DESARME: Bombas de racimo condenadas a muerte

Las bombas de racimo serán prohibidas en la mayor parte del mundo gracias a un acuerdo formalmente aprobado este viernes por más de 100 gobiernos en la capital de Irlanda.

El convenio, que impide el uso de ese tipo de explosivos y exige la destrucción de todos los arsenales en un plazo de ocho años, fue alcanzado a pesar de la intensa oposición de Estados Unidos, el país que más los usa.

Las bombas de racimo están conformadas por cientos de pequeñas municiones que se propagan en el aire. Éstas son imprecisas y muchas veces estallan tiempo después, provocando la muerte o amputaciones de miembros a civiles.

Aunque el gobierno de Estados Unidos no participó formalmente en las conversaciones que llevaron al acuerdo, reconoció haber presionado a 114 diplomáticos que sí lo hicieron, en un esfuerzo para aguar el texto. Se cree que el presidente George W. Bush llamó telefónicamente personalmente a algunos.

Mark Hiznay, especialista en comercio de armas para la organización Human Rights Watch, dijo que, a pesar de la intensa presión ejercida por Washington, el convenio final es "muy fuerte".
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Activistas esperan que el acuerdo tenga un efecto similar al tratado internacional contra el uso de minas antipersonal, entrado en vigor hace nueve años. Se cree que Birmania es hoy el único país que todavía emplea minas.

El acuerdo de Dublín "es una mala señal para los países que no están aquí. Se volverá infinitamente más difícil usar bombas de racimo ahora", dijo Hiznay a IPS.

El principal punto de fricción en las negociaciones fue el debate sobre si los países signatarios podían participar de operaciones militares conjuntas con los que aún usan bombas de racimo.

Gran Bretaña logró incluir una cláusula que le permitirá participar de las campañas militares de Estados Unidos. Esto permitirá "proteger legalmente a nuestros hombres, que era nuestra principal preocupación", dijo un diplomático británico, quien habló a condición de mantener su anonimato.

Algunos activistas señalaron que Gran Bretaña actuó como delegado de Estados Unidos en Dublín.

"¿Cómo puede el gobierno británico decir seriamente que está prohibiendo estas municiones mientras al mismo tiempo promueve vigorosamente un texto que le permita a sus soldados planificar y ejecutar operaciones en las que, de hecho, estarán usando bombas de racimo estadounidenses?", preguntó Jody Williams, premio Nobel de la Paz y fundador de la Campaña Internacional para Prohibir las Minas Antipersonal.

Otros, sin embargo, aplaudieron a Gran Bretaña por apoyar el acuerdo.

Dennis Halliday, ex asistente del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, sostuvo que el primer ministro británico Gordon Brown demostró que puede tomar decisiones de política exterior que Washington desaprueba.

"Gordon Brown dejó de lado la actitud de caniche y llevó al Reino Unido a respaldar por completo la prohibición", dijo Halliday, ahora activista por la paz.

Al menos 13.000 muertos y heridos son atribuidos a las bombas de racimo, que fueron usadas por primera vez en las batallas modernas por la Alemania nazi y la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Después de los hombres, que por lo general tienen contacto con municiones sin estallar cuando realizan trabajo agrícola, niños y niñas son las principales víctimas.

Umarbek Pulodov tenía seis años en 1992 cuando una bomba de racimo cayó sobre su hogar en Shul, una aldea de Tajikistán. Su hermano y su tío murieron, y él quedó casi ciego de un ojo. Estuvo en un hospital durante un año.

Los niños son especialmente vulnerables a estos explosivos porque las bombas "parece juguetes", dijo Pulodov.

El más reciente ataque a gran escala con bombas de racimo fue perpetrado por Israel en Líbano, en julio y agosto de 2006.

Durante las últimas 72 horas de ese conflicto, Israel disparó más de 1.800 cohetes de racimo con un total de 1,2 millones de municiones. Dos meses después del cese oficial de las hostilidades, todavía se registraban víctimas a un ritmo de tres o cuatro muertos o amputados por día.

Israel, país que fabrica y usa estos explosivos, es uno de los que se opuso a la prohibición. También lo hicieron China, India, Pakistán y Rusia.

Líbano es un ejemplo de cómo las bombas de racimo pueden tener consecuencias nefastas para los civiles. Alrededor de 70 por ciento de las familias en el sur libanés tienen a la agricultura como principal fuente de ingresos. Ninguno de los principales cultivos –olivos, banano, cítricos, tabaco y trigo— pudieron ser cosechados normalmente debido a que la tierra estaba repleta de municiones.

Justin Kilcullen, director del grupo irlandés contra la pobreza Trócaire, señaló que el uso de bombas de racimo dañó los esfuerzos de muchos países para desarrollar sus economías.

Como trabajador humanitario en Laos, Kilcullen fue testigo de los efectos permanentes en el tiempo de las bombas de racimo lanzadas en ese país de Asia sudoriental 30 años atrás. "Hasta hoy hay personas que mueren y que son mutiladas", dijo.

El acuerdo alcanzado en Dublín será formalmente declarado abierto para su firma en una ceremonia prevista para diciembre en Oslo.

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