CAMBIO CLIMÁTICO-CHILE: El costo de no hacer nada

Chile podría llegar a perder más de 300.000 millones de dólares, aproximadamente 1,1 por ciento anual de su producto interno bruto hasta 2100, si se cumple el peor escenario trazado en «La economía del cambio climático en Chile», estudio presentado este viernes en Santiago.

No todos los escenarios evaluados en el informe indican costos económicos.

Considerando una menor emisión de gases de efecto invernadero, el país podría obtener beneficios netos de 25.000 millones de dólares hacia 2100, indica el informe elaborado por académicos de las universidades Católica, de Chile y de Valparaíso, bajo la dirección técnica de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

"Chile efectivamente es vulnerable al cambio climático, pero de una manera no catastrófica, manejable, y por lo tanto están los incentivos para actuar, para lograr reducir los impactos. Esa es una de las grandes conclusiones del estudio", dijo a IPS Sebastián Vicuña, director del Centro de Cambio Global de la Universidad Católica y coordinador del informe.

"Pero también somos un país que contribuye a que se genere el cambio climático. Las emisiones de gases de efecto invernadero han crecido en la última década, y se proyecta que sigan creciendo. La razón principal es que el desarrollo económico trae acoplado un aumento del consumo de energía y por lo tanto de emisiones", acotó.
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Entre 1984 y 2008, Chile aumentó 166 por ciento sus emisiones de dióxido de carbono, principal gas invernadero, pasando de 36 a 95 millones de toneladas. El sector energético es responsable de 85 por ciento de ellas.

En el mismo lapso, el país pasó de aportar tres toneladas anuales de dióxido de carbono por habitante a 5,7.

Para 2030, se proyecta que las emisiones de dióxido de carbono hayan aumentado 243 por ciento, llegando a 233 millones de toneladas, lo que pondría la contaminación por persona en 11,9 toneladas anuales.

Chile tiene "un desafío importante en términos de seguir desarrollándose en materia económica, pero al mismo tiempo ser más eficiente en el uso y consumo de la energía", indicó Vicuña.

El reporte dado a conocer este viernes por la ministra del Medio Ambiente de Chile, Ana Lya Uriarte, el titular de Energía, Marcelo Tokman, y la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, forma parte de un estudio latinoamericano que incluye a Argentina, Bolivia, Ecuador, Colombia, Paraguay, Perú y Uruguay, América Central y el Caribe.

Es financiado por varios gobiernos europeos, entre ellos el británico, y cuenta con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo.

El 16 de diciembre, la Cepal presentará los resultados preliminares de este estudio regional en la XV Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 15), a realizarse entre 7 y el 18 de diciembre en Copenhague.

En el apartado de Chile, se analizó el impacto económico del cambio climático en los sectores frutícola, ganadero y forestal, en la generación hidroeléctrica y en el consumo de agua potable, en dos escenarios, denominados A2 y B2. El primero remite a un mundo sin mayor control de emisiones y el segundo a uno con mitigación de emisiones.

Chile posee zonas costeras bajas, además de áridas y semiáridas, lo que lo convierte en un país muy vulnerable al cambio climático.

Según el estudio, la temperatura media aumentaría dos grados centígrados a mediano plazo y cuatro grados entre 2070 y 2100, sobre todo en la zona cordillerana, lo que afectaría la disponibilidad de agua.

También se registraría una reducción de las precipitaciones cercana a 30 por ciento en la zona central del país, entre las regiones de Valparaíso y Los Lagos.

Esto implica cambios en la disponibilidad de agua para riego agrícola, generación hidroeléctrica, producción minera y consumo humano.

En cuanto a la mitigación, Vicuña valoró las "acciones tempranas" llevadas a cabo por Chile para disminuir sus emisiones, como la creación del Programa País Eficiencia Energética y la Ley de Fomento de Energías Renovables no Convencionales (ERNC). "Por su matriz energética Chile va a tener problemas en contener el ritmo de crecimiento de sus emisiones, y tiene que explorar todas sus oportunidades. Además, una parte del país es altamente vulnerable al cambio climático y eso le va a costar a la economía chilena", comentó José Luis Samaniego, director de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la Cepal.

No obstante, Samaniego valoró que el país haya tomado la decisión de trazar una "hoja de ruta".

"El estudio muestra que el costo estimado en el peor de los escenarios va a ser aproximadamente de un punto porcentual al año (del PIB). Es una cantidad importante si lo compara con el impacto que tuvo la crisis económica global sobre la economía chilena en el 2008 y 2009…, o con el gasto público en materia ambiental o investigación y desarrollo", acotó.

La ministra Uriarte señaló que "en los foros internacionales hemos planteado con mucha fuerza nuestra postura como país. Hemos dicho que los costos de postergar decisiones tanto para el medio ambiente como para las economías mundiales superarán con creces el valor de adoptar medidas hoy día".

Uriarte llamó a los países a acordar en Copenhague "una ambiciosa" meta de reducción de las emisiones globales de gases invernadero de al menos 50 por ciento hacia 2050.

Para ello, dijo, se requiere un doble compromiso de los países desarrollados: disminución neta de sus emisiones y apoyo financiero "público" a países en vías de desarrollo para transferencia tecnológica, porque "el mercado no va a ser suficiente para esta tarea".

Los países en desarrollo, como Chile, también pueden avanzar en la reducción de emisiones "con políticas fuertes y ordenadas", pero siempre de acuerdo a las realidades nacionales, enfatizó.

La ministra rechazó eventuales imposiciones de los países desarrollados, como un impuesto al transporte internacional que afectaría a las exportaciones chilenas.

La secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, señaló que "Copenhague es el lugar donde hay que trazar una clara ruta de acción. Todos queríamos llegar ya con las metas cuantitativas. No vamos a llegar. Pero ahí (en Copenhague) sí" se puede armar un mapa de ruta de cara a la conferencia ambiental que se realizará en México en diciembre de 2010, concluyó.

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