SALUD-ARGENTINA: Avanza el mal de Chagas

Tras dos años de vigencia del programa gubernamental «Argentina justa, Argentina sin Chagas», retrocede el combate al mal homónimo, que es la principal endemia nacional, según expertos.

Casa de adobe en Jujuy, Argentina. Crédito: Photo Stock (www.photostock.com.mx)
Casa de adobe en Jujuy, Argentina. Crédito: Photo Stock (www.photostock.com.mx)
Esta enfermedad transmitida por el protozoario Trypanosoma cruzi no tiene cura si no se aborda un tratamiento antiparasitario en sus primeros estadios.

La vía de transmisión de 95 por ciento de los casos en este país es la picadura de una especie de vinchuca (Triatoma infestans), un insecto hematófago que anida en grietas y recovecos de construcciones de adobe, cañas, paja y troncos, materiales de las humildes viviendas rurales.

Otras vías de transmisión son las transfusiones de sangre, los transplantes de órganos y a través de la placenta.

En 1911 se comprobó en Argentina la presencia de este mal que lleva el nombre de su descubridor, el brasileño Carlos Chagas. El país contó con uno de los principales investigadores en la materia, el médico Salvador Mazza, quien a lo largo de dos décadas, desde 1926, abordó la enfermedad en sus aspectos patológicos, clínicos, epidemiológicos y sociales.

El Chagas es de evolución lenta, dado que el parásito puede anidar en los tejidos del cuerpo humano, principalmente el corazón, lo que termina ocasionando la muerte en al menos 30 por ciento de los casos. Los síntomas de la infección inicial estudiados por Mazza incluyen fiebre, vómitos, disnea y crisis convulsivas.

En octubre de 2006, el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) evaluó que había un "recrudecimiento del problema" por la "dispersión de las actividades y la debilidad de la estructura funcional" para el combate de la enfermedad.

En este marco, el Ministerio de Salud lanzó el Programa Federal de Chagas, que fijó como objetivo "interrumpir la transmisión y minimizar el impacto de sus consecuencias en las personas afectadas".

"Por los numerosos factores involucrados, a los cuales se suman aquellos de poder político y económico, esta enfermedad pasa a constituirse no sólo en una tradicional enfermedad de la pobreza, sino en un paradigma de los mecanismos de ocultamiento y exclusión como forma de discriminación social y laboral", señala el Programa en su sitio web.

Sonia Tarragona, directora general de la Fundación Mundo Sano, especializada en el Chagas, dijo a Tierramérica que las medidas dispuestas por el gobierno "son buenas, pero todavía no hay ningún cambio significativo" y la información estadística es deficiente.

Tarragona señaló que esta patología "está contemplada dentro de las que se llaman enfermedades desatendidas".

La vinculación entre el Chagas y la pobreza hace que "no haya ningún interés de desarrollar vacunas ni medicación por parte de la industria farmacéutica. ¿A quién le van a vender la vacuna si no hay quien la pueda comprar?", planteó.

El Chagas está presente desde el sur de Estados Unidos hasta la mitad norte de Argentina y Chile, con unos 15 millones de casos.

En Argentina, el Ministerio de Salud calcula que hay 2,5 millones de infectados, pero que solamente 25 por ciento de ellos desarrollan la enfermedad.

Ésta se registra en 19 de las 23 provincias. De ellas, siete están en situación crítica, con vinchucas en más de cinco por ciento de los hogares. Entre estas últimas se encuentran las norteñas Formosa, Chaco y Santiago del Estero, algunas de las más pobres.

Desde Chaco, Rolando Rivas, titular del Centro de Estudios e Investigación Social Nelson Mandela, con sede en Resistencia, la capital provincial, declaró a Tierramérica que allí "haría falta un relevamiento serológico, especialmente entre la población indígena y criolla".

"La enfermedad forma parte de la estadística negra de la salud, no hay voluntad de cambiar las cosas", denunció.

Rivas ejemplificó, en base a datos oficiales, que entre 2001 y 2003, durante la feroz crisis económica y social que vivió Argentina, "no se fumigó un solo rancho en todo Chaco, pese a que el gobierno nacional había enviado los insecticidas".

"Entre 2000 y 2006 sólo se entregaron medicamentos a 167 pacientes, cuando Chaco debe tener un piso de 60.000 enfermos", dijo.

A raíz de un cambio de administración en el gobierno provincial, Rivas registró que en "el segundo semestre de 2008, luego de muchas contramarchas, hubo un mejor trabajo de fumigación en el bosque El Impenetrable —que abarca parte del Chaco, Santiago del Estero y Salta— con la llegada de brigadas del Ministerio nacional".

No obstante, alertó que "son necesarias viviendas antivinchuca, con pisos y paredes bien terminadas, y no detener la fumigación".

Tarragona indicó como principal deficiencia del combate al Chagas en Argentina la disparidad de la ejecución de políticas preventivas entre las distintas provincias, que actúan coordinadas por el gobierno nacional, y la falta de continuidad de las tareas de rociado de las viviendas en riesgo, única herramienta preventiva.

Uno de los problemas con que se encuentran los epidemiólogos es que un alto porcentaje de la población afectada no es consciente de serlo, porque la enfermedad puede ser asintomática durante años.

Además, dado que los enfermos suelen habitar en el mundo rural y poseer bajo nivel educativo y escaso o nulo contacto con servicios sanitarios, propician sin querer la anidación de la vinchuca y la transmisión de la enfermedad, y conviven con animales del más diverso tipo, también sujetos a contagio.

En la región, Brasil y Uruguay lograron interrumpir la transmisión por picadura de vinchuca, al contrario de Argentina, donde hay un resurgimiento en provincias que habían logrado frenarla, según datos no oficiales. Bolivia y Paraguay presentan la misma tendencia que Argentina.

* Este artículo fue publicado originalmente el 31 de enero por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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