COOPERACIÓN-BRASIL: Con la mano tendida al sur

Los bancos de leche materna que ya reducen la mortalidad infantil en Guatemala y comienzan a implementarse en África forman parte de las numerosas tecnologías sociales desarrolladas por Brasil, que alimentan el rápido crecimiento de su cooperación internacional.

La suma destinada anualmente a las organizaciones internacionales, a la asistencia técnica y humanitaria, así como a las becas para extranjeros creció 129 por ciento entre 2005 y 2009, al pasar de 158 millones de dólares a 362 millones, según el primer informe oficial sobre la Cooperación Brasileña para el Desarrollo Industrial.

Es poco todavía, pues corresponde a solo 0,02 por ciento del producto bruto interno, pero es que Brasil sólo ahora está ganando importancia como donante y, al ser un país en desarrollo, no tiene metas a cumplir por acuerdos internacionales, señaló a IPS Guilherme Schmitz, uno de los autores del estudio, por el Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA).

Además no están incluidas las condonaciones de deudas de países más pobres que, si fueran consideradas como se hace en las cuentas de otros países, aumentaría mucho el total financiero de la cooperación brasileña, acotó.

La asistencia humanitaria a Haití, tras el terremoto de un año atrás, también agrandará las cifras de 2010.
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Pero las contribuciones mayores son las destinadas a entidades internacionales, que comprenden distintas agencias de la Organización de las Naciones Unidas, como el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, y, en el ámbito regional, a bancos de desarrollo y fondos variados. Esta variable asistencial equivale a 76 por ciento de la cooperación de Brasil.

Uno de los mayores aportes beneficia al Fondo de Convergencia Estructural y Fortalecimiento Institucional del Mercosur (Mercado Común del Sur), compuesto por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela en proceso de adhesión plena, que concentra más de 30 por ciento de las contribuciones que Brasilia realiza a organizaciones internacionales.

Ese fondo, creado en 2004, tiene por fin promover el desarrollo de los socios menores, Paraguay y Uruguay, y de áreas más pobres del conjunto de los países, para buscar así reducir las asimetrías del bloque.

La Asistencia Humanitaria Internacional se multiplicó por 90 entre 2005 y 2009, pero aun así Brasil quedó con una participación de solo 5,5 por ciento, según el estudio presentado hace dos semanas por el gobierno de Dilma Rousseff. Últimamente pasó a ser encaminada directamente a los estados azotados por tragedias, en su casi totalidad, siguiendo una pequeña parte a través de organismos multilaterales.

La diplomacia brasileña prefiere evitar términos como donación o ayuda, para distinguir la cooperación tradicional, ofrecida por países ricos, de la ejercida entre países en desarrollo, o Sur-Sur, que ganó fuerte empuje últimamente.

La palabra donante supone "una jerarquía", mientras "nuestra cooperación es distinta, horizontal, entre socios", lo que comprende "un compromiso con la solidaridad", explicó Marco Farani, director de la Agencia Brasileña de Cooperación (ABC), órgano del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Además, Brasil tiene "soluciones que se adaptan a la realidad de otros países en desarrollo", sin las dificultades de diálogo entre ricos y los países menos desarrollados ni la tentación de "imponer modelos", indicó Farani a IPS.

La cooperación brasileña la practican funcionarios públicos, no remunerados por esa actividad, al contrario de la tendencia en los países industrializados de contratar consultores y organizaciones no gubernamentales para cumplir las tareas, comparó.

Como país multicultural y multiétnico, Brasil tiene mayor facilidad de "diálogo con todo el mundo", favorecido también por la ausencia de un pasado "colonialista o imperialista", haciendo que los demás países "no se sientan oprimidos" por la presencia brasileña, sostuvo.

"El intercambio de conocimientos y lecciones aprendidas es vital para el éxito" en el esfuerzo por alcanzar los Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM), recalcó Helen Clark, administradora mundial del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Los ODM fueron acordados por los gobiernos en la cumbre mundial de 2000 en la sede neoyorquina de la Organización de las Naciones Unidas, donde se fijaron ocho grandes metas a cumplir hasta 2015, ente las que se cuentan reducir la pobreza extrema y el hambre, al menos a la mitad de los indicadores de 1990, y abatir la mortalidad infantil y la inequidad de género.

El aumento de las contribuciones brasileñas "representa el compromiso del país en ayudar el mundo en desarrollo a enfrentar sus desafíos", reconoció Clark, reafirmando la disposición del PNUD en buscar nuevas maneras de apoyar la cooperación Sur-Sur.

Esa no es una cooperación alternativa, sino la principal, porque la historia del desarrollo del siglo XXI es la de países del Sur que lograron avances significativos en crecimiento y mejora de la calidad de vida de sus habitantes, y forjaron sus propios caminos en lugar de seguir el "mantra" de las "mejores prácticas", comentó Rathin Roy, director del Centro Internacional de Políticas para el Crecimiento Inclusivo (CIP-CI).

El CIP-CI, con sede en Brasilia, es una asociación entre el PNUD y el gobierno brasileño para promover el aprendizaje Sur-Sur, buscando impulsar políticas de verdadero desarrollo.

La cooperación Sur-Sur "nunca fue tecnocrática", es "multilateral en su concepción", tiene que ver con "no aceptar las ‘reglas del juego’ como son dadas", es "una asociación en que conocimiento y experiencia, mas que recursos y poder, forman la base para la cooperación", observó Roy.

Es en la cooperación técnica, científica y tecnológica donde más se afirman las singularidades brasileñas.

Esa actividad creció mucho en los dos periodos de gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011), que la consideraba "un instrumento de política externa", de "prestigio y proyección nacional", además de "una responsabilidad del país", evaluó Farani.

El banco de leche materna es una creación brasileña, que exige organización para recoger leche excedente de mujeres dispuestas a aportarla y distribuirla entre niños y niñas sin posibilidad de amamantamiento.

En Guatemala se creó una red de gestión de bancos, con capacitación de equipos médicos para procesar y controlar la calidad de la leche materna. La tecnología de bajo costo y eficaz contra la mortalidad infantil se está implantando en Angola, Cabo Verde y Mozambique.

Agricultura, salud y formación profesional concentran la contribución brasileña al desarrollo de países pobres.

Se trata de compartir el conocimiento acumulado en agricultura tropical, especialmente por la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) o de experiencias en la prevención y tratamiento del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).

África y América Latina son las áreas de actuación, destacándose los cuatro socios del Mercosur, Haití y los países de lengua portuguesa. Hasta ahora se han visto éxitos en el aumento de la cosecha de soja en Cuba y en el mejor rendimiento y calidad del algodón en los cuatro grandes productores de África, como son Benin, Burkina Faso, Chad y Malí.

El informe sobre la cooperación internacional, realizado por la ABC y el IPEA, buscó sistematizar, por primera vez, la actuación de 65 instituciones públicas. Es un esfuerzo "pionero" entre países en desarrollo, sostuvo Schmitz.

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