DESARROLLO-ARGENTINA: Pobreza dura de roer

A pesar de las mejoras sociales alcanzadas en Argentina durante el gobierno de Néstor Kirchner, aún subsiste una pobreza estructural tan difícil de remover que expertos temen que tampoco su sucesora, Cristina Fernández, pueda con ella en los próximos cuatro años de mandato.

Uno de los retos que se presenta como más resistente es la erradicación de la indigencia. Pero también cuesta abatir la mortalidad materna, lograr que los adolescentes finalicen la escuela secundaria, controlar enfermedades prevenibles como el mal de Chagas, o garantizar el acceso al agua segura para todos.

"Hay problemas estructurales que son la causa de estas dificultades, como la mala distribución del ingreso, y sobre todo las diferencias en el acceso a activos como la salud o la educación", dijo a IPS Luis Di Pietro Paolo, del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales de la Presidencia de la Nación.

El Consejo, integrado por delegados de los ministerios y otros organismos públicos, planifica las estrategias y administra los recursos. Di Pietro Paolo es coordinador en este ámbito del seguimiento del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM), que Argentina espera alcanzar a mediano plazo.

Entre los ocho ODM, aprobados en 2000 por la Organización de las Naciones Unidas, se encuentran erradicar la indigencia y el hambre, universalizar la enseñanza básica, promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el sida y otras enfermedades, siempre en el marco de un desarrollo sustentable.
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Argentina se propuso algunas metas adicionales, como la de promover el trabajo decente y alcanzar la universalidad de la enseñanza secundaria. Pero esas metas que el mismo Estado se impuso se plantean como de difícil logro aun en el marco de un patrón de alto crecimiento económico con fuerte caída de la pobreza y del desempleo.

En un seminario convocado por el Centro de Información de las Naciones Unidas en Argentina, Di Pietro Paolo adelantó parte del tercer informe de progreso en torno a los ODM, a presentar a mitad de este mes, y planteó cuales son las metas para 2010 y 2015 que serán difícil alcanzar. Este último año es el plazo que se fijaron los gobiernos, tomando como base los indicadores de 1990.

"Si bien en promedio, Argentina está bien y va a alcanzar la mayoría de los objetivos no hay que caer en la trampa de algunos promedios que ocultan disparidades entre las provincias", alertó el funcionario. Detalló, además, los temas que más preocupan a las autoridades en materia social.

"Un tema preocupante es el núcleo duro de la pobreza extrema", alertó Di Pietro Paolo. Cuando Kirchner asumió en mayo de 2003, la pobreza alcanzaba a 50,9 por ciento de la población y la indigencia a 24 por ciento. Actualmente el primer indicador bajó a 23 por ciento y la indigencia se mantiene en ocho por ciento de los 38 millones de argentinos.

A este ritmo, la meta de bajar a menos de 20 por ciento la pobreza en 2010 es un objetivo que Argentina está en condiciones de lograr. En cambio, el propósito de erradicar la miseria para 2015 se plantea difícil, debido al perfil que tiene ese sector social que quedó más sumergido.

En esta franja, la mayoría son mujeres, niñas y niños de hogares donde no hay cónyuges.

Las mujeres carecen de educación y empleo y viven de la asistencia social. "Es un perfil complicado para el que no basta el mercado laboral. Vamos a necesitar capacitación y asistencia a través de subsidios por varios años", anunció a IPS.

Di Pietro Paolo también advirtió que el indicador que mide la mortalidad materna "está estancado en los últimos años" en torno a 3,7 por cada 10.000 nacidos vivos.

"Esto es algo que preocupa mucho porque, mientras la mortalidad infantil –aun con disparidades entre provincias— tiende a bajar, la tasa de muertes maternas no cede", apuntó.

Entre las principales causas de estos decesos está el aborto inseguro. En Argentina la interrupción voluntaria del embarazo está penalizada. El ministro de Salud, Ginés González García, brega desde hace cinco años por una solución a esta rémora, pero cada vez que lo plantea surgen resistencias de la Iglesia Católica y el tema se apaga.

La presidenta electa Fernández, esposa de Kirchner y actual senadora, ya anticipó que es contraria al aborto, pero al final de la campaña expresó que "nadie puede estar a favor", un matiz en su postura que podría abrir el debate por la despenalización. La cúpula de la Iglesia Católica inmediatamente pidió una reunión con ella para hablar sobre este tópico.

Respecto del trabajo no registrado, Argentina hizo progresos en los últimos años, pero aún falta. Según señaló en el seminario la subsecretaria de Programación Técnica del Ministerio de Trabajo, Marta Novick, la idea es bajar el índice del actual 40 por ciento a menos de 30 por ciento en 2015.

Novick destacó que en los años 90, cuando crecía el desempleo, 94 de cada 100 nuevos puestos eran no registrados, lo cual implicaba que carecían de seguridad social y aportes previsionales. Desde 2003, la proporción se revirtió y cambió la tendencia, pero la labor que resta debe darse en múltiples frentes.

En cuanto a la meta de lograr que se gradúen los estudiantes secundarios, Di Pietro Paolo trajo datos últimos, según los cuales en la oriental provincia de Buenos Aires, la más populosa del país, creció 130 por ciento la deserción en escuelas secundarias por causas más complejas que la pobreza, como la falta de motivación para seguir cursando.

En materia de enfermedades, apenas cinco provincias han certificado que lograron controlar el vector que produce el mal de Chagas. Pero la idea es llegar a 19 distritos en 2015 y esto se plantea como una meta difícil debido al atraso en la incorporación de los ODM en las agendas políticas de muchos gobiernos provinciales.

En tanto, el desarrollo sustentable implica múltiples retos. Argentina debería frenar la deforestación, aumentar las áreas protegidas y, sobre todo, llegar con servicios de agua potable y cloacas a toda la población, un proyecto que parece casi una utopía cuando faltan ocho años para llegar al plazo de las metas del milenio.

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