AMBIENTE-ANGOLA: Inundaciones dejan futuro sombrío

Las inundaciones en el sur de Angola comienzan a retroceder conforme termina la temporada de lluvias. La emergencia parece haber pasado, pero el futuro se ve sombrío.

Las inundaciones en Cunene. Crédito: IFRC/IPS
Las inundaciones en Cunene. Crédito: IFRC/IPS
A causa de los daños provocados por el agua, muchas familias no han podido regresar a sus aldeas, y decenas de miles han sido agrupadas en campamentos para desplazados, donde existe un alto riesgo de enfermedades debido al limitado saneamiento.

También es probable un aumento en los problemas respiratorios, particularmente entre niños y niñas, conforme este país de África austral se acerca al invierno.

Más de 220.000 familias fueron desplazadas por las fuertes lluvias y las inundaciones que destruyeron casas, anegaron calles, arruinaron 228.000 hectáreas de cultivos y mataron a miles de cabras, vacas y ganado en general.

Las provincias de Cunene, Kuando Jubango, en la frontera sur con Namibia, y Moxico, en el este, cerca de Zambia, fueron las más afectadas. A estos lugares han sido enviados los equipos de la Cruz Roja Británica y del Programa Mundial de Alimentos (PMA) para evaluar la gravedad de la situación y la amenaza a la seguridad alimentaria.
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Los desafíos son grandes: comunidades que viven en estructuras familiares tradicionales en áreas aisladas, a cientos de kilómetros de los pueblos y que dependen principalmente de la agricultura de subsistencia, ahora necesitan urgentemente comida.

En la región de Cunene, la inseguridad alimentaria es mayor. La zona tiene además la más alta prevalencia de VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida), de 10 por ciento, comparado con 2,1 por ciento a nivel nacional. Esto se debe a su cercanía con la frontera de Namibia, donde la enfermedad está más propagada.

"Mayo y junio son tradicionalmente los meses de cosecha, pero este año habrá poco para segar debido a que las inundaciones dañaron 60 por ciento de la tierra agrícola", dijo a IPS la representante en Angola de la Federación Internacional de la Cruz Roja (IFRC), Karen Hvid.

"Incluso los cultivos en terrenos más altos, que escaparon a las inundaciones, sufrieron falta de luz solar y fueron dañados por las lluvias y el viento", añadió.

"Éste es el cuarto año consecutivo con cosechas comprometidas, y el segundo de inundaciones después de otros dos de sequías", indicó.

Además, Hvid alertó que "las familias en estas áreas agotaron sus reservas".

Según Dom Fernando Kevano, obispo de Ondjiva, la situación humanitaria es extremadamente difícil, y muchas familias intentan cruzar la frontera sur a Nambia para hallar comida.

"Muchas familias tienen que vivir en tiendas de campaña, y el movimiento dentro de la provincia sigue estando restringido", agregó.

"Se necesita hacer mucho trabajo en la provincia para ayudar a estas personas y mejorar la situación", sostuvo.

Durante lo peor de las lluvias, helicópteros y barcos militares angoleños tuvieron que ser enviados a rescatar a miles de personas atrapadas por el agua.

En todo el país, más de 70 personas murieron, la mayoría ahogadas, pero algunas fueron aplastadas por edificios colapsados, otras electrocutadas y algunos niños atacados por cocodrilos.

Las tareas de rescate fueron lideradas por el gobierno en coordinación con la Organización Internacional para las Migraciones, el Servicio de Auxilio Católico, la agencia estadounidense de ayuda USAID, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Cruz Roja Angoleña, entre otras organizaciones.

Se hicieron pedidos internacionales y locales de recursos, y el Fondo Central de Respuestas a las Emergencias, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), proveyó 2,3 millones de dólares para la recuperación.

Este dinero de emergencia ha sido invertido en la provisión de refugios, equipos médicos, frazadas y otros suministros básicos.

El Ministerio de Agricultura respondió donando 1.000 toneladas de mijo, y Unicef despachó una embarcación de 84 toneladas de una pasta de maní con alto contenido proteico y energético creada para tratar a niños desnutridos.

En la próximas semanas, equipos del PMA y de la Cruz Roja realizarán estudios en las zonas más afectadas para evaluar los daños y la situación de seguridad alimentaria.

"Hay que tomar decisiones más inteligentes cuando se trata de auxilio, mirando el contexto de lo que afrontan las familias y trabajar con ellas para identificar las vías para cubrir sus necesidades vitales de una forma que las ayude a su futura recuperación", dijo Pete Garratt, administrador de asistencia en desastres de la Cruz Roja Británica.

"También queremos ayudar a las familias a que atiendan sus necesidades sociales y culturales. A veces, después de un desastre, la gente no es capaz de adoptar mecanismos para afrontar el daño", explicó.

"Por ejemplo, una familia puede terminar vendiendo su vaca, que es la principal fuente de ingresos, porque necesita pagar un funeral. Trabajaremos con las familias para que puedan evitar el daño de sus perspectivas a largo plazo", agregó.

La gubernamental Comisión para la Protección Civil también trabaja con la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU para ayudar a crear un plan estratégico nacional de contingencia.

"El gobierno está muy comprometido con esto, y está coordinando a todos los ministerios relacionados", dijo Hvid.

"Un aspecto extremadamente importante es fortalecer el conocimiento de la gente sobre elegir un terreno más seguro para construir sus casas", añadió. "Si las familias edifican cerca de los ríos, serán vulnerables la próxima vez que haya inundaciones".

Las fuertes lluvias comenzaron a caer sobre Angola en febrero, y en tres semanas hubo tantas precipitaciones como en toda la temporada habitual que va de diciembre a abril.

El agua se acumuló en los valles del sur, lo que causó inundaciones en la cuenca de Cuvelai y sobre el dique que protegía la capital provincial de Ondjiva, hogar de unas 60.000 personas. La estructura no resistió la presión y se rompió.

Como parte de su plan para apoyar a las familias afectadas e impedir nuevas inundaciones el año próximo, el gobierno angoleño anunció esta semana que crearía un comité especial para atender la cuenca de Cuvelai.

La idea es ayudar a los desplazados en el corto plazo, pero también traer expertos técnicos para estudiar los ríos y las fuentes de agua en la provincia.

El impacto que el cambio climático ha tenido en las lluvias en esta parte de África todavía no ha sido plenamente estudiado, pero el alcance y severidad de las inundaciones en Angola y en las fronteras de Namibia y Zambia han puesto en guardia a las autoridades.

Los ríos Chobe, Zambezi y Okavango alcanzaron niveles no registrados desde 1963, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

En Namibia, más de 100 personas murieron, 55.000 fueron desplazadas y más de 350.000 perdieron sus formas de sustento.

Estas víctimas y las del norte de Angola, cualquiera haya sido la causa de las inundaciones, tendrán una larga espera para la próxima cosecha.

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