ALIMENTACIÓN-CUBA: Inquietante pan de cada día

Una de las principales preocupaciones del promedio de las familias cubanas es la alimentación, a la que dedican unos dos tercios de sus ingresos mensuales, indican varios estudios.

"Desde que me levanto y salgo para mi trabajo cada mañana estoy pensando qué haré de comida por la noche", confiesa una profesora de 40 años, casada, con dos hijos y a cargo de su padre ya anciano.

Su problema no es el de sus primeros años de casada, que coincidieron con la recesión económica de los años 90 y un desabastecimiento generalizado. "Ahora hay muchos productos en las tiendas y en el agromercado, pero el dinero nunca nos alcanza", dice la mujer, que habló con IPS a condición de no ser identificada.

El ingreso mensual de su familia se acerca a los 1.000 pesos cubanos, incluyendo la pensión del padre, equivalentes a unos 40 pesos convertibles (CUC), única divisa de circulación permitida en el país. El CUC se compra en las casas estatales de cambio (Cadeca) a 25 pesos o a 80 centavos de dólar estadounidense.

Tras admitir que su situación salarial no es de las peores, que vive en casa propia, no paga la escuela de su hija menor (el mayor ya trabaja) ni la atención médica del padre, porque "de eso se encarga el Estado", deja caer otra queja: "lo que dan por la libreta no es suficiente, como antes".
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Mediante el abastecimiento racionado, marcado en una libreta familiar habilitada anualmente para ello, el gobierno cubano asegura a cada ciudadano una canasta básica a precios subsidiados que cubre "no menos de la mitad de las necesidades nutricionales" según estimaciones oficiales.

Ese sistema de venta reglamentada debe garantizar la distribución de arroz, frijoles, azúcar, café, aceite, huevo, sal, pastas, pan y galletas, pescado, pollo, otros productos cárnicos como salchichas, leche y yogur para menores de edad.

El gasto mensual por persona en los productos de venta normada oscila entre 26 y 38 pesos, de acuerdo con una investigación del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC), adscrito a la Universidad de La Habana, a la cual IPS tuvo acceso.

Tal modo de distribución satisfacía aceptablemente las necesidades básicas de la familia hasta los años 80, pero ahora no alcanza para más allá de 10 o 12 días del mes, coinciden investigadores y consumidores.

Para completar la dieta, a los consumidores no les queda más remedio que acudir a los mercados agropecuarios, algunos muy surtidos y con productos de mayor calidad, pero con precios marcados por la ley de oferta y demanda.

Para productos como carne de res, aceite o mantequilla es necesario disponer de pesos convertibles. "A veces compramos en la 'shopin' (tienda de la red comercial en divisas) un paquete de mantequilla de 250 gramos, que al cambio nos cuesta más de 30 pesos", dice la maestra.

Al "trabajador que vive de su salario se le crea una situación difícil, pues el dinero que recibe puede ser mucho para comprar los productos normados. Sin embargo, no es suficiente para acceder a mercancías que también le resultan necesarias, pero que se venden a precios de mercado", reconoció a fines de 2005 el presidente del Banco Central, Francisco Soberón.

Una encuesta sobre la situación económica de los hogares realizada por la Oficina Nacional de Estadísticas en 2001 arrojó que más de 66,3 por ciento de los gastos totales de la población de Ciudad de La Habana correspondieron a alimentos y bebidas, y sólo 33,7 por ciento a los restantes gastos de consumo.

"Es evidente que esta situación prácticamente no ha variado en los últimos años, mostrando la inelasticidad (sic) de la estructura de los gastos de consumo", señaló el estudio del CEEC, según el cual, en países como Costa Rica y España se dedica sólo 33 y 26 por ciento, respectivamente, del presupuesto familiar al rubro alimentos.

Sin embargo, la investigación consideró que aunque la cobertura alimentaria del abastecimiento normado no es total, la situación mejoró ligeramente entre 2001 y 2005, debido a algunas medidas adoptadas para "mejorar la alimentación del cubano tanto cuantitativamente como cualitativamente".

El estudio cita el incremento de las cuotas de arroz en las provincias orientales, la entrega de cantidades adicionales tanto de ese grano como de frijoles, la mayor frecuencia de distribución de cárnicos, la regularización y ampliación de las entregas de yogur de soja, y el aumento de la distribución de aceite vegetal.

Ese conjunto de provisiones permitió "una mejora apreciable en el consumo de nutrientes" entre los años 2000 y 2005, con incrementos de 31 por ciento en términos de energía, 34 por ciento para la proteína y 46 por ciento en el caso de las grasas, concluyó la investigación.

Más allá de las estadísticas, la maestra prepara su bolsillo cada vez que sale de compras. "En el agro más cercano a mi casa, la carne de cerdo suele costar entre 20 o 25 pesos la libra, una cabeza de ajo de tres o cuatro pesos, una lechuga de tres a cinco pesos, cebolla de 4,5 a 10 pesos la libra. Esta semana encontré malanga (tubérculo muy apreciado en la mesa cubana) a dos pesos", relató.

Un economista que no quiso dar su nombre dijo a IPS que en 2006, los precios de los productos en el mercado libre aumentaron 4,3 por ciento en relación con 2005, cuando habían crecido 7,1 por ciento respecto de 2004.

Su conclusión es que los precios no bajarán en tanto no aumente la producción de alimentos, que en 2006 retrocedió por segundo año consecutivo. El año pasado concluyó con un descenso de casi 10 por ciento en la cosecha de viandas (tubérculos) y hortalizas, luego de una caída de 20 por ciento en 2005, atribuida sobre todo a una persistente sequía.

El investigador precisó que tampoco la producción ganadera, en especial la vacuna, ha podido recuperar los niveles productivos e indicadores de eficiencia de los años 80.

"En 2006 se registró un buen régimen de lluvias en todo el país y no hubo ciclones, lo cual evidencia que las causas del descenso continuado de la producción agrícola no son atribuibles exclusivamente a las condiciones climáticas desfavorables", alertó la fuente.

El asunto fue centro de debates en las sesiones de diciembre de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento unicameral), durante las cuales se apuntó como uno de los principales motivos de esa situación la morosidad del Estado para pagar los productos que compra al campesinado.

"¿Cómo podemos tener alimentos si a los mayores productores, que son 65 por ciento de la producción, no les pagamos?", preguntó el presidente en funciones Raúl Castro, quien además es diputado.

La discusión quedó pendiente hasta las sesiones parlamentarias de junio, en las cuales las instancias vinculadas con la agricultura deberán presentar un "informe oficial breve y concreto" y sin "justificaciones" sobre el problema.

Según autoridades económicas, el país debe aumentar su producción agrícola e industrial de alimentos, no sólo para rebajar los precios, sino también para reducir la dependencia externa del sector, cuyas importaciones crecieron 35 por ciento en los últimos dos años. De acuerdo con estimaciones oficiales, el país invirtió el pasado año 948 millones de dólares en la canasta básica de distribución normada para la población de 11,2 millones.

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