MIGRACIONES-ITALIA: Una mano en tierra hostil

Italia es en muchas formas un país de contradicciones, conocido tanto por sus playas hermosas como por sus costas vulnerables, su fuerte catolicismo y su creciente intolerancia hacia los inmigrantes.

Ese país europeo ha luchado durante muchos años con el problema de la inmigración. Es junto a España la principal puerta de entrada de extranjeros a ese continente. El número de inmigrantes es superior a los 3,6 millones, lo que representa 6,2 por ciento de su población.

La ubicación de Italia en el mar Mediterráneo lo convierte en una ruta estratégica para las migraciones. El 20 de agosto, 73 inmigrantes procedentes del norte de África murieron en la costa de la meridional isla de Sicilia. Antes, el Parlamento italiano había aprobado una nueva "ley de seguridad" que convirtió en delito el ingreso ilegal al país, castigable con multas de más de 10.000 euros y seis meses de detención.

La nueva política permite al gobierno interceptar barcos y deportar a los inmigrantes. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), esta práctica viola el derecho internacional.

"Obviamente estamos preocupados por la actitud del gobierno hacia la inmigración", dijo a IPS la directora de proyectos en Roma de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Tana Anglana. "Pero todavía debemos, y queremos, cooperar para alcanzar nuestras metas".
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La OIM brinda asistencia a los inmigrantes, realiza investigaciones sobre su problemática y promueve el diálogo y actividades entre diferentes comunidades étnicas.

Ahora la OIM prepara el lanzamiento de un nuevo proyecto llamado Migraciones para el Desarrollo de América Latina (MIDLA), que se concentra en ciudadanos de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú que viven y trabajan en Italia.

El número de inmigrantes de esos países asciende a 280.000. La comunidad ecuatoriana es la mayor, con casi 74.000 personas.

El MIDLA se basa en la experiencia de un proyecto anterior de la OIM en Italia, llamado Migraciones para el Desarrollo en África.

César Estrella, de la oficina en Perú de la OIM, dijo a IPS que el proyecto todavía está en su etapa inicial, recolectando información "para tener un mejor panorama de la situación".

No todos los inmigrantes se quedan temporalmente en territorio italiano. Según datos de la OIM y de Lima, uno de cada 10 peruanos que trabajan en Italia deciden quedarse en el país.

Un aspecto fundamental es analizar el flujo de remesas para determinar el impacto económico que tienen estos inmigrantes en sus países de origen, y cómo es enviado y usado el dinero que ganan, dijo a IPS Isabel Cruz, de la oficina en Ecuador de la OIM.

En 2008, los inmigrantes en Italia enviaron a sus lugares de origen más de 9.000 millones de dólares, de los cuales 12 por ciento fueron para América. Los números exactos para los países latinoamericanos todavía están siendo calculados.

El siguiente paso es averiguar "cuáles son los planes y los sectores prioritarios para el desarrollo del país" de origen, dijo Anglana a IPS.

Uno de los conceptos clave del MIDLA es el "co-desarrollo".

"Promoveremos la creación de sociedades territoriales entre los actores italianos y las asociaciones de inmigrantes para crear iniciativas de desarrollo socioeconómico en América Latina y mejorar el potencial de las habilidades profesionales de los emprendedores inmigrantes", señaló Anglana.

"De esta manera seremos capaces de identificar interlocutores, crear sociedades y desarrollar proyectos e iniciativas para países específicos de origen de los latinoamericanos en Italia. El MIDLA entonces continuará en la búsqueda de recursos y promoviendo el apoyo a las iniciativas de los inmigrantes para el desarrollo de sus comunidades originarias", explicó.

Todavía está por verse si este espíritu de colaboración será asumido también por el gobierno italiano, cuyo ministro de Defensa, Ignazio La Russa, atacó a comienzos de este año a Acnur. "Acuso a esta llamada agencia, que no vale nada, de ser tanto inhumana como cómplice de los que quieren romper la ley", afirmó.

Sin embargo, algunos obispos de la Iglesia Católica han protestado contra la dura política migratoria, y un líder de la oposición, Antonio Di Pietro, la comparó con las leyes racistas adoptadas por la dictadura fascista de Benito Mussolini.

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