodón los ayuda a incrementar su producción de otros cultivos.

"Plantar algodón enriquece el suelo, porque cuando lo cultivas puedes adquirir créditos para fertilizantes y otros insumos agrícolas. Gracias a la rotación de cultivos, los cereales también se benefician", explicó Sail Samaké, agricultor en la sureña aldea de Djitoumou Tamala.

Los bancos no están interesados en otorgar préstamos para la plantación de cereales. Todo esto ata la seguridad alimentaria a la producción de un cultivo no comestible: el algodón.

Los precios del producto entre 2003 y 2006 fueron buenos para los agricultores, y las cosechas aumentaron. Como añadidura, unas 1,4 millones de toneladas de cereales fueron obtenidas en la región.

Las ganancias por el algodón también permitieron la gradual acumulación de animales por parte de los campesinos de la zona, que ahora poseen en total unas 2,2 millones de cabezas de ganado.

Pero cuando los precios comenzaron a caer –debido a los subsidios de Estados Unidos a sus productores, según el analista Mohamed Tabouré— Malí comenzó a sufrir una caída en la producción interna.

La producción nacional de algodón cayó drásticamente, de unas 620.000 toneladas en 2003-2004 a 200.000 en la temporada que concluyó en 2009.

"Debemos tener presente que (la disminución de la producción) está vinculada tanto a la caída del valor del dólar respecto del euro como a la del franco CFA (moneda común en 14 países africanos) y al creciente fenómeno de la degradación del suelo y la pérdida de fertilidad", dijo Tabouré a IPS.

Como los agricultores son renuentes a plantar algodón, su fuentes de crédito son limitadas y por tanto la seguridad alimentaria está en riesgo. Para evitar esto, el gobierno de Mali introdujo subsidios para los insumos agrícolas.

El precio del algodón se recuperó el año pasado. De continuar la tendencia, los agricultores podrían sentirse estimulados a volver a su cultivo.

Una mejor administración de la CDMT sería vital para que el país recuperara el nivel de producción que gozó en la primera parte de la década pasada y fortaleciera así la seguridad alimentaria.

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