MUJERES-KENIA: Dos dólares y medio por la vida de una madre

Cuando tenía 14 años, Zulekha Mumma dio a luz a su primer hijo. Hace dos años, a los 21, el nacimiento del séptimo la mató. Murió a raíz de un sangrado excesivo, en su casa de Nyalenda, un tugurio en las afueras de la occidental ciudad keniata de Kisumu, a unos 400 kilómetros de Nairobi.

"Era demasiado tarde para que la llevara al hospital. Cuando me di cuenta de que su situación era seria, la sangre ya fluía de su cuerpo como de un grifo, y exhaló su último respiro", dijo a IPS Mama Apondi, una partera tradicional que estaba asistiendo a Mumma.

Ni uno solo de los hijos de Mumma nació en un hospital. Esto es habitual en Kenia, donde apenas 40 por ciento de los partos tienen lugar en centros de salud.

El resto de las mujeres da a luz en su casa, con ayuda de parteras que no están preparadas para tratar las complicaciones. Esto contribuye a una elevada proporción de mortalidad materna. Las cifras oficiales señalan que mueren 414 madres por cada 100.000 nacimientos de niños vivos.

Dos tercios de estas muertes se deben a hemorragias posparto (intensa pérdida de sangre durante el embarazo o el trabajo de parto), septicemia (infección bacterial), eclampsia (hipertensión severa durante el embarazo) o ruptura del útero. Las parteras como Apondi no pueden pronosticar ni tratar estos problemas.
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El costo de parir en un hospital del gobierno va de 20 a 65 dólares. Esto alienta a muchas mujeres pobres a buscar los servicios de parteras tradicionales, que cobran alrededor de 13 dólares. A veces también aceptan que se les pague con un animal, por ejemplo una cabra.

El programa de salud reproductiva conocido como Enfoque Basado en el Resultado es un intento de superar las muertes maternas abaratando el costo de los hospitales.

Iniciado en junio de 2008, el proyecto permite que las mujeres pobres adquieran un vale de maternidad segura por 200 chelines (unos 2,50 dólares), lo que las habilita a dar a luz y a acceder a cuidados pre y post natales en clínicas acreditadas a tales fines.

El proyecto se realizó como un piloto en cinco áreas: la occidental Kisumu, la central Kiambu y la oriental Kitui, además de en los tugurios de Korogocho y Viwandani, en Nairobi.

Su primera fase, que finalizó en octubre de 2008, registró una concurrencia masiva de mujeres embarazadas que buscaban atención especializada.

Las instalaciones acreditadas vieron un aumento de 20 por ciento en la cantidad de mujeres que buscan atención profesional durante el embarazo, dijo Francis Kundu, oficial de programa en la Agencia Nacional de Coordinación para la Población y el Desarrollo, que controla la implementación del proyecto.

Con el sistema de cupones, en la Clínica Marie Stopes de Kisumu, uno de los centros de salud acreditados, la cantidad de partos aumentó de menos de 50 a 150 al mes.

Esa clínica privada, que es parte de la organización sin fines de lucro dedicada a la planificación familiar, tuvo que emplear a nuevo personal y construir una nueva sala para hacer frente a la llegada de pacientes.

"Vimos mujeres que vinieron desde las aldeas más remotas en Kisumu. Algunas nunca antes habían pisado un hospital", dijo a IPS el médico Charles Ochieng.

"Los cupones dignificaron a los pobres. Las mujeres vienen a la clínica, algunas incluso descalzas, y nos dicen: 'Nunca antes no sentimos así. ¿Esto es lo que significa venir a un hospital?'", relató Ochieng.

Gracias a uno de esos vales, en julio del año pasado, Gladys Owino pudo dar a luz a su cuarto hijo en el Hospital General Provincial de Nueva Nyanza, en Kisumu.

"Yo estaba rebosante de alegría de poder acceder a servicios de maternidad y postnatales en un hospital tan grande, y de ser tratada por personal calificado. Mis partos anteriores fueron atendidos por una partera tradicional, y uno fue tan complicado que casi pierdo la vida", relató.

Un parto natural en la Clínica Marie Stopes cuesta 100 dólares. Una cesárea, 455. En un hospital estatal, esos procedimientos cuestan 20 y 65 dólares respectivamente.

En Kenia, 46 por ciento de la población es pobre. Ésta es la principal razón por la que mujeres como Owino antes no concurrían ni siquiera a los centros gubernamentales de salud más baratos.

Otro motivo para la baja concurrencia era la mala calidad del servicio. Hay denuncias de actitudes agresivas hacia los pacientes de parte de los trabajadores de la salud, particularmente en los centros públicos.

El sistema de cupones también está transformando esto, dado que se basa en el reembolso: cuantas más clientas recibe un centro de salud, más dinero le ingresa.

El personal de salud pública fue motivado a cambiar su actitud para poder generar más dinero y mejorar el servicio.

A fin de mes, cada proveedor acreditado presenta facturas por servicios prestados, que luego son procesadas y reembolsadas por la firma PriceWaterhouseCoopers, que administra los vales.

Esto ha creado una mayor competencia entre los hospitales públicos y privados.

"Esto exige una mejora en los servicios y los estándares de la atención a la salud. Si no hay calidad, no hay clientes", dijo a IPS Kigen Bartilol, subdirector de la División de Salud Reproductiva en el Departamento de Salud Familiar del Ministerio de Salud Pública y Saneamiento.

"Hubo mucho éxito, particularmente con clientas que buscan servicios de maternidad seguros. A causa de la competencia, los hospitales públicos mejoraron sus servicios y registraron un aumento en la cantidad de embarazadas que buscan dar a luz en hospitales, así como servicios postnatales", observó.

La segunda fase del proyecto, que expandirá el programa de cupones a otras partes del país, tiene previsto su inicio para julio. Sin embargo, están surgiendo preocupaciones sobre cómo lo sostendrán las autoridades keniatas, en caso de que retire su apoyo el gobierno alemán, que fue el que más contribuyó con el financiamiento.

El proyecto piloto se realizó a un costo total de unos 9,2 millones de dólares. Según Josephine Kibaru, directora del Departamento de Salud Familiar, actualmente el gobierno está en proceso de llevar a cabo un estudio para determinar cuánto costará la cobertura nacional.

"Habíamos pedido 100 millones de chelines (alrededor de 1,3 millones de dólares) para el programa, y si no recibimos la suma total, lo que sea que se asigne puede aumentar con el tiempo", observó Kibaru.

En el último presupuesto de Kenia, aprobado el 11 de este mes, se asignó más fondos a la salud. Pero los funcionarios todavía esperan un desglose de cómo se gastará ese dinero, para asegurar el futuro del programa de cupones.

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